Sección femenina

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La Sección Femenina de la FET y de las JONS nació en junio de 1934, unos meses después de la fusión entre Falange Española y las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, asumió la jefatura de la Sección Femenina desde el momento de su creación, manteniéndose al frente de la misma hasta la desaparición de la organización en 1977.

Lo mismo que las secciones femeninas de otros partidos fascistas europeos, la Sección Femenina de la FET y de las JONS nace para encauzar la participación y colaboración de las mujeres en los fines de la Falange Española, para adoctrinar alas mujeres en los principios ideológicos del nacional-sindicalismo y para servir de vehículo de transmisión de un modelo femenino acorde con estos principios.

La Sección Femenina nace en un escenario republicano en el que muchos falangistas estaban en prisión y los enfrentamientos violentos entre izquierdistas y fascistas eran frecuentes. En este contexto, no es de extrañar que sus afiliadas se dediquen principalmente a asistir a los presos y a recaudar dinero para ayudar a los heridos y familiares de los caídos en la lucha. Mas curiosa resulta otra de las actividades típicas de esta etapa, que fue pasar arenas en los mitines de la Falange a sus camaradas varones, quienes no podían pasarlas por sí mismos porque eran cacheados a la entrada por la policía.

A partir de la sublevación militar de 1936, la Sección Femenina se moviliza de forma sorprendente, consiguiendo adhesiones masivas de mujeres. Las tareas realizadas por la Sección Femenina en el período bélico, en todo caso, son similares a las realizadas por sus congéneres del otro bando en el frente republicano. Así, apoyándose en el trabajo voluntario de sus militantes, la Sección Femenina instaló enfermerías y lavaderos en los frentes, recaudó fondos y creó talleres de confección de ropa para los soldados. En las zonas conquistadas por los nacionales, realizó cursillos para las mujeres campesinas y organizó campamentos para las niñas. La organización que más repercusión tuvo en esta etapa fue el Auxilio de Invierno, después llamado Auxilio Social, que inicialmente consistió en la creación de comedores infantiles para los hijos de los movilizados o los huérfanos y posteriormente se diversificó en diferentes secciones: de protección a la madre y al niño, de auxilio social al enfermo, de fomento del trabajo familiar, de defensa de la vejez. Otra creación de esta época, en principio dependiente de Auxilio Social, fue el denominado Servicio Social de la Mujer, establecido con carácter obligatorio para todas las españolas solteras de 17 a 35 años por decreto de 7 de octubre de 1937, y que posteriormente sería sufrido y odiado, durante el régimen franquista, por varias generaciones de mujeres.

Con la victoria franquista la Sección Femenina no sólo no desaparece, sino que pasa a formar parte del aparato del Estado como integrante del Movimiento, con la función primordial, encomendada por el Caudillo, de formar a todas las mujeres españolas. Para lo único que las mujeres van a ser requeridas a partir de ahora, de la única forma que ellas pueden ya contribuir a las tareas de la Patria, es teniendo hijos y ocupándose de sus hogares y sus familias.

Paradójicamente, los mandos de la Sección Femenina, las mujeres llamadas a convertir a todas las españolas en modélicas esposas y madres de familia, transgreden de forma flagrante, con su propia vida, el modelo de mujer proclamado desde sus filas. Mientras encaminan al recto de las mujeres hacia el matrimonio y la maternidad, ellas permanecen solteras y no tienen hijos. Mientras animan a todas las mujeres a convertirse en esposas sumisas, legal y económicamente dependientes de sus mandos, ellas son autosuficientes y disponen de independencia económica, lo que les permite escapar de la tutela masculina propugnada para todas las demás. Mientras se esfuerzan por recluir a todas las mujeres en sus hogares, ellas se mueven libremente, desplegando una actividad incesante que las mantiene apartadas de las tareas domesticas. Mientras reniegan de la participación de las mujeres en la esfera pública y en la actividad política, ellas se hacen con un sólido espacio en los mecanismos de participación pública del régimen franquista y consiguen adaptarse, con notable habilidad, a las transformaciones que este régimen va experimentando, de modo que si la rama masculina de la Falange se deteriora progresivamente a partir de 1945, la Sección Femenina mantiene su espacio durante toda la etapa franquista, sin desaparecer definitivamente hasta la disolución del Movimiento en 1977, dos años después de la muerte de Franco.

Las principales actividades de la Sección Femenina durante el largo período franquista se despliegan en el ámbito educativo. La inmediata supresión de la coeducación por el nuevo régimen deja en sus manos, con carácter exclusivo, la formación política de las mujeres. En octubre de 1941 se establece la obligación de impartir a las niñas, tanto en las escuelas primarias como secundarias, las asignaturas de educación física y formación del espíritu nacional, y las asignaturas domesticas se unifican bajo el titulo general de Hogar. La Sección Femenina, que se ocupara también de la formación del profesorado, se asegura así una presencia constante en la escuela que nadie le discutirá.

La educación física de las niñas es contemplada, bajo los auspicios de la Sección Femenina, como una forma de inculcarlas disciplina y fortalecer su moral. Lo cual no le impide restringir la practica deportiva de las mujeres a determinados deportes que, como el voleibol o el baloncesto, son considerados compatibles, física y estéticamente, con su condición femenina. Es posible, pese a todo, que sin la labor de la Sección Femenina en este ámbito el deporte femenino español hubiera sido simplemente inexistente.

Posiblemente es en el medio rural donde la Sección Femenina desempeña una labor social y cultural más útil. Las divulgadoras sociosanitarias rurales, aparte de formar alas mujeres en los principios del nacionalsindicalismo y en materias domesticas, les enseñaran nociones de puericultura, higiene y primeros auxilios. Además de máquinas de coser, llevan a los pueblos bibliotecas, contribuyendo a aumentar el nivel cultural de muchas mujeres sin ninguna otra posibilidad de formación. Es destacable asimismo la labor de recuperación del foklore popular tradicional y su difusión por toda la geografía nacional a través de los Coros y Danzas.

A partir de los años sesenta, los cambios sociales que traen consigo el desarrollo industrial y la apertura al exterior hacen cada vez más anacrónico el discurso de la Sección Femenina. Y aunque ésta continúa interfiriendo frecuentemente en la vida de las mujeres, especialmente a través del Servicio Social, su incidencia en la formación del prototipo femenino de la época es prácticamente nula.

Referencia[ ]

  • VIGIL, Carmen. La Sección Femenina, en Enciclopedia Madrid S.XX


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