Leyenda de San Antonio el Guindero

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San Antonio, además de ser conocido como el santo casamentero, también se le conoce, aunque menos, como el guindero. La historia viene de antiguo. Se cuenta que subía un hombre por la empinada cuesta de la Vega a lomos de un burro, todo cargado de guindas, cuando el animal, sin motivo aparente, se asustó dejándolas caer por el suelo. El pobre hombre, viendo que la mercancía que llevaba a vender al mercado estaba esparcida por el suelo, quedó desolado y arrodillándose imploró a San Antonio le ayudase. En esto, levantando la vista vio frente a él un fraile que sonriéndole le animaba a que recogieran entre los dos las guindas.

-«No te preocupes, buen hombre, enseguida las tendrás de nuevo en las cestas».

Cuando terminaron comprobó con asombro que las frutas estaban mucho más relucientes que antes de caerse al suelo y en agradecimiento, quiso enviarle una cesta de guindas. El fraile le indicó que le encontraría en la iglesia de San Nicolás. Por la tarde, el hombre fue a la citada iglesia con la prometida cesta de guindas, se arrodilló a rezar en un altar lateral y al levantar la vista hacia el cuadro de San Antonio que tenía enfrente, vio al fraile que esa mañana le había ayudado a recoger sus guindas. El milagro corrió de boca en boca.


Este artículo incorpora material del Diccionario Enciclopédico de Madrid, de María Isabel Gea, publicado por Ediciones La Librería, autorizada su inclusión en Madripedia bajo licencia Reconocimento-CompartirIgual