Carlos I
Carlos de Habsburgo (Gante, 24 de febrero de 1500 – Monasterio de Yuste, 21 de septiembre de 1558) fue Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V (1519 - 1558) y rey de España como Carlos I (1516 - 1556), el primero que unió en su persona las coronas de Castilla y Aragón.
Hijo de Juana I de Castilla, conocida como Juana la Loca, y Felipe el Hermoso, y nieto por vía paterna de Maximiliano I de Austria (Habsburgo) y María de Borgoña (de quienes heredó los Países Bajos, los territorios austríacos y derecho al trono imperial) y de los Reyes Católicos, de quienes heredó el Reino de Castilla, Nápoles, Sicilia, las Indias, Aragón y Canarias, por vía materna.
Contenido
- 1 Vida
- 2 Semblanza del César
- 3 Matrimonio e hijos
- 4 Referencias
- 5 Enlaces externos
- 6 Fuentes
Vida[ ]
El joven Príncipe[ ]
El futuro Emperador vino al mundo en el Palacio de Ten Walle de Gante a las 3:30 de la madrugada del martes 24 de febrero de 1500. Fué bautizado como Carlos en recuerdo de su bisabuelo Carlos el Temerario, trágicamente muerto en la Batalla de Nancy en 1477.
Nacía en un momento en que la cristiandad ansiaba una regeneración y renovación espiritual de cara a 1500, comienzo de un nuevo siglo y nueva mitad de milenio. En sus Países Bajos natales, los Hermanos de la Vida Común y Erasmo de Rotterdam y sus compañeros del Humanismo cristiano buscaban por distintas vías la manera de volver a una forma más simple y pura de Cristianismo, desprovista de las corrupciones que se encontraban tanto en la Iglesia como en la sociedad civil. Paralelamente, el nombre de Erasmo nos hace recordar que ésta era una Europa barrida por los vientos de las nuevas corrientes del pensamiento y saber renacentista, con la mirada vuelta hacia el exterior, es decir, hacia nuevos mundos, incluido el Nuevo Mundo de América. El propio Carlos, criándose en los Países Bajos, donde convergían las nuevas influencias del Renacimiento y el Humanismo cristiano, adquirió algo de la curiosidad intelectual, el espíritu investigador práctico y los gustos estéticos de la época.
Carlos fue educado primero por Guillermo de Croy y luego por Adriano de Utrecht, obispo de Tortosa y futuro papa Adriano VI y por su tía la archiduquesa Margarita de Austria. Toda la educación del joven príncipe se desarrolló en Flandes y fue colmada de cultura flamenca, no obstante su ascendencia era austro-hispánica. Por lo cual se considera a la ciudad flamenca como su cuna.
En 1506 muere de forma prematura su padre, Felipe I el Hermoso, y su madre, Juana I de Castilla fue presa de la locura, por lo que Carlos a tan sólo seis años era ya el potencial heredero no sólo de los bienes de Castilla sino también de aquellos de Austria y de Borgoña.
El 5 de enero de 1515 en Bruselas, Carlos fue declarado mayor de edad y proclamado duque de Borgoña. Fue apoyado por un consejo restringido del cual formaban parte los tutores mencionados anteriormente y el gran canciller Jean de Sauvage. Carlos también fue apoyado por Erasmo de Rotterdam, que, en una carta enviada a Tomás Moro, se mostraba perplejo acerca de las capacidades intelectuales del quinceañero.
Aunque, de hecho, Carlos nunca fue muy amante de los estudios, pues prefería las artes caballerescas y la caza.
Herencia y patrimonio[ ]
Títulos[ ]
Doña Joana su madre y el mesmo Don Carlos por la mesma gracia Reyes de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Sicilias, de Ierusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Cordova, de Corcega, de Murcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias islas y tierra firme del Mar Oceano,
Condes de Barcelona,
señores de Vizcaya e de Molina,
Duques de Atenas e de Neopatria,
Condes de Ruysellon e de Cerdenia,
Marques de Oristan e de Gorciano,
Archiduques de Austria,
Duques de Borgoña de Bravante.Rey de España[ ]
El 22 de enero de 1516, su abuelo Fernando II de Aragón redactaba su último testamento. En él, nombraba a Carlos Gobernador y Administrador de los Reinos de Castilla y León, en nombre de la reina Juana I, incapacitada por su enfermedad. En lo concerniente a la Corona de Aragón, el rey Fernando dejaba todos sus estados a su hija Juana, nombrando, también en este caso, Gobernador General a Carlos en nombre de su madre. Hasta que Carlos llegara, en Castilla gobernaría el cardenal Cisneros y en Aragón el arzobispo Alonso de Aragón.
