Transporte aéreo

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Con un tráfico anual de 32,8 millones de pasajeros en el año 2000, Madrid-Barajas ocupa, según ACI (Airports Council Intemational), el quinto puesto en la jerarquía de aeropuertos europeos, estando previsto que en el 2004 reciba setenta y cinco millones de pasajeros. Se busca mantener operativo el aeropuerto hasta el año 2020, momento en el que, probablemente, entre en funcionamiento un nuevo aeropuerto en Campo Real.

Situado a tan sólo quince kilómetros del centro urbano, Madrid-Barajas está emplazado sobre las terrazas del río Jarama, lo que ha permitido sucesivas ampliaciones y remodelaciones. Según AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea) Madrid-Barajas concentra la quinta parte del tráfico aéreo español de viajeros y está dominado por el transporte regular (98,4%), siendo el transporte no regular (charter) un tráfico muy estacional y polarizado por los flujos turísticos de los madrileños hacia Canarias, Baleares, la Costa del Sol y el Caribe. El aeropuerto se caracteriza por un sostenido equilibrio entre su tráfico nacional (50,8%) e internacional (49,2%) y entre el tráfico de ocio y de trabajo, siendo extranjeros un 38% de sus usuarios.

Este aeropuerto ha sido tradicionalmente una plataforma giratoria dentro del sistema de transporte aéreo español y actualmente se pretende reforzar su condición de «hub» (centro distribuidor de tráfico) en el sistema mundial y especialmente en las relaciones entre Europa y Latinoamérica, con respecto a las cuales ya acapara el 25% del tráfico anual de pasajeros. Su condición de punto de interconexión siempre ha estado potenciada por la centralidad del aeropuerto no sólo en el ámbito nacional sino en el sistema mundial de relaciones aéreas: y su condición de base operativa de Iberia (integrada junto con British Airways, American Airlines y otras, en el consorcio One World, uno de los más poderosos del mundo) ha reforzando el papel de Barajas como base operativa intercontinental.

Madrid-Barajas mantiene conexiones regulares con la mayoría de los aeropuertos del sistema español de transporte aéreo aunque destacan sus relaciones con Barcelona (más de tres millones de pasajeros anuales) y las cabeceras insulares (Palma de Mallorca y Las Palmas, con más de un millón). En el ámbito internacional el aeropuerto mantiene relaciones regulares con treinta y cinco ciudades europeas, veinticinco americanas, doce asiáticas y diez africanas. De éstas, Londres y París, con más de un millón de pasajeros anuales son dominantes, seguidas en un segundo escalón por Roma, Bruselas, Nueva York y Lisboa, con más de quinientos mil pasajeros, y en un tercero, con más de doscientos cincuenta mil pasajeros anuales, por un nutrido grupo de ciudades europeas (Milán, Amsterdam, Fráncfort, Zúrich, etc.) y americanas (Buenos Aires, La Habana, Miami, Ciudad de México, etc.). En el ámbito de las mercancías, Madrid-Barajas ocupa un modesto octavo puesto en el ranking europeo con un movimiento que supera ligeramente las trescientas mil toneladas anuales pero que representa más del 50% de las mercancías que se mueven en España por vía aérea.

El origen del aeropuerto se remonta al 9 de julio de 1929, fecha en la que se falló un concurso público para la adquisición de 493 fanegas próximas al pueblo de Barajas, con objeto de dotar a Madrid de un aeropuerto que asumiera las funciones desempeñadas hasta el momento por los aeródromos militares de Getafe y Cuatro Vientos. La primera terminal, un sencillo edificio de dos plantas rematado por la torre de control, se inauguró el 30 de abril de 1931, previa adjudicación de otro concurso público, fallado el 14 de abril de 1930, al proyecto del marqués de los Álamos y Luis Gutiérrez Soto.

