Asociación de Vecinos de Orcasitas

De Madripedia
Saltar a: navegación, buscar


Clip Art señal de atención.png ¡Atención! El contenido de este artículo puede suponer una infracción de copyright.

Si eres el autor de este texto y deseas publicarlo en Madripedia bajo los términos de la licencia GNU FDL, escribe un mensaje en la página de discusión de este artículo para indicarlo. Si no se puede determinar su legalidad se procederá a su borrado. Para más detalles véase Páginas sospechosas de violar copyright.

El texto de este artículo aparece en Orcasitas, primer pacto ciudadano
Firma y fecha: --Maja 17:34 16 mar 2009 (CET)

Orcasitas, del barro al barrio[ ]

(Extraído del libro “Orcasitas, primer pacto ciudadano”)


POBLADORES DEL BARRO

Llegaron de los campos de Toledo, Extremadura, Andalucía... La tierra no les daba para vivir y tuvieron que emigrar para “buscarse la vida”. Algunos huían de la represión tras la guerra civil, buscando un nuevo lugar en el que comenzar. Todos tenían un denominador común: trataban de sobrevivir en los tiempos del hambre.

Venir a Madrid era una aventura en busca de la “tierra de las oportunidades” similar al “sueño americano” en versión cañí.

Vinieron en camiones, por carreteras polvorientas y llenas de baches. En el equipaje se traían parte de su vida anterior en forma de trastos y enseres. No faltaban las gallinas que daban al viaje una animación peculiar.

En esta búsqueda de una vida más digna Orcasitas era zona de paso, la penúltima estación antes de llegar a la gran ciudad. Aunque muchos, la mayoría, terminaron quedándose aquí. Al llegar a Madrid, quienes venían a Orcasitas tenían una cita en las “Bodegas Consuegra”. Éstas eran el centro neurálgico del barrio, un lugar al que acudía todo el mundo para hacer contactos, reencontrarse con los paisanos del pueblo y que éstos les ayudasen a dar los primeros pasos en la ciudad.

Tiempos de pensiones y estufas de carbón desesperantes. Tiempos en los que las primeras lluvias formaban un barro que provocaba maldiciones y lamentos: “maldito el primero que vino a Orcasitas, que no hay más que barrio”, dijo alguna buena mujer.

Aguadores y cántaros de agua, basureros en cada descampado, orinales en cada casa, escasez y falta de espacio hasta para dormir. Era una época en la que había que pedir permiso a Sanidad, además de pagarle al funcionario de turno unas dádivas y que diera permiso para instalar en casa un water sin disponer siquiera de alcantarillado.

Tiempos de miedo a la piqueta. En cualquier momento podían tirarles la habitación que habían construido con nocturnidad y la alevosía de atreverse a buscar un poco de dignidad. Por aquel entonces incluso traían a los presos políticos para tirar las casas. Una más de las paradojas provocadas por la terrible dictadura.

Con la llegada de las gentes del campo, la ciudad iba ensanchando y poco a poco superaba silenciosamente los límites establecidos por los cuarteles militares.

Allá por 1956 La Meseta crecía principalmente por dos calles que bajaban por donde ahora está el campo del Orcasitas, la Calle Pradera del Valle y la Calle Antonio Domínguez. Allí se iban emplazando casas bajitas, hechas a escondidas, algunas de noche. Lugares en los que empezar de nuevo, lugares para albergar en poco espacio a familias enteras.

Por aquel entonces Orcasitas pertenecía al pueblo de Villaverde. Tenía una pequeña escuela, la de Don Ramón “el loco”, a quien se tenía por hombre cultivado y que acabó en un manicomio. Por su escuela, que era también su casa, pasaron muchos niños de Orcasitas.

Don Ramón tenía una letra preciosa. Los Domingos iba por los bares con Tomasín con la honrosa intención de reclutar niños para su escuela. El sistema era simple, marketing directo: Tomasín recitaba los ríos de España cuando Don Ramón se lo decía, tras lo cual los lugareños admirados, enviaban a sus hijos a la escuela para que los aprendieran también.

Al igual que Don Ramón en Meseta hubo un Don Alejandro en lo que sería el actual Poblado. Maestros, de barrio, con mucha voluntad y pocos medios.

La vida cotidiana era dura. Los padres iban a trabajar andando hasta Legazpi o a Isabelita Usera para coger el tranvía. En pleno invierno y caminando por la vía del tren para no pisar charcos, comenzaba cada mañana una dura jornada de trabajo que terminaba cuando caía el sol. Al final del día muchos frecuentaban los bares del barrio, auténticos hervideros llenos de vida. Las Bodegas Consuegra, el Bar Casablanca, el Bar de Ambrosio, la Belviseña, que luego fue bailongo, el Virdella, el Bar del Zamorano, el Bar de Negreira, el Bar de los Pinchos, que tenía dos plantas y estaba en la calle Joaquín Francés. Todos eran lugares a los que se acudía, con más sed que dinero, en busca de un rato de charla y un chato de vino.