El 25 de enero moría el rey Fernando en Madrigalejo. A partir de entonces, Carlos comenzó a pensar en tomar el título de "Rey", aconsejado por sus consejeros flamencos. Esta decisión no era bien vista en la Península. El Consejo de Castilla le envió una carta el 4 de marzo en la que le pedía que respetase los títulos de su madre, ya que «aquello sería quitar el hijo al padre en vida el honor». Pero, diez días después las honras fúnebres por el rey Fernando terminaron con gritos de:
- Vivan los católicos reyes doña Juana y don Carlos su hijo. Vivo es el rey, vivo es el rey, vivo es el rey
El 21 de marzo Carlos envió una carta a Castilla en el que informaba de su decisión de titularse Rey. Tras largas deliberaciones del Consejo, el 3 de abril el cardenal Cisneros informó al Reino de la decisión de Carlos. El 13 de abril del mismo mes se informó de la nueva intitulación real:
- Doña Juana y don Carlos su hijo, reina y rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas de Canaria, de las Islas, Indias y Tierra Firme del mar Océano, condes de Barcelona, señores de Vizcaya y de Molina, duques de Atenas y Neopatria, condes de Ruisellón y de Cerdaña, marqueses de Oristán y de Gociano, archiduques de Austria, duques de Borgoña y de Bravante, condes de Flandes, de Tirol, etc.
En mayo, los tres estamentos del Reino de Navarra, reunidos a petición del virrey Antonio Manrique de Lara, juraron fidelidad a Carlos como su rey y señor natural.
Mientras tanto, en la Corona de Aragón la situación era caótica. El Justicia de Aragón impidió gobernar al arzobispo Alonso de Aragón alegando que, según las leyes aragonesas, el cargo de gobernador sólo podía ser ejercido por el heredero al Trono. La Audiencia Real de Aragón dio la razón al Justicia, pero sentenció que el arzobispo podía gobernar en calidad de curador de la reina Juana. Pero el Justicia tampoco lo permitió entonces, alegando que Juana ya no era la heredera, ya que cuando se la juró como tal, se incluyó que si el rey tenía un hijo varón, éste pasaría a conventirse en el heredero. Y, por tanto, como en 1509 Fernando había tenido un hijo con Germana de Foix, el juramento de Juana quedaba anulado (a pesar de que el niño había muerto a las pocas horas). El 13 de mayo Carlos reconoció los poderes del arzobispo, como curador de la reina Juana, pero, aún así, se rechazó prestarle juramento. Por otro lado, la Diputación del Reino de Aragón reconoció a Juana como heredera de la Corona, pero como por su enfermedad no podía reinar, debía ser apartada del gobierno para que reinara su hijo. A todo ello se añadía el que ninguna institución de la Corona de Aragón le reconocía a Carlos el título de Rey hasta que no jurara los fueros y libertades de los Reinos.
Entre el verano de 1516 y principios de 1517, Carlos aseguró su posición gracias a la firma de una serie de acuerdos diplomáticos, como el Tratado de Noyón con Francia. Además, los Estados Generales acordaron concederle 800.000 coronas para los gastos del viaje. Tras los preparativos para la travesía, el 8 de septiembre de 1517 Carlos embarcó hacia España. Aunque estaba previsto que desembarcara en Santander, la armada llegó a Tazones, en Asturias, por el mal tiempo, lo que retrasó aún más el viaje.
El 9 de febrero de 1518 las Cortes de Castilla, reunidas en Valladolid, juraron como Rey a Carlos. También le concedieron 600.000 ducados. Además, las Cortes hicieron una serie de peticiones al rey, entre ellas:
- Aprender a hablar castellano.
- El cese de nombramientos a extranjeros.
- La prohibición de la salida de metales preciosos y caballos de Castilla.
- Trato más respetuoso a su madre Juana, recluida en Tordesillas.
En Aragón la situación seguía siendo complicada. Carlos llegó a Zaragoza el 9 de mayo. Las sesiones de las Cortes de Aragón comenzaron el 20 de mayo y tras largas discusiones, el 29 de julio Carlos era jurado como Rey de Aragón. Juana era reconocida como Reina, pero por su incapacidad para gobernar, sus títulos quedaban sólo como "nominales". Además le fueron entregadas 200.000 libras.
El 15 de febrero de 1519 Carlos entraba en Barcelona, convocando a las Cortes el día siguiente. Tras un discurso muy parecido al que dio en Aragón, y las correspondientes deliberaciones, Carlos fue jurado junto a Juana el 16 de abril. La cuestión del dinero que debían aportar las Cortes se alargó hasta principios de enero de 1520, cuando finalmente le otorgaron 300.000 libras.
