Economía de Madrid

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Contra lo que se suele indicar sobre lo artificial de la elección de Madrid como capital conviene recordar que encontrarse en el centro de un mercado importante, y el de la península Ibérica siempre lo ha sido, ofrece ventajas extraordinarias la localización. Encontrarse con la empresas en los aledaños de estos centros burocráticos, crea para la misma tal conjunto de economías externas que ofrece las bases para desarrollar un distrito industrial. La capitalidad, además, incitó a que las infraestructuras de las vías de comunicación, se orientasen a tener un centro, Madrid. Con la llegada de la sociedad digital este carácter central incluso se ha reforzado. Capitalidad y facilidad de comunicaciones, unido a un mercado de deuda pública derivado de un persistente déficit presupuestario, crearon las bases de un creciente mercado financiero.

Todo esto, de pronto, hizo eclosión en la creación de una importante y muy moderna economía industrial y de servicios. El resultado ha sido que Madrid, por el PIB al coste de los factores por habitante ocupaba el cuarto puesto entre las provincias españolas en 1985 —detrás, de mayor a menor PIB por habitante, de Baleares, Álava y Girona--; en 1999 está en el tercero, sólo detrás de Gerona y Baleares. El crecimiento de su PIB por kilómetro cuadrado, en el período 1985-1999, fue del 65,69%, el decimoctavo de España, pero muy por encima del crecimiento medio español, que fue del 59,84%. Como resultado, su convergencia real con la Unión Europea, para 100 el PIB a precios de mercado de la media de los quince miembros actuales, que había sido del 92,41% en 1985, fue del 114,50% en el año 2000. En las comunidades autónomas únicamente le antecede Baleares, con el 116,13%. Este desarrollo económico se basa, esencialmente, en una estructura productiva muy diversificada, donde el sector servicios y la industria de alta tecnología han conseguido asentarse con mayor fuerza que en el resto de España. Todo ello contribuye a que en el conjunto de la economía española se acentúe el papel fundamental la Madrid. Dicho esto, es preciso indicar que Madrid tiene en su alejamiento un factor de freno a su expansión. Por supuesto está lejísimos del gran eje esencial y central europeo, el que va de Londres a Milán, y alberga en su seno a Rotterdam, Amsterdam, París, el conjunto suizo y la zona más occidental de Alemania, con Fráncfort y Colonia. Pero también no esta próxima la villa de Madrid al arco del Mediterráneo, que extendido desde Roma a Alicante, a través del sur de Francia, enlaza a naves de Génova y Turín, con el eje central de la economía europea. La construcción de un tren de alta velocidad de Madrid a Sevilla no hizo nada para acercar Madrid a ese núcleo fundamental. El auge de Lisboa, de Algeciras, de Cartagena, de Valencia y de Barcelona, al compás del progreso en su papel de enlace con el trafico entre Europa y el Asia del Pacifico, ha llevado a rectificaciones en relación con tales enlaces. De momento, el corredor de Guadalajara que enlaza a Madrid con Zaragoza y con ese valle del Ebro que progresa como eje de un desarrollo más compenetrado con Europa, es una de las zonas de expansión más importantes de Madrid y su conurbación. Finalmente, no es posible ignorar la creciente terciarización de Madrid. Como han señalado los profesores García Delgado y Carmen Troyano, el sector servicios alcanza ya casi tres cuartas partes del valor añadido madrileño. En él «sobresalen cada vez mas los servicios a las empresas, rama que ha conocido en Madrid un crecimiento siete veces superior a la media española y que incluye actividades con gran repercusión sobre la capacidad competitiva de las empresas, como los servicios de asesoría económica, informática y la ingeniería, publicidad e investigación y desarrollo. En el sector industrial es subrayable el avance de ramas con muy alto contenido tecnológico (productos farmacéuticos y material eléctrico y electrónico) que suponen ya casi un cuarto del valor añadido total. Por su parte, la construcción ha crecido a en ritmo alto. Todo lo cual contribuye no sólo a consolidar el tejido productivo y la importancia económica de Madrid en el mapa español, sino a marcar similitudes estructurales con regiones metropolitanas altamente desarrolladas en Europa occidental: Isla de Francia, Bruselas y Hamburgo, por ejemplo».

Referencia[ ]

  • VELARDE FUENTES, Juan. Economía de Madrid, en Enciclopedia Madrid S.XX


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