Empedrado
Se desconoce la fecha en que se empedró por primera vez alguna calle de Madrid. El primer documento que menciona el empedrado data de 1545 en que se da por supuesto su existencia porque unos vecinos de la antigua calle de la Cárcel solicitaban que se empedrase «un trozo de calle que aparecía desempedrada por haber sido ensanchada la misma calle». En 1611 se nombraron siete comisarios de empedrados, uno por cada cuartel en que se hallaba dividida la ciudad. En aquella época el empedrado de las aceras frente a las casas lo pagaban los vecinos y el centro de las calles, el Ayuntamiento. En 1665, ante el mal estado del empedrado de la calle del Tesoro, por donde transitaban principalmente los coches reales, se decidió empedrar el trozo correspondiente con «encajonado de adoquines de berroqueño», siendo la primera calle adoquinada de Madrid. Los empedrados debían ser de una piedra muy buena llamada Cabeza de Perro, proveniente de los montes de Vallecas o Coslada. En 1828 se aprobó el proyecto de un nuevo empedrado, debiendo hacerse con «paralelepípedos de pedernal bien cuajado é iguales en su altura, por ser la más duradera y económica». En 1844, a imitación de otras capitales europeas se decidió hacer un ensayo de empedrado con madera en la calle Angosta de Peligros, según un modelo procedente de Londres. Pero no tuvo éxito, bien porque no se colocó sólidamente, bien por efecto de las lluvias que levantaban las maderas, por lo que supuso un enorme gasto que obligó a sustituir la madera por adoquines en 1848. El asfaltado se empezó a usar a mediados del siglo XIX pero debido a su alto coste hasta casi cien años más tarde no se usó definitivamente. En la actualidad, el Ayuntamiento está sustituyendo en las calles del casco antiguo el asfalto por adoquines planos dentro de su programa de recuperación y embellecimiento de las calles del centro de Madrid.
