Juan Pérez de Montalbán
Juan Pérez de Montalbán (Madrid, 1602 - Madrid, 25 de junio de 1638), escritor y dramaturgo español.
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Biografía[ ]
De origen judeoconverso, fue hijo del librero y editor madrileño Alonso Pérez, que descendía de conversos y era editor de Lope de Vega por privilegio especial del Fénix; se hizo discípulo predilecto y amigo suyo y, a su muerte, escribió la primera de sus biografías, la Fama póstuma, 1636, que esconde los pecadillos del genio. Gracias a Lope pudo estrenar ya una comedia a los diecisiete años. Montalbán obtuvo el grado de bachiller en 1620 y se doctoró después en Teología en Alcalá de Henares; en 1624 publicó el poema anticulterano 'Orfeo en lengua castellana', en respuesta al Orfeo de Juan de Jáuregui y la colección de novelas cortas Sucesos y prodigios de amor; tomó estado eclesiástico en 1625 ingresando en la Congregación de San Pedro de Clérigos de Madrid.
Fue luego notario de la Inquisición; su obra más conocida es el Para todos (1632), colección miscelánea de novelas cortas, piezas dramáticas, discursos y versos que desató las iras de Francisco de Quevedo a causa de la pretenciosidad y amoralidad de algunos de sus contenidos, pero también porque le tenía mucha inquina acumulada a su padre el librero; el caso es que le zahirió sin piedad en su Perinola; Juan Pérez de Montalbán llegó a escribir medio centenar de piezas dramáticas, algunas de ellas grandes éxitos, por ejemplo 'Como padre y como rey' (1629) entre otras muchas. Ambicioso de saber, acumuló una extensa cultura y murió tras padecer un trastorno mental a los treinta y seis años, cuando se hallaba preparando la edición de la primera parte de sus comedias. Algunos echaron la culpa de ese trastorno a su desmedido afán de saber, por ejemplo el poema fúnebre que le dedicó Francisco de Rojas Zorrilla:
- Mártir ya de su mismo entendimiento,
- ¡oh quién no le heredara la memoria
- para no vincular el sentimiento!
- ¡Oh cuánto bronce la futura historia
- tiene de ocupar líneas ciento a ciento,
- que dirán por que no quede al olvido:
- «este murió de no ser merecido»!
- La codicia le dio la muerte fiera,
- que nunca le dejó la pluma ociosa,
- y esta vez fue no más la vez primera
- que sirvió la codicia virtuosa.
- Quiso ser más que él mismo y, como él era
- todo lo más, la cuerda artificiosa
- que concierta el reloj de nuestra vida
- quebró, de no gastada, de oprimida
(En Lágrimas panegíricas a la tenprana mverte del gran poeta, i teólogo Insigne Doctor Ivan Pérez de Montalbán... Recogidas i pvblicadas por la estudiosa diligencia del Licenciado Pedro Grande de Tena..., Madrid: Imprenta del Reino, 1639, f. 20v-21r.)
Dejó inconclusa una segunda parte del Para todos y un Arte de bien morir, así como una novela que había prometido, La Prodigiosa vida de Malhagas el embustero, que no llegó a imprimirse. Fue sepultado en la parroquia de San Miguel y diversos ingenios le dedicaron recuerdos en Lágrimas panegíricas, Madrid: imprenta del Reino, 1639.
