Carlos Arias Navarro
Carlos Arias Navarro (Madrid, 11 de diciembre de 1908 - id., 27 de noviembre de 1989) fue uno de los políticos españoles más conocidos del periodo del régimen del general Franco.
Consagrado opositor, se vinculó a la administración del ministerio de Justicia en 1929 primero, para más tarde obtener la plaza de fiscal en la Audiencia de Málaga. Conocido por sus simpatías derechistas fue detenido por las autoridades republicanas tras el fallido golpe de estado de julio de 1936 para ser liberado por las tropas franquistas al año siguiente cuando cayó Málaga en sus manos. Incorporado al ejército franquista y dada su profesión se le encomendó el papel de acusador en los consejos de guerra que el bando franquista promovió para castigar y en su caso ejecutar a todos los partidarios significativos de la República durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra.
Cursó su aprendizaje como gobernador civil a partir de 1944 en León, Navarra y Santa Cruz de Tenerife, para ascender a Director General de Seguridad en 1957, siguiendo el nombramiento del general Camilo Alonso Vega, su gran valedor, como ministro de Gobernación. Esta remodelación gubernamental se debió en parte a los incidentes en las universidades de Madrid y Barcelona de 1956 y 1957, por lo que se buscaba mayor eficacia y dureza en la represión política y social. En definitiva, Arias Navarro se convirtió en el jefe de la policía franquista en los años del desarrollismo -y años en los que se instauró el célebre 091-.
Alcalde de Madrid[ ]
En 1965 se le nombra alcalde de Madrid, cargo que ocupó hasta julio de 1973. En este sentido, y con él como alcalde precisamente, se reprimió una segunda oleada de protestas en la universidad y se cerró el diario Madrid.
Bajo su mandato se afrontó el problema creciente del tráfico rodado y se impulsaron una serie de "operaciones" espectaculares y grandilocuentes que acabaron definitivamente con el Madrid de la posguerra y que dieron propaganda y lustre al régimen y al Ayuntamiento: la "operación alumbrado" que extendió las farolas eléctricas -cuarenta y cinco mil puntos de luz creados en sesenta y cinco días-, la "operación asfalto" -380 calles y plazas en setenta y cinco días- , la "operación papeleras", la definitiva sustitución de los tranvías por los autobuses, la creación de pasos elevados -como el célebre "scalextric" de Atocha y aparcamientos subterráneos -diez sólo en 1968-, las primeras ordenanzas sobre medio ambiente y contaminación y la creación de zonas verdes, y finalmente la inauguración del teleférico, el Parque de Atracciones (1969), el Templo de Debod y el Zoo de la Casa de Campo (1972).
En junio de 1973 es nombrado ministro de Gobernación en el primer gabinete franquista no presidido por el propio Franco, ya muy mal de salud, sino por Carrero Blanco, el hombre fuerte del régimen. Pese a esto, la elección de Arias, bien relacionado con la familia del caudillo, fue impuesta por el propio Franco. Pese a no poder impedir el asesinato de Carrero, su propio jefe de gobierno, en diciembre de 1973, fue elevado a la categoría de presidente del Consejo de Ministros, la cumbre de su carrera política. Su gobierno, para el que no contó con auténticos monárquicos ni con la opinión del príncipe Juan Carlos, trató de preparar el "franquismo sin Franco". Pese a todo Arias se presentó como aperturista tras un célebre discurso suyo del 12 de febrero de 1974 prometiendo reformas -y que hizo que se hablase cierto tiempo del "espíritu del 12 de febrero"- y la censura se relajó notablemente. Sin embargo esto le colocó entre dos fuegos, los inmovilistas por un lado y los aperturistas por otro, que le rechazaron por igual, todo en un contexto de aumento del terrorismo y de las actividades de la oposición. Esto le impulsó a refugiarse en un inmovilismo estéril que continuó tras la muerte de Franco -noviembre de 1975-. Arias mismo fue el encargado de anunciar dicha muerte en radio y televisión.
Su labor se extendió durante dos gobiernos, hasta 1976, cuando fue sustituido por Adolfo Suárez. En el primero, el último gobierno de Franco, dio signos de apertura del régimen, en lo que se vino a llamar el "espíritu del 12 de febrero", pero las presiones del búnker, nombre con el que se designaba a los sectores más conservadores del régimen, frustraron rápidamente esa tentativa. Su acción de gobierno estuvo salpicada de vacilaciones que le impidieron afrontar con decisión las dificultades de aquel tiempo. Entre estas cabe destacar el caso Añoveros y la ejecución de Salvador Puig Antich que echaron por tierra cualquier credibilidad aperturista. El final del año 1975 fue una sucesión de acontecimientos (ejecuciones de septiembre, Marcha Verde, enfermedad y muerte de Franco) que pusieron en evidencia sus grandes limitaciones.
Muerto el General Franco, el rey Juan Carlos I depositó su confianza en el primer gobierno que formó y presidió las primeras reformas. Arias Navarro careció del liderazgo necesario y se vio continuamente superado por aquellos ministros de mayor empuje, sobre todo, Fraga y Areilza. Sus continuas desafecciones al ritmo e intensidad de los cambios impulsados por el monarca y su insistencia en preservar el legado del General Franco, en una sociedad que reclamaba públicamente la normalización democrática, propiciaron finalmente su cese. El 1 de julio de 1976, tras una tensa reunión con el rey, Arias Navarro presentó finalmente su dimisión. El 2 de julio de 1976 se le concedió el título de Marqués de Arias Navarro con Grandeza de España.
En las primeras elecciones democráticas se incorporó a Alianza Popular, liderado por Manuel Fraga, pero no volvió a ocupar ningún otro papel relevante en la política española.
Murió en Madrid en 1989 y fue enterrado en el cementerio del Pardo.
Fuentes[ ]
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