Plan General de 1985
El Plan General de Madrid de 1985 constituyó un hito y un referente posterior en el urbanismo de España. Tenía mucho en común con otra serie de planes de otras ciudades, en la saga de lo que el profesor Solá Morales caracterizó como el «Urbanismo urbano».
Esa serie de planes, y el de Madrid en particular, surgen, no por casualidad, en un momento histórico irrepetible: el de los primeros ayuntamientos, elegidos en 1979, en la joven democracia española. Ayuntarnientos con ediles que aún no habían perdido la inocencia. Se genera un clima de entusiasmo e inusitada confianza en la capacidad de cambio. Pronto se perdería, pero aquella se había trasladado a los planes y, en especial al de Madrid, expresión de esa confianza traducida en ambición. Así se transmitió, para fomentar la participación, en la gran campaña de divulgación en la que, como innovación, se utilizaron soportes publicitarios.
La gran aportación del Plan de Madrid fue ser un «Plan para la trasformación de la ciudad», reconocido núcleo central de un área metropolitana que, tras su rápido proceso de formación, entraba en otro, de consolidación, como metrópoli madura. La población metropolitana en su conjunto tendía ya a estabilizarse (en ausencia de inmigración exterior masiva) y a decrecer la del municipio central, cuyo desbordamiento había dado lugar, desde los primeros setenta, a la formación misma del área metropolitana de Madrid. Un fenómeno conocido, característico de las metrópolis, consecuencia de la salida de hogares de Madrid, volunsaria en menos casos, buscando una vivienda mejor en otro entorno, y mayoritariamente obligada, expulsados por el mercado inmobiliario, al no encontrar vivienda asequible en la capital.
Como situación nueva en los primeros ochenta, el plan se aborda para una ciudad que pierde población. Su reto no es el que había sido habitual hasta entonces: ordenar el crecimiento físico, la extensión de la ciudad que, ante la presión demográfica, se dimensionaba mayor que el consolidado, que se tendía a dejar «por imposible». El plan as centra en la ciudad existente, carencial y que muestra lo que se ha hecho mal y se ha dejado por hacer en el acelerado crecimiento. La nueva extensión urbana resulta necesaria aun sin crecimiento de población, pero en ausencia de la presión anterior presenta otro papel: para completar, mejorar y esponjar la ciudad existente.
Usando términos y conceptos acuñados, fue un «Plan de estructura con responsabilidad morfológica». Con minuciosa atención prestada a los trazados, a la recomposición urbana de los tejidos, con propuestas de mejora en los distintos barrios de la ciudad, de abajo arriba y tratando de reequilibrar y equiparar los niveles dotacionales pero, al tiempo, con proyectos urbanos estructurales de transformación, hacia adelante, a futuro, para la ciudad en su conjunto: Atocha, la avenida de la Ilustración (formando parte de una malla), y el Parque Lineal del Manzanares (hoy aún signatura pendiente de la ciudad) son los más emblemáticos. Se posicionan en Linea, premonitoria, de to que luego harían otras ciudades metropolitanas, como Barcelona o Berlín.
Además, y de forma complementaria e integrada con la ciudad existente, se plantea la extensión urbana, en suelo urbanizable, respondiendo a un objetivo expreso de crecimiento demográfico: reducir la pérdida de población, mitigar la inercial expulsión de hogares a la periferia metropolitana. Con realismo, se plantea retener en Madrid un 25% de los que, de otro modo, resultarían expulsados. Para conseguir viviendas asequibles se concierta con la iniciativa privada —otra innovación del Plan del 85—la construcción mayoritaria de viviendas de protección oficial en el suelo urbanizable. Concertada con los propietarios, esa medida es recurrida y después anulada. Premonitoria, no estaba aún expresamente recogida en la ley. Después lo ha sido, incluso en la Ley del Suelo de la Comunidad de Madrid de 2001. Se anuló la medida pero las viviendas, mayoritariamente libres, se construyeron y vendieron. El resultado ha sido el previsible: Madrid ha seguido perdiendo población en los últimos quince años.
La novedad surgió en los ochenta: aumento sustancial del número de nuevas viviendas sin crecimiento demográfico. Nunca visto hasta entonces, se contempló por primera vez en el Plan del 85, que diseñó el soporte para doscientas mil nuevas viviendas, sobre todo en suelo urbano y también en el urbanizable.
Fue en el suelo urbano en donde, con su normativa finalista y el desbloqueo de tantos enclaves, el plan creó las condiciones para la construcción inmediata de nuevas viviendas. En los últimos ochenta, respondía a una nueva demanda que fue la que presionó—no la insuficiencia de suelo—al alza los precios... que, sin embargo, ¡se pagan!, alza que también arrastró a la vivienda usada, cuya venta entonces permite la mudanza con mejora de vivienda.
Otra apuesta del plan: la que hizo por el transporte público, también resultó adelantada a su tiempo. Han tenido que pasar años hasta que el metro fuera convertido en objetivo político.
Referencia[ ]
- LEIRA, Eduardo. Plan General de1985, en Enciclopedia Madrid S.XX
Este artículo reproduce el capítulo homónimo de la Enciclopedia Madrid Siglo XX, cuyo autor conserva el copyright.
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