Obra[ ]
Escribió un Orfeo en lengua castellana (1624), poema en cuatro cantos dedicado a la célebre poetisa portuguesa doña Bernarda Ferreira de la Cerda, y la colección de ocho novelas Sucesos y prodigios de amor, también en ese mismo año y bastante reimpresa (ocho ediciones en aquel siglo y tres en el siguiente, así como una traducción francesa). Publicó después, en 1627, La Vida y Purgatorio de San Patricio, una y otra vez reimpresa y traducida. De carácter misceláneo es su Para todos. Exemplos morales, humanos y divinos (1632), dividido en los siete días de la semana; contiene interpoladas cuatro comedias y dos autos sacramentales y posee además noticia de unos trescientos escritores, a la manera del Viaje del Parnaso de Miguel de Cervantes o El Laurel de Apolo de Lope. Esta obra fue un exitazo y logró seis reimpresiones en dos años y doce en todos los tiempos, pero su falta de decencia indignó a Quevedo, quien estaba ya indispuesto con el padre del escritor por haberle engañado con su negocio librario (en concreto, con una edición pirateada de su Buscón); por eso compuso contra ella su Perinola, aunque, no contento, todavía cargó contra él en numerosas sátiras personales, como aquella tan célebre que reproducimos por su brevedad:
- El doctor tu te le pones;
- el Montalbán no lo tienes;
- conque, quitándote el "don",
- sólo te quedas Juan Pérez.
Se consideraba a Pérez de Montalbán, junto a María de Zayas, uno de los autores de novelas más licenciosas, escabrosas y macabras del siglo XVII; tenía, en efecto, un sexto sentido para lo sensacionalista; un ejemplo de los extremos a los que podía llegar en la descripción de los goces carnales lo ofrece su novelita La mayor confusión, que indignaba a Agustín González de Amezúa; la obra en cuestión narra nada menos que el incesto de una madre con su hijo, del cual concibe una hija que se convertirá en esposa de quien es su padre y hermano. Fuera de estas curiosidades, la acción en sus obras es vertiginosa y aun frenética y los personajes se dejan llevar por la pasión de una manera tal que se pueden definir, trastocando los tiempos, como románticos. La imaginación, en efecto, reina sobre todas las demás facultades y desprecia completamente la preceptiva, sin perder el tiempo en moralidades; el propio autor presumió de su originalidad e independencia sobre los modelos italianos, aunque, por ejemplo, la novelita citada debe mucho a novellieri como Giraldi Cinthio y Jacopo Sansovino.
Se editaron póstumos por su padre dos volúmenes de sus comedias en 1638. Escribió cerca de sesenta de ellas, muy desiguales de calidad y a veces disparatadas. Pero logró pronto grandes éxitos, con piezas como La más constante mujer, Cumplir con su obligación o De un castigo dos venganzas. Abundan entre ellas las religiosas, que le lograron gran fama, como Santa María Egipcíaca, San Pedro de Alcántara o Santo Domingo en Soriano), pero también piezas históricas interesantes como El segundo Séneca de España, comedia en dos partes sobre Felipe II. También tiene carácter biográfico Diego García de Paredes, un caballero muy popular a causa de su extraordinaria fuerza y grandes hazañas, La monja alférez o Don Juan de Austria. De costumbres es notable La toquera vizcaína (h. 1628) y son excelentes comedias de capa y espada, muy elaboradas, No hay vida como la honra (1627) o La doncella de labor (1631). También dramatizó alguna trama extraída de libros de caballerías, como su Palmerín de Oliva, o La encantadora Lucelinda o su Don Florisel de Niquea. Trató además el tema de Los amantes de Teruel, ya tratado por Andrés Rey de Artieda y que lo sería después también por Tirso de Molina, y escribió pane lucrando comedias de varios ingenios, sobre todo con Pedro Calderón de la Barca.
Cultivó también el auto sacramental con piezas como Las formas de Alcalá (h. 1623), El socorro de Cádiz (1626), Polifemo ()h. 1628), Escanderbech (h. 1629, fundada en una comedia de Luis Vélez de Guevara)
Bibliografía[ ]
- VV. AA. Diccionario de Literatura Española, Madrid: Revista de Occidente, 1964.
- Cayetano Alberto de la Barrera y Leirado, Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español..., Madrid: Rivadneyra, 1860.
- Javier Huerta, Emilio Peral, Héctor Urzaiz, Teatro español de la A a la Z, Madrid: Espasa-Calpe, 2005.
Fuentes[ ]
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