Azorín como periodista
José Martínez Ruiz (1874-1967), que inmortalizó el seudónimo de «Azorín», es uno de los mayores escritores españoles de nuestro tiempo, autor de un centenar y medio de libros que renovaron la prosa española desde principios de siglo pasado hasta hoy. Cultivó todos los géneros, salvo la poesía, destacando como dramaturgo, ensayista, cuentista, y sobre todo novelista y más aún como articulista en la prensa, genero al que se dedicó de manera prioritaria durante casi ochenta años de su larga vida. Y si pensamos que más del ochenta por ciento de sus libros son recopilaciones de textos previamente publicados en la prensa, planteamos una duda que todavía no se ha resuelto, pues nadie habla de Azorín solo como periodista, que es lo que verdaderamente fue casi en exclusiva. En toda la historia de la literatura española, solo Larra ha pasado a formar parte de ella como periodista, labor en la que superó lo que hizo en la poesía, el teatro, la novela o la traducción, lo que muestra de manera ostensible que las relaciones entre esos dos géneros más hermanos que hermanados siguen siendo bastante difíciles, y que la gloria literaria no se otorga con claridad a los trabajadores de la prensa, por titánicos que sean sus esfuerzos, al menos por ahora.
Lo que sucede es que la obra que el escritor Azorín dejó impresa en la prensa española ha sido excepcional, y así lo recuerdan algunos de sus más memorables títulos, que a veces parecen escritos a partir de un proyecto previo que los organizaba de antemano como si estuvieran destinados a ser capítulos de los libros en que finalmente se organizaron, La ruta de Don Quijote, Los pueblos -ambos de 1905-, o en recopilaciones de comentarios críticos, en los que también renovó la crítica literaria en su tiempo, donde dejó uno impronta total, como en Lecturas españolas (1912), Al margen de los clásicos, Una hora de España (1924). Político más bien conservador, diputado, subsecretario, académico (bien que republicano en su tiempo) siempre se plegó a cada situación de manera imperturbable, impasible y casi «asiática», como si le poseyera siempre un intimo escepticismo esencial. Tras la guerra, se hizo más memorialista, en Valencia y Madrid (los dos de 1941). Su importancia reside en la creación de una prosa sencilla, directa, natural y quintaesenciada, que barrió de raíz todas las retóricas anteriores, pues ya nadie sobre todo en la prensa escribe como se hacía antes de 61: ya no se puede. También destaca como narrador y dramaturgo vanguardista y excepcional y por ser, tras su ingente labor crítica que nunca se presentaba como tal, el autentico creador impresionista, siempre personal y subjetivo del actual canon de la literatura española de todos los tiempos.
Referencia[ ]
- CONTE, Rafael. Azorín como periodista, en Enciclopedia Madrid S.XX
Este artículo reproduce el capítulo homónimo de la Enciclopedia Madrid Siglo XX, cuyo autor conserva el copyright.
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