El espectacular desarrollo del transporte aéreo tras 1945 impulsó la remodelación de Madrid-Barajas, que, ya en los años cuarenta, las autoridades aeronáuticas concibieron como el gran aeropuerto transoceánico de España. Entre 1945 y 1952 y a partir del llamado proyecto Servet, se remodeló el campo de vuelo: se incrementó su superficie hasta 909 hectáreas, se le dotó de cinco pistas y se adaptó a las exigencias de vuelos nocturnos e instrumentales. En aquellos momentos se iniciaron los vuelos transoceánicos con Nueva York (TWA en 1946, Iberia en 1954), Río de Janeiro, Buenos Aires y Montevideo (Iberia en 1946). En los años sesenta, el advenimiento de los reactores dejó fuera de servicio a tres pistas, concentrándose todo el tráfico en las otras dos, que fueron ampliadas, pero cuyo trazado cruzado siempre ha sido un serio impedimento para su adecuada operatividad.

La remodelación del conjunto terminal se acometió entre 1954 y 1963 en base a un proyecto de Cayetano de Cabanyes, sucesivamente rectificado, hasta conformar un edificio con niveles de circulación (entradas/salidas) y de tráfico (nacional/internacional) separados. Pronto fue necesario completar el edificio con otros para carga aérea (1968) y puente aéreo Madrid-Barcelona (1974). En 1977, finalmente, y a partir del proyecto de Cudós y Aguirre, se inauguró una nueva terminal internacional (actual terminal 1), dejando la antigua (actual terminal 2) para el tráfico interior y más recientemente también para los servicios de Iberia con los países signatarios de Schengen.

El incesante aumento del tráfico aéreo (treinta mil pasajeros en 1940; ciento diez mil en 1947; quinientos quince mil en 1955; 1,1 millón en 1961; tres millones en 1968; 5,4 millones en 1971; diez millones en 1978; 32,8 millones en el 2000) y un manifiesto desfase entre previsión y ejecución de obras, han sumido a Madrid-Barajas en crónicos episodios de saturación que le han restado popularidad entre los usuarios. En 1992 se planteó un plan de remodelación, puesto en marcha en 1996, aunque su DIA (Declaración de Impacto Ambiental) no obtuvo el visto bueno de la Administración central hasta el 2001. Según este plan, la superficie aeroportuaria se ha duplicado, desbordando sobre municipios limítrofes para dotar al complejo de un campo de vuelo de cuatro pistas paralelas por pares que deben facilitar hasta ciento veinte operaciones por hora; la primera de las nuevas pistas y la nueva torre de control están en funcionamiento desde 1998. El proyecto NAT (Nueva Área Terminal), en fase de ejecución, es obra del equipo de arquitectura Lamela-R. Rogers y prevé la edificación una terminal principal, de un kilómetro de longitud y una superficie de quinientos mil metros cuadrados, al norte de la actual, y por lo menos un edificio satélite que estará conectado a la terminal por un tren articulado.

En mayo del 2002 el aeropuerto quedó conectado directamente con el intercambiados de Nuevos Ministerios por medio del metro, pudiéndose allí facturar, haciendo de éste uno de los centros plurimodales de transporte más importantes y modernos del mundo.

La remodelación actual de Madrid-Barajas ha generado una fuerte contestación social debidos su innegable coste ambiental. Por un lado, las autoridades aeronáuticas destacan su valor como centro generador de riqueza ya que, según AENA, contribuye con el 13% al producto regional bruto y sostiene 155.389 puestos de trabajo, de ellos 27.168 directos, estando previsto que proporcione trabajo a casi medio millón de personas en 2025. Paralelamente, su remodelación y su actividad afectan a veinticuatro municipios y a una población de casi seiscientas mil personas, que han formado plataformas reivindicativas para la preservación del medio ambiente en el área afectada.

Referencia[ ]

  • CÓRDOBA Y ORDOÑEZ, Juan. Transporte aéreo, en Enciclopedia Madrid S.XX


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