Real Sitio de la Florida
En la colina que hoy conocemos como Montaña del Príncipe Pío estuvo la huerta de la Florida. Su primer propietario fue el marqués de Auñón quien, en 1613, se la vendió al cardenal arzobispo de Toledo Bernardo Sandoval y Rojas. En la primera mitad del siglo XVII la finca pasó por varios propietarios (el duque de Lerma, la Compañía de Jesús, el obispo de Badajoz y el marqués de Camarasa) hasta que fue comprada a mediados del citado siglo por Francisco Moura, marqués de Castel Rodrigo. Además, el marqués compró las huertas colindantes -del Molino Quemado, Marquesa de Villahermosa, Buitrera, Minillas, Marcos Sabugal, etc.- que las unió a la finca de la Florida. El marqués mandó construir un magnífico y suntuoso palacio con jardines a la entrada situado en la parte baja de la Montaña, donde hoy se halla la estación del Norte. La finca la heredó Doña Leonor Moura, hija del marqués quien, al morir sin descendencia, se la dejó a su hermana Juana, casada con el Príncipe Pío de Saboya, de donde tomó el nombre con el que ha llegado hasta nuestros días.
En 1792 la finca -que constaba de un palacio, huertas, tierras, palomar, casa de vacas, fuentes, montaña y unos jardines colocados en terrenos a distintos niveles- fue adquirida por Carlos IV. Además, el rey compró a Godoy la llamada finca de la Moncloa, añadiéndola a la Florida convirtiendo las dos posesiones en una finca de recreo denominada Real Sitio de la Florida. Amplió aún más la finca comprando la Granjilla del convento de San Jerónimo, tierras y huertas de los duques de Alba y algunas tierras del Seminario de Nobles. Carlos IV mandó construir un nuevo palacio, obra de Felipe Fontana, quien construyó en la parte más baja de los terrenos la ermita de San Antonio de la Florida, único resto arquitectónico de esta real posesión. La finca estaba rodeada por una sólida tapia.
Con el tiempo, la Montaña del Príncipe Pío se segregó de la Florida. La calle del Marqués de Urquijo señala el límite: al sur de ésta quedaba la Montaña y al norte, la Florida. En 1831, Fernando VII cedió la Montaña del Príncipe Pío a su hermano el infante Francisco de Paula que la convirtió en parque público con paseos y jardines. Entre mediados y finales del siglo XIX se construyó en sus terrenos el barrio de Argüelles.