Mientras, las madres se ocupaban de la casa y los hijos. Era un trabajo duro, pues había que ir a por agua a los tanques, lavar la ropa, remendar descosidos, y hacer el cocido diario con más “gabrieles” que “pringá”, que era la comida habitual. Los huevos fritos con patatas y el pollo asado quedaban para los días de fiesta. Las mujeres mantenían y cuidaban la familia. Esas mujeres fueron decisivas para que el barrio saliera adelante. Con el tiempo tomarían un protagonismo acorde con sus méritos; pero esa es otra historia que algún día deberá ser contada.

La radio era una de las ilusiones de aquel entonces: “cuando sentemos el ato tendremos radio”, decía la madre del pequeño Félix López-Rey, que más tarde lideraría el movimiento vecinal más interesante de cuantos habrían de acontecer en la llamada “Transición Política”. Cuando por fin pudieron comprarse una Tersicore la radio entró a formar parte de sus vidas y, con gran expectación, escucharon a Bobby Deglané, “Matilde Perico y Periquín” e incluso al hijo del señor Antonio el sereno, que un día fue al concurso “Vale todo”; también “Los Formidables”, que acabaron dedicando un programa a Orcasitas.

La vida de Orcasitas transcurría apaciblemente, como en un pueblo. La hora de la siesta servía para que las madres salieran a la puerta de las casas para hacer encaje de bolillos mientras conversaban sentadas en una silla de esparto.

Los Domingos eran para descansar y disfrutar. El “Cine Baile”, que estaba en la Gran Avenida, marcó toda una época. Era el sitio de moda en el barrio. Se proyectaban películas y se organizaba un baile los Domingos. Otros bailongos fueron: “Las Vegas” y “El Paraíso” en La Agrícola (Orcasur). Más tarde se puso en marcha otro bailongo que también fue importante en el barrio: La Belviseña”. Y cómo no, el fútbol. Los equipos de barrio proliferaron en Orcasitas, que en 1956 ya contaba con cuatro clubes futboleros: El Alegría, el Maris Stella, el San Paulino y el propio Orcasitas, que tenía su campo en la calle Felisa Alonso, pegado a la vía en lo que hoy es Orcasur junto a la Avenida de los Poblados. Sus hazañas deportivas fueron muchas y dieron lugar a lo que hoy es la Agrupación Deportiva Orcasitas. El equipo del barrio. El Fútbol fue importante en la vida de los más pequeños, que incluso podían sacar unas perras vendiendo “La Goleada” y “La Gaceta” a la salida de los cines y en las puertas del metro.

La vida de los más pequeños discurría con alegría. Jugaban en las Praderas del Pradolongo y ensuciaban sus pantalones de la semana. El actual parque era un bello paraje por el que discurría un arroyo, aunque siempre estaba lleno de ratas. Los chavales de Orcasitas hacían grandes batallas a pedradas con los de Usera. Acudían a misa todos los Domingos y se sacaban unas perras recogiendo huesos o balines de la guerra civil para luego venderlos. En las inmediaciones del “Cine Baile” se juntaban para intercambiar tebeos del Capitán Trueno y novelas de Corín Tellado.

Otro trabajillo de los niños consistía en acompañar a sus hermanas mayores al autobús cuando éstas iban a Madrid. Les llevaban los zapatos para que no se mancharan de barro. Cuando llegaban a la parada se quitaban las botas de agua y se ponían los zapatos para estar guapas y limpias de cascarrios (barro) en la ciudad. Los niños retornaban a casa con las botas de agua y a cambio recibían una propinilla.

Ir a Madrid era toda una odisea. Había que coger una Camioneta de “La Adeva”, que pasaba por San Fermín y que siempre venía llena. Más tarde, comenzaron a llegar camionetas pirata que paraban justo delante de las Bodegas Consuegra. Lo más habitual era ir andando hasta Legazpi. Más tarde llegaron las Camionetas Valdés, que como el actual 78 de la EMT, hacían el recorrido de Orcasitas a Embajadores.

