Manuel Pereira
Manuel Pereira (Oporto, 1588 – Madrid, 29 de enero de 1683) fue un escultor portugués afincado en la Corte española.
Apenas se tienen datos de la vida de Pereira hasta 1646, fecha en que llega a Madrid.
Pese a que se supone que su formación la recibe en su país, se va a convertir en uno de los grandes representantes de la escuela madrileña de escultura. Salvo un grupo de esculturas realizadas para el convento portugués de Santo Domingo de Benfica, el resto de sus obras conocidas se distribuyen entre Madrid, Alcalá de Henares y Toledo.
Establecido en la corte desde muy joven, su obra revela un espíritu clásico, de expresión sobria y sereno patetismo. Su primera obra conocida es de 1624, para la fachada de la iglesia de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares, donde realiza varias figuras de santos. Esta obra le da una gran fama y sus siguientes encargos serán en la misma línea de recubrir fachadas de iglesias con esculturas, realizadas en la capital, destacando la figura de San Bruno de la Hospedería de El Paular (actualmente en la R.A.B.A.S.F.), o la Virgen con Niño de la capilla de San Isidro.
En madera realiza una serie de imágenes de gran realismo y de extraordinaria intensidad expresiva, entre las que destaca una imagen de San Bruno, realizada para la Cartuja de Miraflores. Así como una serie de retablos, entre los que se encuentran el Retablo Mayor de la iglesia de Monserrat y el de la iglesia de San Andrés, este último proyectado por Alonso Cano, ambos desaparecidos. Obras suyas son diversas esculturas conservadas en la Iglesia del Sagrario (Sevilla). También representaciones de San Isidro, San Andrés, Cristo del Perdón, San Martín, San Felipe, San Antonio, San Juan Bautista y una Concepción en Toledo.
Un importante conjunto se halla en el Convento de San Plácido donde trabaja en madera cuatro santos de la Orden Benedictina (San Anselmo, San Bernardo de Claravall, San Ruperto y San Isidoro). Y en el exterior del convento un altorrelieve en piedra berroqueña recoge el momento de la Anunciación.
Hacia los años cuarenta su escultura evoluciona, en contacto con la obra de Alonso Cano, hacia formas más suaves, amables y curvilíneas, destacando de esta época el Cristo del Poder de la Iglesia de Comillas en Cantabria, o el Cristo del Olivar de Madrid.
Pasó casi ciego sus últimos años.
Fuentes[ ]
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