Chamberí

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El barrio de Chamberí tiene ecos de zarzuela. Pese a su génesis de arrabal extramuros, habitado por inmigrantes llegados de todas las regiones españolas, ha quedado identificado, en la particular iconografía de madrileñistas nostálgicos y guías turísticas, con el Madrid más castizo y popular. Su formación temprana, a inicios del siglo XIX, le permitió adquirir, cuando la ciudad creció más lejos y más rápido, la curiosa condición de apéndice, más obrero y menos pobre, del casco antiguo de la villa. Así, como si el tiempo pudiera detenerse, se busca en sus calles la vida bulliciosa de talleres y tabernas ruidosas; en sus diversiones, remedos de la verbena del Carmen; en sus edificios, las viejas casas de corredor; y en sus vecinos, rastros de los antiguos chisperos y majas, con su lenguaje repleto de gracia y chulería, que representaron como nadie a las clases populares finiseculares.

Sin embargo, la actualidad del barrio es muy distinta, desde principios de siglo ya individualizado administrativamente como Trafalgar mientras Chamberí quedaba como referencia para el área más amplia y heterogénea que era el distrito. La categoría del Ensanche que se impuso al arrabal y la centralidad de toda la zona han convertido este espacio en un ámbito atractivo y de calidad. De su pasado queda el plano, singular frente a los sectores inmediatos, y algunos rincones en las calles más estrechas, en torno a las plazas de Olavide, Quevedo o Chamberí, donde aún la renovación, impetuosa y temprana en zonas adyacentes, no ha sustituido las viviendas por apartamentos u oficinas, las tiendas de barrio por boutiques y las fondas por restaurantes. Aquí perduran algunos establecimientos tradicionales y los nuevos buscan nombres evocadores, como los madriles o los gatos, siguiendo el mismo patrón que lleva a la asociación de vecinos a elegir El Organillo.

Estas manifestaciones testimoniales no encubren la verdad de un área en transición. Exponentes del viejo barrio serían el peso de la población mayor de sesenta y cinco años, más de una cuarta parte del total, por encima incluso de la media del centro histórico, y el mantenimiento de parte del caserío aún sin renovar. Los cambios, sin embargo, se perciben en las perdidas demográficas continuos desde los años sesenta, mientras la ciudad en conjunto mostraba los mayores índices de crecimiento, en el actual predominio laboral de directivos, profesionales y técnicos frente a obreros y empleados y, en consonancia con todo ello, en la renta anual media, situada entre las más altas de la ciudad.

Referencia[ ]

  • CANOSA, Elia. Chamberí , en Enciclopedia Madrid S.XX


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