Todos tendemos a endulzar los recuerdos. La vida está plagada de momentos felices aún en las peores condiciones, pero es necesario decir que las casi 2500 familias que poblaron Pradolongo y Meseta en los años cincuenta y primeros sesenta, pasaron grandes precariedades y tuvieron unas condiciones de vida extremas, con falta de agua, electricidad y sin unas condiciones mínimas para la higiene básica. Fueron muchos los que murieron a causa de que las ambulancias no llegaran o embarrancaran en La Gran Avenida. Otros tuvieron que ser trasladados por los propios vecinos hasta una zona donde poder ser recogidos. Sirvan estas líneas como homenaje a quienes, desde la más absoluta de las precariedades, aprendieron a soñar con un mundo mejor.


EL NACIMIENTO DE LA ASOCIACIÓN Y LAS PRIMERAS ASAMBLEAS

A comienzos de 1970 nos encontramos con una Orcasitas donde ya estaba construido el Poblado Dirigido, mientras que Orcasur se componía del Poblado mínimo, el de Absorción y Santa María Reina.

En la zona de Meseta y Pradolongo no existía ninguna calle con asfalto, hormigón o aceras. La iluminación únicamente consistía en alguna farola pinchada en los postes de la luz. La instalación de fuentes supuso una mejora muy importante, sobre todo para las mujeres, que ya no tenían que ir al tanque a esperar la cola del agua, en la que a menudo se montaban trifulcas cuando alguien se colaba.

Se vivía en las postrimerías de una dictadura asentada que impedía la libertad de opinión. Cualquier denuncia pública suscitaba polémicas y miedo a las consecuencias. Eso mismo sucedió en el barrio cuando el joven Félix López-Rey realizó de manera ingenua una llamada al programa de radio “Madrid Protagonista”. Félix describió de manera fehaciente la situación en que se encontraba el barrio. Lo que siguió fue un enorme revuelo en toda Orcasitas. Casi nadie tenía televisión y la radio era un medio muy seguido. Las palabras pronunciadas por Félix fueron escuchadas por algunos vecinos que a su vez se lo contaron al resto. La radio generó una chispa que fue clave en nuestra historia.

Por aquel entonces los hombres del barrio tenían un lugar de encuentro y comentario en la Peluquería de Antonio Cicuéndez, situada en la Gran Avenida, allí se hablaba de fútbol, toros y algunas veces de política. En una de esas conversaciones, los vecinos reunieron valor para iniciar una recogida de firmas pidiendo mejoras en el barrio. Algo que, en nuestros tiempos, puede parecer ingenuo, pero que en aquellos momentos suponía un reto para los vecinos. Las firmas coincidieron con una petición del Canal de Isabel II para canalizar el agua. Los del Canal, para facilitar las obras, pidieron hablar con alguna organización del barrio y los vecinos rápidamente les indicaron que debían hablar con el hijo de la señora Tomasa, es decir, Felix, que por aquel entonces contaba con tan solo 22 años. En el camino, los del canal despertaron la curiosidad de un personaje con influencia en el barrio, el falangista Joaquín Pellicer, quien viendo la oportunidad de hacer negocio con las demandas vecinales acompañó al joven Félix y a un vecino también histórico, José López de Pablo Eugena, “El señor Pepe” a la reunión con los del Canal. Durante el trayecto Joaquín Pellicer, dando por hecha la ingenuidad de sus acompañantes, trata de dirigir la reunión y les plantea que a los directivos del canal se les diga que son una asociación en trámite de constitución. En un primer momento Felix y el señor Pepe se extrañan y no ven muy claro eso de “la asociación” pero, sin saberlo, el falangista les había dado una clave que iría tomando forma en el futuro. Será en 1970 cuando se funde la Asociación de Vecinos de Orcasitas, manteniendo las primeras reuniones en la peluquería de Antonio Cicuendez, de manera informal.

Posteriormente y partiendo de unos estatutos proporcionados por la Asociación de Vecinos del Pozo del Tío Raimundo, se presentaron unos estatutos en el Ministerio del Interior que fueron objeto de las trabas del preboste de turno, un tal López Amor. No olvidemos que la dictadura estaba en su última fase y existía un cierto miedo en el régimen ante lo que pudieran dar de sí las iniciativas ciudadanas.

Finalmente, tras meses de espera, la Asociación fue legalizada en Diciembre de 1971. A partir de ese momento comienza una nueva etapa en la que los vecinos se reúnen con mayor seguridad y confianza. Una dinámica de Asambleas todos los Miércoles a las 20:30 de la tarde que habría de mantenerse durante décadas.

En Junio de 1972 comienza la construcción del local de la Asociación de Vecinos. Con cada ladrillo que se pone y cada asamblea que se realiza los vecinos van forjando una identidad que redundaría en un gran sentimiento de unidad y en unos ideales compartidos.

