Servicios Postales

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Entre 1833 y 1868 se colocaron los cimientos de la estructura postal contemporánea, y cuatro elementos determinaron la transformación del correo en servicio público: las reformas legislativas del nuevo Estado liberal crearon un marco legal adecuado que facilitó el paso de la concepción del correo como renta a servicio público; las sucesivas rebajas de las tarifas que, a partir de la implantación del sello en 1850, ensancharon los cuaces de la demanda; la mejora de la red camionera, sucedida por la utilización postal del ferrocarril, acortaron tiempos y distancias; la lógica del Estado liberal, al comprender la eficacia política y económica del trasiego postal, hizo posible el establecimiento diario del correo a todos los ayuntamientos del país, aprovechando las nuevas infraestructuras y aplicando una coherente política inversora.

Desde 1868 a 1936 el empleo de los servicios postales llegó a su plena socialización. Así lo confirma el drástico crecimiento de la circulación de la correspondencia, tanto en sus valores absolutos como en cartas per cápita. Además, el correo aparece ligado a los procesos de modernización del mundo de la prensa, permitiendo una mayor difusión de las noticias, sentando las bases par el desarrollo de una naciente opinión pública. La trabazón con el mundo empresarial, consolidada a través de la oferta de nuevos productos postales y la rebaja de las tarifas, abarató costes de transacción y colaboró a la publicación de la oferta económica en general. Todo ello se vio acompañado por la incorporación de nuevas tecnologías, cuyo ejemplo paradigmático fue la creación del servicio aeropostal. En definitiva, a la altura de los años treinta la utilización del correo formaba parte del horizonte cotidiano de la sociedad española.

Este desarrollo no tuvo la misma consistencia en todo el territorio español y la desigualdad provincial en el tráfico interior de cartas se intensificó en el primer tercio del siglo XX. Madrid era el centro nodal de la distribución y difusión de la correspondencia. En 1920 Madrid absorbía el 16% del tráfico nacional de cartas, seguida de lejos por Barcelona con el 11%. En aquellas fechas Madrid presentaba una relación de treinta y seis cartas per cápita, nivel inalcanzable para otras ciudades españolas. Para el conjunto del país, las cartas franqueadas pasaron de 131 millones de media anual en el período 1898-1907 a 211 millones en la etapa 1918-1927 y a 261 millones entre 1928-1935. El número de periódicos transportados por Correos pasó de 43 millones en 1878 a 157 millones en 1923 y a 235 millones diez años después. Teniendo en cuenta la importancia del periodismo madrileño, la mayor parte de este volumen tenía como origen a la capital del Estado.

Las primeras líneas aeropostales españolas vieron luz a partir del decreto de 5 de julio de 1920, por el que se establecieron las líneas Sevilla-Larache, Barcelona-Palma de Mallorca y Málaga-Sevilla. Madrid entró en el circuito aeropostal en 1927 con el nacimiento de la compañía Unión Aérea Española, de capital alemán, que obtuvo la concesión de la línea Sevilla-Lisboa, prolongada inmediatamente a Madrid. Ese mismo año se fundó la compañía Iberia, vinculada al capital alemán a través de Lufthansa, con encargo de cubrir la línea Madrid-Barcelona, y también en 1927 la francesa Aéropostale abría la línea París-Biarritz-Madrid; en 1929 se impuso una primera racionalización con la fusión de las compañías aéreas existentes en CLASSA -Compañía de Líneas Aéreas Subvencionadas S.A.-, y con el nacimiento de esta nueva sociedad Madrid se convertía en punto nodal del servicio aeropostal. En 1931 las líneas explotadas por CLASSA pasaron a manos de la nueva compañía Líneas Aeropostales Españolas -LAPE- que, en mayo de 1935, llegaba a un convenio con Air France para la explotación de la línea Madrid-Burdeos-París. Durante la Guerra Civil el Gobierno de Burgos unificó tras el nombre de Iberia sus servicios aéreos, concediendo a esta compañía la exclusiva del transporte aéreo español por ley de 7 de julio de 1940.

Tras la guerra hubo que esperar hasta 1948 para que el volumen del tráfico postal interior alcanzara los niveles de 1936 y en lo que se refiere a tráfico internacional, habría de esperar hasta 1951 para similar recuperación. En 1960 el tráfico postal interior registró un crecimiento espectacular, alcanzando los 2.139.927.135 objetos personales circulados y diez años después la cifra rondaba los 3.500 millones. En 1980 el volumen del tráfico interior alcanzó la cifra de 4.568.407.000 objetos circulados, que en 1990 bordearon los 5.300 millones por Correos y Telégrafos, cantidad a la que habría que sumar los volúmenes transportados por los operadores postales privados que ya en esa época habían hecho su irrupción.

Fue en la década de los noventa cuando el tráfico postal gestionado por Correos y Teléfonos registró un estancamiento por pérdida de posiciones en el mercado postal español, consecuencia de la entrada de operadores privados cuyo radio de acción habia quedado circunscrito anteriormente a la distribución de la correspondencia urbana. En 1992 se aprobaron el Plan de Ordenación Industrial y el Plan de Transporte, que mejoraron sustancialmente el servicio postal español, adecuando su estructura y sistemas a la nueva realidad que se apuntaba con la creación del mercado único europeo y la consiguiente liberalización de los servicios postales, plasmada en la Ley del Servicio Postal Universal y de Liberalización de los Servicios Postales de 13 de julio de 1998. La recuperación de los volúmenes de tráfico postal por Correos y Telégrafos, tras la caída iniciada en 1990 no se produjo hasta 1994, momento en el que se inauguró una senda ascendente ininterrumpida. Con la aprobación de la ley de liberalización de 1998, en cumplimiento de la Directiva 97/67/CE de la Unión Europea ha entrado en una nueva era de profundas transformaciones marcada por la liberalización del sistema postal y la introducción de la libre concurrencia de los operadores postales. En un futuro próximo el cambio del marco jurídico dará lugar a la constitución de varios grandes operadores postales que actuarán en el ámbito de la Unión Europea a través de acuerdos de asociación o fusión.

Un estudio muestra sobre el tráfico postal de 1991, que comprendió 143.300 envíos de la línea básica y 51.400 de la línea económica procedentes de 140 localidades, reveló que el 75% de los objetos distribuidos fueron cartas, un 24,7% impresos y sólo un 0,3% paquetería. Las cartas presentaban el 38%del total del peso, los impresos el 51% y los paquetes el 11%. Las distancias medias origen-destino fueron de 294 kilómetros para las cartas, 445 para los impresos y 534 para los paquetes. Los flujos de correspondencia en 1991 relevaban que el 51% de las cartas y tarjetas postales tenía como origen y destino la zona de admisión, el 45% correspondía a tráfico interzonal, el 26% salía o se dirigía a la zona de Madrid, el 14% a Barcelona, un 4% viajaban a zonas colindantes y sólo el 1% tenía otros destinos y el 4% restante era correspondencia internacional.


Fuente de la primera versión: Artículo de la Madrid Siglo XX. Enciclopedia, autor Ángel Bahamonde Magro y Luis Enrique Otero Carvajal