Sicalipsis: Hoyos y Vinent, Álvaro Retana, Pepito Zamora
La gran boga -y gran arte- que fue el Simbolismo, tuvo dos derivaciones decrecientes, a partir de los primeros años del 1900, que se hicieron más evidentes luego de ese periodo, alrededor de la 1ª Gran Guerra (España se declaró neutral) llamado Belle Epoque. De un lado el Simbolismo -entre nosotros llamado Modernismo- se atenúa y se hace más íntimo y coloquial, en la corriente denominada postmodernismo, cuya importancia se verá solo muy adelante. De otra, la fusión narrativa de simbolismo y naturismo, con cierto espíritu frívolo que quería contar los placeres de la vida (algo relativamente nuevo en España) y una libertad sexual que si condenada -de ahí la autocensura de los autores- está de moda en toda Europa, produce una novela ligera, mundana y popular, que se vende a menudo en pequeñas y baratas colecciones de bolsillo (La Novela de Hoy, la Novela de Noche...) alcanzando a menudo importantes éxitos de venta y de público, aunque nunca excesiva consideración intelectual.
Entre los más destacados representantes de ese género (los tres en su vertiente más visiblemente homoerótica) están estos tres madrileños: Antonio Hoyos y Vinent 1884-1940; Álvaro Retana (1890-1968) nació en un barco que iba a Filipinas, pero casi toda su vida vivió en Madrid; y José de Zamora, notable figurinista y dibujante (1899-1971), que murió en Sitges -igual que Retana poco antes, en Madrid- casi absolutamente olvidado.
Sin embargo, entre 1915 y 1930 (la fecha puede ser algo posterior para Hoyos y Vinent) todos gozaron popularidad, ventas y mala fama y todos ellos -aparte del marqués que además era rico por su casa- viviendo y bien de su literatura o sus figurines. A esos nombres (porque fue su amiga y vivió en idéntico clima espiritual) habría que añadir el de la barcelonesa Tórtola Valencia, bailarina exótica de fama internacional, que con Hoyos y Vinent y Pepito Zamora, especialmente, formaron en las noches de aquel Madrid (desde lo elegante a lo tirado) una suerte de trío malévolo, que comentaban todos.
Antonio de Hoyos y Vinent (desigual en su abundantísima producción, pero con una notable antología) es el más escritor. Hizo en España lo mismo que su admirado Jean Lorrain en Francia, poner naturalismo decadente (sexual, por ello) mezclado a las galas simbolistas. Entre sus novelas, La vejez de Heliogábalo (1912) o el libro de cuentos, Aromas de nardo indiano que mata y de ovonia que enloquece (1927). Cuando esta literatura verde, galante o sicalíptica fue perdiendo aceptación popular y carisma, Hoyos giró a la izquierda más radical y se hizo anarquista. Murió en las cárceles de Francisco Franco en 1940, enfermo, tras haber caído en total desgracia con su propia y linajuda familia.
Álvaro Retana, era hijo de un académico de la Historia, especializado en temas filipinos; pero desde muy joven, Alvarito abandonó toda seriedad y se dedicó a componer cuplés, a diseñar vestuarios (en la línea de Penagos, de Erté, del propio Pepito Zamora) y luego a escribir novelas y cuentos -a veces muy atrevido- con pluma ágil, periodística, amena y más que correcta, aunque probablemente con menores pretensiones literarias que Hoyos y Vinent. Álvaro Retana (de vida tan exitosa, a ratos, como dura después) quiso siempre ser un frívolo (para lo que estaba espléndidamente dotado) según trato de demostrar en mi ensayo: El Ángel de la frivolidad y si máscara oscura (Vida, literatura y tiempo de Álvaro Retana) de 1999. Entre las obras de Retana -muchas también- podrían citarse: La carne del tablado (1918), Mi novia y mi novio (1923) o Historia de una <<vedette>> contada por su perro (1954)...
Autor ocasional de alguna novelita verde, Pepito Zamora (una menuda institución de nuestra frivolidad) fue sobre todo un magnífico dibujante, que estudió en París con Paul Pauret, y que diseñaba -estilizaba- con ese trazo art decó que constituye la línea exquisita de Georges Barbier. Una parte (los tres) muy moderna y muy otra de nuesta Historia (una España, sin duda, diferente) que si no merece la primera fila, desde luego tampoco el olvido.
Fuente de la primera versión: Artículo de la Madrid Siglo XX. Enciclopedia, autor Luis Antonio de Villena