La construcción de la Asociación constituye una gesta difícil de recoger en esta breve historia. Los primeros ladrillos se ponen gracias a los vecinos que se implican activamente en la construcción. Se trabaja en las tardes y días festivos, cuando los hombres han salido del trabajo y pueden dedicarle tiempo. “Aprovechan” los materiales de las obras en las que los propios vecinos trabajan. Es una tarea ardua y pesada, que provoca momentos emotivos de todo tipo: sinsabores, esfuerzos vanos, pero también solidaridad, amistad y compañerismo. La historia de Filomeno Nieto merece ser reseñada. No faltó ni un solo día a la construcción de la Asociación. Gracias a su esfuerzo y al de otros muchos, se pudo culminar la tarea. Anochecía en Orcasitas, Rufino Hernández junto a Félix López-Rey tratan de levantar una verja para culminar el cierre de la Asociación. Tras muchos intentos y sudores caen rendidos por el esfuerzo y rompen a llorar ante la impotencia. La metáfora de estos hombres generosos, abatidos por el peso de los acontecimientos da una idea de lo que supuso este capítulo para nuestra historia.

Con el Local terminado, se consigue algo más que un lugar de reunión. La Asociación estaba equipada con duchas y wateres, algo de lo que no disponían los vecinos en sus casas. Poder lavarse el cuerpo sin tener que viajar hasta la casa de baños más próxima es para los vecinos todo un sueño. En ese momento la Asociación comienza a llenarse de vida y se convierte en la casa de todos. Incluso se llegan a vender cajas de cerveza a precio barato para recaudar fondos, lo que tuvo mucho éxito.

En Febrero de 1973 y de acuerdo al censo realizado por la Gerencia Municipal de Urbanismo los habitantes de Orcasitas vivían en una media de 24 metros cuadrados por familia, únicamente el 11% tenía agua corriente y quienes disponían de sanitarios los tenían ubicados en el exterior de las casas. La situación de precariedad llevó a los que económicamente prosperaban a salir del barrio y buscar vivienda en otras zonas. Los que se quedan comienzan a vivir una sucesión de acontecimientos extraordinarios que convertirían a Orcasitas, un lugar desangelado y lleno de barro, en uno de los barrios mejor urbanizados de Madrid.

En la Asociación se nombra la primera Junta Directiva que es presidida por Casimiro Macías, un hombre del pueblo que contribuyó a aportar la palabra de quienes, con un lenguaje llano y sincero, reclamaban mejoras sustantivas. Le acompañaron y arroparon personas de buen corazón y dedicación, como Mª Luisa Jadraque, la primera mujer que llegó a la Junta Directiva. Aun faltaba mucho camino por recorrer por las mujeres para su equiparación social pero en Orcasitas estuvieron siempre en primera línea.

La iniciativa de los vecinos estuvo acompañada de la implicación de muchas personas que dedicaron su vida a trabajar denodadamente por el barrio: religiosas como Inés Saenz de Heredia, Teresa Martín Ramos y Purificación López Ortiz, también universitarios que, por aquel entonces, bajaban a los barrios obreros para ponerse a disposición de quienes tenían unas condiciones de vida más precarias.

Haciendo un recorrido rápido y con el peligro de dejar muchos nombres en el camino, podemos reseñar que por Orcasitas pasaron durante los setenta intelectuales como el sociólogo Manuel Castells , urbanistas como Luis Mapeli, Eduardo Leira, Ignacio Solana, Jesús Gago, Javier Vega, Carlos Sánchez Casas o José Manuel Bringas, periodistas como Ángel del Río, César de Navascues, Manuel Marlasca, Fernando García Romanillos, Ana de Prado, Aurora Moya, Antonio Ruiz del Árbol, Andrés Manzano,... y juristas de la talla de Amalia Liñán o el propio Eduardo García de Enterría, el profesor y escritor Antonio Cilloniz...


LA LUCHA POR LA VIVIENDA

Precisamente este último contribuyó a la primera victoria histórica del movimiento asociativo de Orcasitas. Corría el año 1973 cuando salía a la luz pública una sentencia por la que se reconocía la legalidad de las exigencias de los vecinos para ser alojados en su barrio. Esa sentencia del Supremo, conocida como la “Memoria Vinculante” suponía que los vecinos no podían ser expulsados de su barrio. Se ponía así un importante freno a los procesos especulativos con el suelo y se convertía en realidad aquello de “la tierra para quien la trabaja”.

La victoria no sólo fue un logro para los vecinos de Orcasitas sino también para el resto de los barrios de este país.

