Plan General de 1997

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Las ciudades, lo mismo que las sociedades, en determinados momentos de su historia hacen un alto en su camino y reflexionan sobre lo que han sido y lo que deberán ser en el futuro. El Plan General de Madrid de 1997 se concibió, en uno de esos momentos, convocación de ser un proyecto de futuro, buscando convertir Madrid, con la entrada del siglo XXI, en una de las grandes capitales europeas.

Se buscó solucionar los problemas actuales de la ciudad, reequilibrar el territorio del término municipal y ofrecer a la sociedad un conjunto de propuestas que ésta pudiera hacer suyas por creer en ellas y, en consecuencia, estar dispuesta a asumirlas. En función de su trascendencia social y urbanística, es cometido del Plan General detectarlos problemas, diagnosticar los mismos y dar propuestas de solución a los siguientes: acceso a la vivienda, dificultades de movilidad y accesibilidad, degradación de las áreas históricas, existencia de áreas industriales obsoletas y problemas medioambientales.

El plan otorga al medio ambiente la importancia que la sociedad actual reclama para el mismo, y sus determinaciones están impregnadas de este criterio. Se definen, pues, nueve actuaciones estructurantes y tres más de carácter ilusionante y, por tanto, emblemático. El conjunto de las actuaciones estructurantes presenta dos características fundamentales: el planeamiento al límite de capacidad y la difusión de la centralidad a la periferia.

En función de la situación actual, teniendo en cuenta el avance de la ciudad sobre el territorio, así como las oportunidades que ofrece el suelo vacante (gran parte del cual —Monte de El Pardo, Soto de Viñuelas, Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares—, nunca deberá ser urbano), se plantea la duda sobre cuál podría ser el limite razonable de acogida de nuevos asentamientos en el municipio, sin horizonte temporal de desarrollo y desde un enfoque metropolitano. En el marco de las circunstancias contempladas, no parecía razonable, como respuesta, ningún modelo de futuro que no contemplara la capacidad global del mismo.

Por otra parte, se entiende que la difusión de la centralidad hacia la periferia—planeamiento que persigue la mezcla de usos, actividades y funciones, propia de las áreas centrales de nuestras ciudades y responsable de su rica e intensa vida social y urbana a lo largo de la historia—, creando nuevas centralidades en las áreas de oportunidad vacantes, es la única solución posible para conseguir un reequilibrio general.

Los proyectos estructurantes previstos, algunos en pleno desarrollo en el momento actual, son los siguientes: centralidad ligada al aeropuerto de Barajas, constituida por la futura ciudad aeroportuaria, que se apoyará en la ampliación de aquél; nueva centralidad del este, concebida como centro de centralidades de la corona metropolitana del sureste; rosario lineal de centralidades previsto en dicha corona; centralidad a desarrollar sobre suelos urbanizables de Campamento; papel de nuevas centralidades que en buena medida absorberán los Programas de Actuación Urbanística (PAU) en ejecución; nuevo centro del sur ligado a la actuación denominada Méndez Álvaro; transformación de la avenida de Córdoba en eje estructurante del sur de la ciudad; prolongación de la Castellana por el norte y la integración de las actuales áreas ferroviarias de Chamartín y Fuencarral; transformación de los suelos industriales del casco de Vicálvaro, por traslado de la instalación cementera de Valderribas, que permitirá el desarrollo de una centralidad en tomo a la estación ferroviaria.

En cuanto a los proyectos emblemáticos e ilusionantes, el Plan General propone tres con gran carácter recualificador: definición y ubicación más adecuada en el conjunto urbano de las instalaciones deportivas de alta competición necesarias para que Madrid, en un futuro razonable, pueda solicitar la concesión de organizar unos Juegos Olímpicos; rehabilitación, recuperación y revitalización del casco antiguo, y, por ultimo, protección y desarrollo del área cultural Recoletos-Prado como culminación de la recuperación del casco antiguo.

Madrid, que no dispone hoy de suficientes instalaciones para la alta competición deportiva, no va a tener opción de organizar unos Juegos Olímpicos antes del 2012. Se encuentra en la mejor de las circunstancias para, sin improvisaciones, afrontar tal acontecimiento. La organización de unos Juegos Olímpicos es una de las metas más ambiciosas para una ciudad y es probablemente el proyecto más ilusionante que una sociedad urbana puede concebir. Por ello, el Plan General propuso dotar a Madrid de las instalaciones deportivas necesarias para la eventual organización de unos Juegos Olímpicos.

La recuperación del casco antiguo se puso en marcha, incluso antes de la aprobación definitiva del Plan General, a partir de la canalización de las ayudas europeas. El 24 de mayo de 1994 se firmó el protocolo y el convenio entre comunidad autónoma y ayuntamiento de Madrid para la rehabilitación del patrimonio edificado, residencial y urbano, con aportaciones económicas del hoy Ministerio de Fomento como con las de las Administraciones firmantes.

Las tres áreas de rehabilitación en que se iniciaron los trabajos de recuperación del casco antiguo fueron: Plaza del Dos de Mayo y su entorno; tercera fase de la Plaza Mayor y el conjunto de las plazas de la Paja, de los Carros, del Alamillo y de la Cruz Verde. Posteriormente las actuaciones se extendieron al eje de la calle Mayor, a la de Fuencarral y área de Lavapiés, uno de los barrios más degradados del casco, en los comienzos del XXI se centra la actividad rehabilitadora de la Empresa Municipal de la Vivienda.

El desarrollo del área cultural Recoletos-Prado dependerá del concurso de ideas convocado al efecto, pero su convocatoria misma indica la voluntad municipal de llevar adelante este proyecto emblemático concebido en el Plan General.

En definitiva, tres proyectos de cuyo acierto dependerá el futuro de nuestra ciudad. El primero, dirigido a la juventud actual que podría protagonizar el acontecimiento en su madurez. El segundo, de carácter social, entendiendo que rehabilitar el casco es objetivo asumido por la sociedad madrileña. Finalmente, el tercero, de máximo contenido cultural, pues el desarrollo de las potencialidades del área Recoletos-Prado parte de la existencia del conjunto museístico—Prado, Thyssen y Centro de Arte Reina Sofía, los tres actualmente en proceso de ampliación—, principal objetivo de los visitantes que llegan a Madrid.

Referencia[ ]

  • RODÍGUEZ-AVIAL LLARDENT, Luis. Plan General de 1997, en Enciclopedia Madrid S.XX


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