Cañada Real Galiana: Vías pecuarias
La Cañada Real Galiana constituye un ejemplo de ocupación suburbial consentida sobre una vía cultural. El sureste rústico del municipio de Madrid, desde el límite con Coslada y San Femando de Henares hasta la vega del bajo Manzanares, cuenta con un patrimonio de vías pecuarias de interés. De entre ellas destaca la Cañada Real Galiana, Riojana o de las Merinas, que a lo largo de quince kilómetros recorre los secanos de Vicálvaro y Vallecas y une Coslada con la depuradora Sur. En un tramo de aproximadamente 2,5 km la vía pecuaria actúa como límite con el vecino municipio de Rivas-Vaciamadrid.
La Galiana es una de las nueve cañadas reales que, con una anchura de 75 m (90 varas castellanas), ocupan el nivel superior del sistema de vías pecuarias que cruzan de norte a sur la España peninsular. Esta red se configuró a partir de la Baja Edad Media para uso de la cabaña trashumante. En la actualidad son bienes de dominio público, bajo administración de las comunidades autónomas.
La cañada reunía los rebaños sorianos de Tierras Altas y valle del Tera y los riojanos de Manilla, Enciso y la zona de Monte Real y los conducía a los pastizales invernales del valle de Alcudia y Andalucía, después de atravesar las Tablas de Daimiel. La decadencia de la ganadería trashumante tradicional y la presión de nuevos usos, tanto agrícolas como urbanos y suburbanos, sobre los suelos de dominio público de las vías pecuarias ha modificado, en algunos casos de forma radical, sus funciones y aprovechamientos. La falta de control y de disciplina por parte de las administraciones implicadas, del Estado en su momento, y en la actualidad de las comunidades autónomas y de los municipios, ha permitido formas diversas de ocupación y el deterioro o la definitiva perdida de un patrimonio de sobresaliente interés cultural y, en determinados casos, también ecológico.
La Galiana es, desde finales de los años setenta, uno de los mejores y más lamentables ejemplos de ocupación suburbial del municipio de Madrid. Viviendas, huertos, naves industriales, almacenes de chatarra y productos de desecho han ido avanzando de norte a sur, desde el primer sector inmerso en el conurbano de Coslada-San Fernando de Henares, hasta el tramo entre Valdemingómez y la depuradora. En este último trecho, la instalación del vertedero e incineradora de Valdemingómez hizo que la propia Administración asfaltara la cañada para facilitar el acceso, prolongándose después la «mejora» del vial hasta la planta de compostaje y depuradora en la ribera del Manzanares, dentro ya del Parque Regional del Sureste.
Sin negar la posibilidad de adecuar a las nuevas circunstancias el uso de algunos tramos de las vías pecuarias, lo preocupante del caso madrileño es que se ha hecho, como en otras zonas periurbanas, de manera siempre espontánea sin ningún tipo de control urbanístico ni ambiental. A la pérdida de un patrimonio en su estado y régimen originales se une el deterioro del medio físico y del paisaje, con sucesos tan lamentables como la emisión de gases tóxicos tras la combustión de bidones con sustancias peligrosas, ocurrida en 1992 en un almacén ilegal. La cuestión no parece resuelta. El Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997 se limita a calificar el suelo de la cañada como «no urbanizable de protección de vías pecuarias», sin ninguna acción específica para la misma y remitiendo en cuanto al régimen de dicho suelo a lo dispuesto en la Ley 3/95 de Vías Pecuarias del Estado (después hay una ley de vías pecuarias de la CAM de 1998). Por su parte, el Plan de Infraestructuras del Sureste pretende incluir la vía pecuaria dentro del capitulo de pasillos ecológicos, un contrasentido si previamente no llegan a un acuerdo las administraciones municipal y autonómica sobre el futuro de esta «ciudad lineal estontánea».
Referencia[ ]
- MATA OLMO, Rafael. Cañada Real Galiana: Vías pecuarias, en Enciclopedia Madrid S.XX
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