A partir de ese momento comenzó el desfile de innumerables delegados provinciales de vivienda por Orcasitas. Se había entrado en un proceso de negociación en el que la fuerza de los vecinos era fundamental. Los de Orcasitas estaban lanzados y es en ese momento cuando se produce la visita al barrio de Juan de Arespacochaga, a la sazón alcalde de Madrid en ese tiempo, acompañado por Florentino Pérez, actual presidente del Real Madrid y que en esos momentos era Delegado de Saneamiento y Medioambiente en el Ayuntamiento.

Durante la visita, el Alcalde siente la realidad y vive experiencias intensas, como el encuentro con una vecina que le espeta sin conocerle: “al cabrón del alcalde le traía yo por aquí”. Arespacochaga viendo la espontaneidad inocente de la mujer simplemente la contesta con un “todo se andará señora, todo se andará”. La jornada sirve como un reconocimiento institucional a la Asociación de Vecinos. El barrio empieza a ser un lugar de paso para muchas personalidades y con cada visita se producen nuevos avances en el proceso de remodelación, que estaba iniciando sus primeros pasos. La combinación de presión vecinal con la implicación de intelectuales y políticos ha sido una fórmula que se ha venido manteniendo a lo largo de toda la historia de Orcasitas hasta la actualidad.

La situación avanza y son muchos los barrios de Madrid que quieren seguir el ejemplo de Orcasitas. Aparecen movimientos asociativos en muchos barrios que dan lugar a su propia asociación. Es el momento en que se crea la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, que se gesta en una reunión mantenida clandestinamente en el barrio del Pozo.

Será la propia Federación la que en Mayo de 1976 convocará el denominado “Día vecinal en el campo”, que consistía en una excursión a Aranjuez de vecinos de todos los barrios de Madrid. A lo largo de toda una pradera se situaban miles de vecinos de las diferentes asociaciones que habían llegado por la mañana en autocares. Todo estaba preparado para la celebración de un día alegre y reivindicativo. En un momento dado, sin avisar previamente, la guardia civil de Valdemoro realizó una intervención brutal. Los vecinos huyeron despavoridos, tratando de evitar los golpes. La intervención causó numerosos heridos y los vecinos fueron apaleados hasta que volvieron a los autocares.

En 1976 Orcasitas protagoniza otra conquista con la llamada “Guerra del Pan”. La presidencia del Consorcio de Panadería, un organismo similar a un lobby que agrupa a los empresarios del pan de Madrid, estaba representada por Constantino Pérez Pillado, que a su vez era teniente alcalde en el Ayuntamiento de Madrid. La relación entre las instituciones y el mundo empresarial, similar a la que ahora se produce en materia de vivienda, provocó que el fraude en el peso de las barras se produjera de manera sistemática. Los vecinos lo detectaron y denunciaron públicamente la situación. La intervención de Alonso Munárriz, empresario panadero que se solidariza con los vecinos, propició acciones reivindicativas caracterizadas por sus altas dosis de imaginación y creatividad.

Los vecinos de Orcasitas comienzan a vender pan a un precio justo bajo una pancarta que decía: “Aquí se lucha contra el fraude del pan y la carestía de la vida”. La noticia aparece en todos los periódicos. Finalmente en Moratalaz se celebra una manifestación en la que más de 10.000 vecinos y sobre todo vecinas reclaman “Pan, trabajo y libertad”.

En 1977 se produce la visita del entonces ministro de urbanismo Joaquín Garrigues quien, tras patear el barrio, se identifica plenamente con los vecinos y se pone manos a la obra para dar salida a sus demandas.

Lo más importante de este periodo es la lucha. Este barrio logró tumbar dos planes parciales y finalmente se quedó con el tercero que, tras ser aprobado en asamblea, ofrecía mayores garantías de viabilidad. El repertorio de la protesta desplegado por los vecinos durante esos años incluyó: manifestaciones, concentraciones, encierros, cortes de carretera y un sinfín de situaciones que implicaron riesgo y tensión para sus protagonistas.

Por poner un ejemplo en estas escasas líneas, el vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Orcasitas, Rufino Hernández, fue detenido e interrogado por la Brigada Político Social. Otras detenciones fueron: Santiago Anes, Antonio Barragán, Julián Sánchez o Félix López-Rey. La represión y el miedo estuvieron presentes en esta parte del proceso. La transición “pacífica” se cobró también víctimas de Orcasitas, como Arturo Pajuelo, un joven líder del Poblado de Orcasitas que fue asesinado en una manifestación por un elemento fascista al que nunca se llegó a detener.

