Química
La química como ciencia experimental, como ciencia moderna, apareció en España a finales del XVIII, casi simultáneamente en el País Vasco, en Cataluña y en Madrid, asociada a la extracción de metales, a la farmacia y a actividades militares. Un momento histórico significativo, asociado este exclusivamente a Madrid, fue la creación primero, en 1832, de la Real Academia de Farmacia, y, en 1847, de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
La historia de la química española en el siglo XX se puede dividir en tres periodos: el primero, de 1907 a 1936, que podría denominarse como el de la esperanza truncada (y en el que, como en el segundo, Madrid desempeñó un papel predominante), está asociado con la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), creada por tres de grandes químicos que trabajaron en Madrid: Antonio Madinaveitia (Facultad de Farmacia), Enrique Moles (Facultad de Ciencias y Laboratorio de Investigaciones Físicas, Instituto Nacional de Física y Química a partir de 1932, perteneciente a la JAE) y el químico aragonés, especializado en espectroscopia, disciplina fronteriza entre la química y la física, Miguel Catalán (Laboratorio de Investigaciones Físicas, también de la JAE).
El segundo período (1939-1975), que cabria valorarse como el «período de la resistencia», coincide con la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y se caracteriza por la pasión de algunos universitarios por mantener viva la ilusión por la ciencia, a pesar de la ruptura casi total con el pasado. La figura más representativa de esa época es Manuel Lora-Tamayo, catedrático de Química Orgánica en la hoy Universidad Complutense desde 1942, más conocido por su vertiente política y legisladora, pero científico de talla internacional. A su lado, figuras como la de Enrique Gutiérrez Ríos (química inorgánica), Jesús Morcillo (química-física) y muchos otros hicieron de la Universidad de Madrid un centro de referencia para los químicos españoles. Sin sus esfuerzos y los de sus colegas de otras universidades españolas el magnífico renacer de la tercera época hubiese resultado imposible.
La tercera época (de 1975 hasta la actualidad) se caracteriza por un florecimiento espectacular de la ciencia española, pero también, al menos en lo que concierne a la química, por una cierta disminución de la supremacía de Madrid, tan clara en el período anterior. A pesar de que, numéricamente, Madrid sigue teniendo la mayor concentración de químicos dentro de España, el peso excesivo de la tradición y una voluntad política de descentralización le han perjudicado. Aun así, hay laboratorios de referencia en química en las grandes universidades madrileñas (Complutense y Autónoma) y en el CSIC. Entre estos últimos, destaca por su importancia y tradición el Instituto Rocasolano de Química Física, el heredero institucional del Instituto Nacional de Física y Química de la JAE.
Referencia[ ]
- ELGUERO, José. Química, en Enciclopedia Madrid S.XX
Este artículo reproduce el capítulo homónimo de la Enciclopedia Madrid Siglo XX, cuyo autor conserva el copyright.
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