Escudo de Madrid
El escudo actual data de 1967 en el cual aparece un oso de pie abrazado a un madroño. En el primer escudo que tuvo Madrid el oso aparece en solitario, pastando y con las siete estrellas dentro del cuerpo. Según se cuenta, en el escudo aparece un oso porque en tiempos remotos Madrid tenía muchos osos que moraban en sus tierras. Otra teoría dice que cuando los romanos llegaron a Madrid probablemente traían como insignia de alguna hazaña valerosa, un oso al igual que los romanos llegados de León portaban este animal como emblema.
Las siete estrellas se refieren a la constelación de la Osa Menor, conocida como "el carro". En 1212 comenzó un pleito entre el Cabildo y el Concejo por la posesión de ciertas tierras, pies de árboles, pastos y caza de ciertos montes. Tras veinte años de pleitos, en 1222, ambas partes acordaron que a la Iglesia le correspondería los pastos y las tierras, y al Concejo se le concedió los pies de árboles (y probablemente la caza). Para ratificarlo, el Cabildo adoptó un escudo con una osa pasante -paciendo los pastos- y el Concejo otro con una osa rampante -abrazando el tronco del madroño-. Y se eligió un madroño como enseña por la gran abundancia de estos arbustos en la zona: por eso, desde el siglo XIII data la denominación de la “Villa del Oso y el Madroño” para Madrid.
Los historiadores de siglos pasados cuentan que la corona real fue concedida por Carlos I en las Cortes de 1544. El emperador además concedió que se pusiese sobre el escudo de armas la frase la “Coronada Villa de Madrid”.
En cuanto al sexo del oso, en los documentos antiguos figura una osa, pero no se sabe cuando ni por qué, la osa pasó a ser oso. En los antiguos manuscritos siempre se ha hablado de la osa. Podría ser que la osa pasara a ser oso por “comodidad”, porque es más cómodo decir la Villa del oso y el madroño que la Villa de la osa y el madroño, por aquello que en el caso femenino hay que añadir el artículo “la” haciéndolo más largo.
En 1842 el escudo recibió un nuevo “inquilino”, un dragón alado, y un nuevo elemento conmemorativo: una corona cívica. Este dragón se volvió a poner en el escudo de Madrid en la Segunda República.
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