En la medida que las asambleas se fueron haciendo más numerosas hicieron su aparición confidentes de la policía e infiltrados que pretendían acallar el movimiento o simplemente distorsionarlo. Más pronto que tarde fueron identificados por los vecinos y expulsados de las Asambleas

Capítulo aparte merecen los partidos políticos de la izquierda que, en algunos casos, trataban de tener su representación dentro del movimiento propiciado por los vecinos. Afortunadamente y desde la pluralidad que supone una asamblea amplia, los vecinos de Orcasitas supieron gestionar estos avatares.



LA REMODELACIÓN

La lucha por la vivienda fue adquiriendo intensidad en consonancia con el ambiente social de la transición. En las asambleas se hablaba de la mejora de las condiciones de vida, pero también se reclamaba amnistía para los presos políticos. La asamblea cumplía así un papel político y sirvió para que los vecinos de Orcasitas experimentaran la democracia antes de que ésta se consiguiese para todos.

Básicamente siempre se exponía un tema relacionado con la actualidad, tras lo que se entraba de lleno en los temas del barrio. De esta forma se trataba de mantener la atención de los asistentes hasta el final incorporando elementos nuevos que potenciaran el aprendizaje de los participantes.

El periodo más difícil de la asamblea sucedió cuando se procedió al realojamiento de la población procedente de Pradolonguilo, Pradolongo, Rancho del Cordobés y Hormigueras. Era necesario evitar que hubiese gentes que, aprovechando el proceso, pretendieran obtener una vivienda de manera engañosa, “colándose” como si fueran habitantes de los barrios a remodelar. Las asambleas, celebradas en el Colegio Meseta con numerosa participación, cobran en muchos casos una dimensión dramática. Son los propios vecinos quienes tienen que reconocer en público a las familias que pretenden vivienda para poder llegar a un censo ajustado a la realidad. La Asociación de Vecinos asumió un duro papel que en otros casos hubiera correspondido a las administraciones.

Es en esta etapa cuando dos personas asumen el coste que supone garantizar el desarrollo de todo el proceso: Antonio Barragán y Emilio Fernández. Su labor, muchas veces incomprendida, fue necesaria para que todo llegara a buen puerto. Fue una etapa laboriosa y llena de dificultades y sinsabores.

Posteriormente las asambleas abordaron temas más atractivos. Comenzaron a construirse las viviendas y había que elegir el color de los ladrillos, la distribución de los pisos, el tipo de construcción, etc. La forma en que se gestionaron estas decisiones, tomadas en asamblea y de forma transparente, sentó un precedente que luego fue recogido por futuros proyectos cooperativos en todo el país. La remodelación finaliza con éxito y se convierte en un ejemplo a seguir.


1986, LA INAUGURACIÓN DEL BARRIO

El barrio lo celebra en el año 1986 con una fiesta de inauguración. Orcasitas, celebra su incorporación oficial a la ciudad con actos culturales, competiciones deportivas y celebraciones colectivas, así como la edición de un libro conmemorativo (“Del barro al barrio”) y una exposición que resume el proceso de remodelación.

El evento fue diseñado fundamentalmente por Natividad Fernández, que luego sería presidenta de la Asociación y Antonio Barragán, que era presidente en ese momento. Tras largas jornadas de trabajo en equipo logran presentar un programa espectacular.

Acuden, entre otros: Juan Barranco (Alcalde de Madrid), Joaquín Leguina (Presidente de la Comunidad de Madrid), Marcelino Camacho, Luis Miquel (Arquitecto), José León Paniagua (Subdirector del IVIMA), Jesús Leal (Sociologo), Javier Vega (arquitecto), Eduardo Leira (arquitecto), Eduardo Mangada (Consejero de ordenación del territorio), Eduardo García de Enterría (jurista), Luis Mapelli (Arquitecto), Enrique Bardají (Gerente municipal de urbanismo), Jesús Gago (Arquitecto)... Leopoldo Pellón (Exdelegado de obras en al época del Alcalde García Lomas) la viuda y padre de Joaquín Garrigues y un largo etcétera. Los políticos, intelectuales, técnicos y expertos de nuevo se implicaban con el barrio, esta vez en un momento de celebración.

Lo más importante fue la numerosa participación de los vecinos. Era un momento para festejar un triunfo, que únicamente con los años ha adquirido su verdadera dimensión. Fue un momento de unidad. Lo que se consiguió se logró gracias a todos. Gracias a los líderes del movimiento asociativo que supieron aglutinar, motivar, tener visión. Gracias a los vecinos que se implicaron y gracias a muchas personas anónimas que pusieron su granito de arena para que todo marchara bien.

