Movimientos feministas

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El régimen franquista propugnó un modelo de familia y de sociedad basado en la subordinación de las mujeres, definidas exclusivamente como esposas y madres, lo que tuvo importantes implicaciones en el plano ideológico, político, legal, educativo y laboral. Muchas feministas de años anteriores, así como mujeres que habían ocupado un papel destacado en la etapa republicana, marcharon al exilio. Así, pues, durante décadas, en un régimen de restricción de libertades, solamente cabe mencionar la labor de algunas escritoras, como María Campo Alange o Mercedes Formica, impulsora de la reforma del Código Civil de 1958, que suprimió algunos de los artículos más lesivos para las casadas; ambas desarrollan su actividad en Madrid y representan trayectorias fundamentales para la recuperación de la conciencia feminista en España.

Los años sesenta muestran una sociedad en cambio: relevo generacional, fin de la autarquía, mayor contacto con el exterior a través de la emigración y el turismo, más presencia de las mujeres en los distintos niveles educativos yen el ámbito laboral. La Ley de derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer, de 1961, suprime algunas limitaciones y muestra la necesidad del régimen de ofrecer una imagen más acorde con la de otros países del mundo occidental.

La segunda ola del feminismo iniciada en otros países en los años sesenta estuvo marcada en el caso español por la dictadura y la lucha por la democracia Mujeres del PCE impulsaron la aparición, en 1965, del Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), con una orientación de solidaridad con los presos políticos y un componente feminista aún poco elaborado, queso iría decantando más tarde. Ante la necesidad de cobertura legal, y tras una experiencia de actuación en la Asociación Provincial de Amas de Casa de Madrid, el MDM lanzó la iniciativa de constituir asociaciones de amas de casa y de hogar en diferentes distritos y en pueblos cercanos a Madrid, siendo las de Tetuán y Getafe las primeras autorizadas, en 1969. La creación, en 1972, de la Asociación Castellana de Amas de Casa y Consumidoras supuso la oportunidad de abrir delegaciones en nuevos distritos y en otras localidades vecinas.

Por otra parte, la abogada María Telo Núñez organiza en Madrid, en 1969, el consejo anual de la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, presentando una ponencia sobre la situación de las mujeres en el Código Civil. Ese fue el germen de la Asociación Española de Mujeres Juristas, creada en 1971, que promovió la reforma del Derecho de Familia: por ley de 2 de mayo de 1975 desapareció la licencia marital y la obligación de obediencia al marido.

En abril de 1974, la Asociación para la Promoción y Evolución Cultural (APEC) iniciaba sus actividades con una conferencia de Betty Friedan en la Fundación March.

Ante la proclamación por la ONU de 1975 como Año Internacional de la Mujer, las mujeres que tenían inquietudes feministas comprendieron que podían aprovecharla ocasión para señalar el atraso y las discriminaciones que sufrían las españolas. Desde el verano de 1974 se llevaron a cabo contactos entre la Asociación Española de Mujeres Universitarias (AEMU), la Asociación Española de Mujeres Separadas (AEMS), asociaciones de amas de casa, grupos cristianos (HOAC, JOC, MAS), etc., para ofrecer una alternativa a través de la elaboración de un programa común feminista y democrático, que se presentó a la prensa en febrero de 1975. Esta plataforma se reunió inicialmente con grupos de Barcelona, que se adhirieron al programa elaborado y lanzaron la idea de celebrar unas jornadas, ratificada posteriormente en reuniones con mujeres de Galicia, Valencia, Andalucía, etc. Así se creó la Coordinadora de Organizaciones y Grupos de Mujeres de todo el Estado, que preparó la celebración de las Primeras Jornadas por la Liberación de la Mujer, en el Colegio Montpellier, en el barrio de la Concepción, en Madrid, los días 6, 7 y 8 de diciembre de 1975, dos semanas después de la muerte de Franco, con la asistencia de unas quinientas mujeres, en una situación de semiclandestinidad. Concluidas las jornadas, se publicó en la prensa la resolución política en ellas aprobada y otro documento suscrito por más de cien de las asistentes. Se elaboró una amplia lista de reivindicaciones relativas a la educación, el trabajo, la familia y la sociedad, coincidiendo en la necesidad de un amplio movimiento feminista.

Entes jornadas ya quedaron perfiladas las diferentes tendencias que en aquel momento se manifestaban dentro del feminismo:

Grupos vinculados en mayor o menor medida a partidos políticos, lo que les daba un mayor radio de acción, aunque en ocasiones limitara su autonomía. Al citado MDM, se añadí ían en los años siguientes la Asociación Democrática de la Mujer (ADM) y la Unión para la Liberación de la Mujer (ULM).

El feminismo radical, que defendía la militancia única en el feminismo, representado entonces por el Seminario Colectivo Feminista de Madrid, que más tarde se desdoblaría dando lugar al Colectivo Feminista; ambos grupos desarrollaron una importante labor de reflexión teórica, junto a la acción reivindicativa.

La llamada tercera vía, opción de aquellas mujeres que, aun aceptando la doble militancia, ponían un especial énfasis en la necesidad de autonomía del movimiento feminista, para definir sus prioridades y elegir sus estrategias. Tuvo su expresión más importante en Madrid en el Frente de Liberación de la Mujer, que se constituyó en enero de 1976.

A pesar de los diferentes enfoques mantenidos por cada grupo, existió una coordinación para acciones conjuntas a través de la Plataforma de Organizaciones y Grupos de Mujeres (desde 1978, Plataforma de Organizaciones Feministas de Madrid), que impulsó campañas, como la que se llevó a cabo en 1976 y 1977 por la amnistía para los delitos de aborto, anticoncepción, adulterio y prostitución, que mantenían en las cárceles españolas a cientos de mujeres. Las manifestaciones ante la cárcel de mujeres de Yeserías se sucedieron. Asimismo, se dejó sentir la presencia de las feministas en las Salesas cuando se celebraron juicios contra mujeres acusadas de adulterio, o contra periodistas que habían publicado artículos sobre anticonceptivos. Como se sabe, en 1978 llegaría la despenalización, tras intensas campañas, tanto del adulterio y amancebamiento como del uso, propaganda y difusión de los anticonceptivos. La lucha por el divorcio y por el derecho al aborto seguiría abierta durante años.

La recuperación del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora sirvió asimismo de punto de confluencia y vino marcada por las acciones de solidaridad del movimiento feminista con trabajadoras que sostenían importantes conflictos laborales.

La etapa esbozada aquí culmina con las movilizaciones feministas (mítines, distribución de propaganda) ante las primeras elecciones de la democracia y el debate constitucional, planteando sus propuestas a los partidos políticos y a la opinión pública en relación con el proceso de cambio político que vivía el país.

Referencia[ ]

  • NIELFA CRISTÓBAL, Gloria. Movimientos femeninos, en Enciclopedia Madrid S.XX


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