Calle de la Cabeza

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Entre las calles del Ave María y Lavapiés. Cuenta la leyenda que una noche, el criado de un cura acomodado le asesinó y tras cortarle la cabeza, le robó y se marchó a vivir unos años a Portugal. Al cabo del tiempo el criado regresó a Madrid vestido de caballero y una mañana, en el Rastro, decidió comprar una cabeza de carnero. La metió bajo la capa y se marchó andando, pero un alguacil, al ver el rastro de sangre que iba dejando le preguntó qué llevaba. El hombre contestó que acababa de comprar una cabeza de carnero y al ir a mostrársela comprobó, con sorpresa, que se había convertido en la cabeza del sacerdote que había asesinado. Por este motivo fue ahorcado en la Plaza Mayor. En cuanto se cumplió la sentencia, la cabeza se convirtió en la del carnero de nuevo. Y para que no se olvidara aquel suceso Felipe III mandó colocar, en la fachada de la casa del cura, una cabeza de piedra representando al sacerdote. Pero los vecinos pidieron que se quitara porque les asustaba y que en su lugar se edificara una capilla en honor a la Virgen del Carmen, colocándose en ella un cuadro que representaba el suceso.

En la esquina con la calle de Lavapiés, aún permanece en pie el edificio donde estuvo la llamada Cárcel Eclesiástica de la Corona o cárcel de la Inquisición. Data de finales del siglo XVIII y en tiempo de Benito Pérez Galdós se usaba como cocheras y cuadras ya que la Inquisición fue abolida definitivamente en 1820. En él se rodaron algunas escenas de la serie televisiva Fortunata y Jacinta.


Este artículo incorpora material del Diccionario Enciclopédico de Madrid, de María Isabel Gea, publicado por Ediciones La Librería, autorizada su inclusión en Madripedia bajo licencia Reconocimento-CompartirIgual