Los vecinos disfrutaron con el cante de “El Lebrijano”, José Menese o Miguel “el Rubio”; los jóvenes escucharon a la Orquesta Mondragón y a Ramoncín, y todos en general pudieron disfrutar del circo de Teresa Rabal. También contamos con la presencia de Carlos Cano, Juan Diego, Paula Molina...

Los festejos finalizaron con la audiencia real a una representación de los vecinos del barrio. Era el broche de oro a toda una gesta, la de los vecinos de Orcasitas. De esta época es también la inauguración del parque Pradolongo, en el año 1986, el “primer parque democrático”, tal y como rezan algunos titulares de la prensa del momento.

Con el barrio ya construido Orcasitas entra en una nueva etapa en la que de nuevo aparecen dificultades. Los primeros años ochenta están marcados por la crisis y el azote de la heroína. Son muchos los jóvenes que acusan una falta de perspectivas laborales y vitales. La delincuencia juvenil es un titular habitual en muchos periódicos. Aparece un término hasta entonces desconocido: “la inseguridad ciudadana”. En Orcasitas muere Julio Martín Jiménez, comerciante que estaba al frente de una droguería. La posterior manifestación que recorre las calles del barrio es impresionante. De forma espontánea se realiza una huelga general en los comercios de toda Orcasitas. Otra vez el barrio tiene problemas. Son muchas las voces que se levantan para protestar y exigir medidas policiales. Incluso se propone formar patrullas ciudadanas.

La Asociación, trata de abordar todos estos problemas con responsabilidad moviéndose en dos frentes: continuando con las reivindicaciones para que el barrio se desarrolle y mejore su calidad de vida y poniendo en marcha una serie de medidas para ofrecer alternativas a los más jóvenes. Natividad Fernández es quien preside en esta etapa la Asociación y es también quien impulsa la Coordinadora de Prevención contra la droga y la delincuencia. Se trató de contrarrestar los problemas con programas educativos, escuelas de adultos, campamentos de verano, educación infantil y juvenil. Los resultados fueron muy buenos. En lo deportivo se ponen en marcha una escuela ciclista al frente de la cual estaba el Sebas, una escuela de atletismo que llevaba Lorenzo, o el Tenis de Mesa que coordinaba Miguel o la Escuela de Fútbol, que con tanto cariño inició Tiburcio.

La etapa de Natividad Fernández supone un revulsivo en el ámbito educativo y el mundo juvenil. Se revitaliza la Asociación Juvenil, con diferentes generaciones: Darío, Rosa, Yolanda, Concha, Bauti, Ángel Olivares, que trae el teatro al barrio y muchísimos más. Es la época de surgimiento con fuerza del carnaval, que viene siendo un éxito desde entonces.

También en esta etapa se ponen en marcha el Centro de Mayores que está dedicado a José Manuel Bringas y la Casa de Oficios, que comienza su andadura para abordar propuestas de formación y empleo en el barrio. De igual modo, Radio ELO es inaugurada por el entonces alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún, quien mostró una especial dedicación y cariño a Orcasitas. La radio, que actualmente sigue adelante, sirvió para que muchos jóvenes comenzasen a comunicar lo que les preocupaba y dar sus primeros pasos en el mundo asociativo. De esta etapa son el Gandhi, Pasa, Canca y Pedro Cachinero, su primer director. El Centro Cultural, localizado en el propio edificio de la Asociación de Vecinos, es un lugar de encuentro y actividades. La dirección del centro es consensuada por la Asociación y el Ayuntamiento de Madrid, lo que garantiza una mejor adaptación de su programación a los gustos y necesidades culturales del barrio. La guinda se pone con los veranos culturales: conciertos y atracciones en la plaza durante los meses de verano. Un lujo que lamentablemente duró poco.


DE LOS NOVENTA HASTA AHORA

En los años noventa se produce un retroceso en el movimiento asociativo. La sociedad ha evolucionado, las necesidades básicas parecen cubiertas y hay una cierta relajación social, también en Orcasitas.

Son momentos difíciles donde se confrontan diferentes perspectivas a la hora de determinar los caminos que habrían de abordarse en el futuro. Tras Natividad Fernández y por un periodo breve será Pedro Luzón quien presida la Asociación de Vecinos. Se encuentra con un barrio ciertamente menos vertebrado en cuanto a participación, en lo que de nuevo será una etapa difícil. El movimiento asociativo de Orcasitas es víctima de su propio éxito. Los años difíciles han marcado muchas trayectorias y se produce una cierta división interna.

En diciembre de 1994, con Félix como Concejal en el Ayuntamiento junto a otros representantes vecinales, entre los que destacamos a Pedro Casas y Mª. José Gallego, se organiza la visita del rey a los barrios del sur, concluyendo en Orcasitas, que servirá para que las asociaciones de Madrid expongan sus demandas ante los medios de comunicación en lo que fue una jornada de reivindicación de los barrios del sur.

