Juan Carlos I

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Segundo hijo de los condes de Barcelona, Juan de Borbón y Battenberg (1913-1993), jefe de la Casa Real española tras la renuncia al trono de su padre, el rey Alfonso XII, y María de las Mercedes de Borbón y Orleans (1910-2000). Nació el 5 de enero de 1938 en Roma, donde se encontraba la familia real exiliada tras la proclamación de la Segunda República. Tras una corta estancia en un colegio de Suiza, por deseo de su padre y de acuerdo con el general Franco, realizó el grueso de su formación en España, donde llegó por primera vez en 1948 desde Estoril. En 1954 finalizó el bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid, completando su formación como oficial de los tres Ejércitos y en 1960-1961 amplió la misma en la Universidad Complutense. El 14 de mayo de 1962 contrajo matrimonio en Atenas con la princesa Sofía de Grecia, primogénita de los reyes Pablo y Federica. En 1963 nació su primera hija, la infanta doña Elena, a la que siguió la infanta doña Cristina en 1965 y, tres años después, en 1968, el príncipe don Felipe.

El 22 de julio de 1969 don Juan Carlos fue designado sucesor del general Franco en la jefatura del Estado a título de rey y con el título provisional de príncipe de España. El 15 de junio de 1971 fue designado por ley para reemplazar al jefe del Estado en caso de ausencia o incapacidad. La enfermedad de Franco hizo que don Juan Carlos le sustituyese en la jefatura del Estado con carácter interino entre el 19 de julio y el 2 de septiembre de 1974, y nuevamente desde el 30 de octubre de 1975. Tras la muerte del dictador fue proclamado por las Cortes franquistas Rey el 22 de noviembre de 1975.

En su discurso de proclamación expresó su deseo de ser el rey de todos los españoles. Se iniciaba una difícil etapa, en la que Juan Carlos I se jugaba la continuidad de la Monarquía. Su legitimidad era precaria, dado su nombramiento por el dictador surgido de una sangrienta Guerra Civil y las resistencias al desmantelamiento del franquismo por parte de amplios sectores de la Dictadura. El inmovilismo político quedó ejemplificado en la figura de su primer jefe de Gobierno, Carlos Arias Navarro. La parálisis política y el incremento de la conflictividad social, con la huelga de enero de 1976, Madrid como ejemplo más relevante, llevaron al Rey a destituir a Arias Navarro el 1 de julio de 1976. El 3 de julio era nombrado por el Rey un desconocido Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, en esa operación desempeñó un papel importante quien había sido su tutor y desempeñaba la presidencia de las Cortes franquistas, Torcuato Fernández Miranda.

A pesar del escepticismo con el que fue recibido su nombramiento, que despertó serias dudas en España y en el extranjero, sobre la voluntad democrática de Juan Carlos I y las posibilidades de transformar un régimen dictatorial en una democracia, la apuesta Suárez resultó capital para el proceso de transición. El día 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas desde 1936, en ellas se elaboró la Constitución que fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre 1978, por la que se establecía como reforma política del Estado la Monarquía parlamentaria. La Constitución definió las funciones, fundamentalemente protocolarias, del Rey, que perdió todo el poder adscrito a la jefatura del Estado por el franquismo. Sus atribuciones quedaron reducidas sancionar y promulgar las leyes, disolver las Cortes y convocar elecciones a propuesta del presidente del Gobierno, ser el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y simbolizar la unidad del Estado. La transición política a la democracia quedaba así completada en lo esencial, aunque todavía permanecían fuera de ella importantes sectores nostálgicos de la Dictadura, sobre todo entre los altos mandos militares, el ruido de sables en los cuartes fue una constante durante todo el período, el punto culminante de la estrategia de la tensión se alcanzó con el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

El asalto al Congreso de los Diputados por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, colocó a la sociedad española al borde del abismo, en esas horas dramáticas la figura de Juan Carlos I cobró una trascendencia capital. La apuesta del Rey por el sistema democrático fue decisiva para el fracaso del golpe. Con ello la Monarquía parlamentaria adquirió el plus de legitimidad de la que carecía por su origen en la dictadura. La figura de Juan Carlos I contó desde entonces con el apoyo masivo de la sociedad española. Su papel como embajador de la nueva España democrática en el extranjero ha contribuido a su proyección exterior, sus viajes y la forma de ser de la familia real, discreta, deportista y simpática, se han convertido en uno de los emblemas e imágenes de la democracia española.


Fuente de la primera versión: Artículo de la Madrid Siglo XX. Enciclopedia, autor Luis Enrique Otero Carvajal