Los noventa son años en los que el gobierno del Partido Popular se asienta en la capital. La derecha, viendo al movimiento asociativo pasar por momentos de debilidad, inicia una serie de agresiones contra el barrio de Orcasitas.

Será Juan Fernández quien sustituye a Pedro y como presidente de la Asociación tiene que hacer frente a la avalancha y aguantar el tirón junto con sus compañeros. Los peores momentos vienen de la mano de un presidente de la Junta Municipal de ingrato recuerdo para Orcasitas: Alberto López Viejo. Un joven concejal del Partido Popular que quiere hacer carrera a costa de dinamitar la Asociación de Vecinos. Sus artimañas comienzan por romper los compromisos del Ayuntamiento de Madrid y nombrar de manera unilateral la dirección del centro cultural en la persona de Mª del Valle Camello. La directora comienza a realizar una serie de maniobras tendentes a privar a la Asociación de sus propios locales. La contestación de los vecinos es atajada con todo tipo de medidas represivas hasta que, en una jornada, introduce a la policía en los locales de la Asociación para humillar y reprimir la contestación vecinal. La cosa termina con cinco vecinos injustamente llevados a juicio, con el consiguiente perjuicio moral para éstos. Afortunadamente el barrio responde y se celebra una manifestación con miles de personas, algo que para los tiempos que corrían sorprendió a propios y extraños. En estas movilizaciones tuvieron un papel dinamizador muy importante los chicos y chicas de Radio ELO. La nueva generación que se había forjado estaba empezando a dar sus frutos. La historia continuaba.

En el momento actual, Orcasitas posee una pluralidad de asociaciones y colectivos que tienen objetivos diferentes pero, en cierto modo, convergentes. La Asociación de Vecinos trata de dar cancha a todos los que quieren promover iniciativas y en los últimos tiempos ha posibilitado la puesta en marcha de proyectos como Activa Orcasitas para promover la participación ciudadana. Su presidenta, Mª Antonia García-Heras ha mucha importancia a la cultura en su mandato. También ha promovido una suerte de espíritu de consenso muy positivo.

Los vecinos y vecinas del barrio se han movilizado en los últimos tiempos con éxito de participación: ejemplos de esto último son la lucha por el enterramiento de los cables de alta tensión, que tuvo mucha repercusión en el 2003 y la movilización contra el cierre del Pradolongo, que está teniendo gran seguimiento. Se ha mantenido e, incluso, incrementando la participación en fiestas populares como el carnaval, el día del libro o el día de la mujer. Precisamente la Asociación de Mujeres de Orcasitas está integrada por muchas mujeres que dan soporte a multitud de eventos y mantienen una actividad constante.

El ámbito de la comunicación tiene dos referentes en el barrio: Radio ELO, donde se juntan los jóvenes más alternativos para realizar programas de alto contenido social y la Revista de Orcasitas, que sirve de vehículo de comunicación con sus novedades y noticias en el barrio.

En la Asociación Juvenil de Orcasitas encontramos un interesante grupo de jóvenes formado por chicos y chicas que participan en actividades socioculturales y en todo aquello que pueden. Son el grupo de monitores que siguen trabajando con los más pequeños en las escuelas de verano e invierno y que dinamizan la escuela de padres.

Recientemente se ha incorporado un nuevo colectivo al barrio, Orcasitas Solidaria, que está integrada por gente de la parroquia y de otros ámbitos del barrio. Es éste un colectivo que trabajó mucho en las manifestaciones y concentraciones contra la guerra que partieron del barrio.

En lo que respecta a la cultura podemos contar con el grupo de teatro L´Orcasitas, que integra a actores de todas las edades y que está presente en el barrio a través de sus representaciones.

La escuela de fútbol sigue siendo un referente para muchos jóvenes que practican deporte y tienen un espacio social donde hacer amigos y disfrutar de la manera más sana.

El ambientillo que se respira es de cierta ilusión. Activa Orcasitas ha sido una idea que parece haber puesto en marcha de nuevo al barrio. Son muchos los problemas que quedan por resolver. El Partido Popular sigue gobernando en Madrid y la inversión en Orcasitas es escasa. Los problemas con la educación, vivienda y empleo en el barrio son tremendos, seguimos estando a la cabeza en cuanto a paro y a la cola en renta per cápita, pero tenemos chispa los de Orcasitas y de vez en cuando nos ponemos a soñar todos juntos y empiezan a cambiar las cosas. Que no decaiga.