Mientras, el emperador Maximiliano I moría el 12 de enero de 1519. El 28 de junio Carlos era elegido como nuevo Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en Fráncfort, y por ello decidió suspender el viaje hacia Valencia para ir a Alemania, convocando previamente Cortes castellanas en Santiago de Compostela para el 20 de marzo de 1520. De esta manera, Carlos envió a Adriano de Utrecht para que a través de él le juraran como rey y pudiera convocar Cortes en Valencia, pese a la ilegalidad, lo que provocó malestar entre los estamentos privilegiados; sin embargo debido a la querellas entre el brazo nobiliario (militar) y eclesiástico contra las Germanías, las Cortes no llegaron a celebrarse, y ante los disturbios, el rey envió un documento el 30 de abril de 1520 ofreciéndose guardar sus fueros y privilegios. Finalmente, el rey cumplió la legalidad foral y antes de ir a las Cortes Generales de Monzón, convocadas el 1 de junio de 1528, pasó por Valencia y juró sus fueros el 16 de mayo de dicho año.
Tras este largo proceso que duró cuatro años (sin contar la jura en Valencia), Carlos se convertía en el primer monarca en ostentar las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra.
Conflictos en Castilla: las Comunidades (1520-21)[ ]
La llegada de Carlos a Castilla supuso la llegada de un joven inexperto que desconocía las costumbres e idioma de su reino, dado lo cual depositó su confianza en sus colaboradores borgoñones que le habían acompañado desde los Países Bajos, a los que le procuró altas dignidades y acceso a rentas y riquezas. Esto molestó a los castellanos y así se lo hicieron saber en las Cortes de Valladolid de 1518, lo cual fue ignorado por el rey. Inmediatamente pasó el rey a Aragón, y a la larga, esto molestó a los castellanos ya que en Castilla había permanecido bastante menos tiempo, así que cuando conoció en Barcelona que había sido electo Rey de romanos convocó Cortes en Santiago de Compostela para conseguir subsidios para sufragar sus gastos en el extranjero, las ciudades se opusieron puesto que no entendían la preferencia de los intereses en Alemania frente a los castellanos y requerían su presencia en el reino. Finalmente el servicio se aceptó y Carlos embarcó para Alemania, nombrando como regente al cardenal Adriano de Utrecht. El malestar se fue extendiendo por Castilla y el incencio de Medina del Campo, extendió el foco de la rebelión comunera por Castilla. Las revueltas antiseñoriales provocaron que la nobleza apoyara al emperador, y el movimiento fue perdiendo aceptación en las ciudades. Finalmente los comuneros, al mando de Juan de Padilla, fueron vencidos en la batalla de Villalar (Valladolid), y la vuelta del rey realizó cambios organizativos en el reino que se manifiestan sobre todo tras las Cortes de Valladolid de 1523.
Conflictos en Aragón: las Germanías (1519-23)[ ]
En los territorios de levante se produjo el movimiento de las Germanías. Los artesanos de Valencia poseían el privilegio del reinado de Fernando el Católico para formar unas milicias en caso de necesidad de lucha contra las flotas berberiscas. En 1519 Carlos V permitió la formación de esas milicias y se pusieron al mando de Joan Llorenç.
En 1520 cuando se produjo una epidemia de peste en Valencia y los nobles abandonaron la zona, la milicias se hicieron con el poder y desobedecieron la orden de Adriano de Utrecht de su inmediata disolución. En pocos días el movimiento llegó a las islas Baleares en donde duró hasta 1523.
Después de la derrota de los comuneros, el ejército acabó con el conflicto de las Germanías.
La organización del Imperio Español: el sistema polisinodial[ ]
Con este nombre se ha dado en llamar al modo de organización interna del Imperio Español en una serie de Consejos, cuyas bases fueron puestas entre 1521 y 1523, una vez solventados los problemas de la elección imperial y de los comuneros. Parece ser fue el Gran Canciller Gattinara quien propuso a Carlos I un "Consejo Secreto de Estado", que se convirtió en el germen del que seria llamado simplemente "Consejo de Castilla", que fue el modelo de los demás.
Se ha tendido a relacionar a estos Consejos con algunos modelos colegiados parecidos de los tiempos de los Reyes Católicos, lo que es cierto en cuanto a que su composición y funcionamiento interno. No obstante, aquellos no llegaron a tener la institucionalización y el influjo del sistema establecido por Carlos I y que, con modificaciones y decadencia, perviviría prácticamente hasta Felipe V.
Los Consejos estaban compuestos por personas escogidas personalmente por el Rey (cumpliéndose una serie de reglas no escritas a la hora de escogerlos) que, bajo la presidencia del mismo Rey o de algún representante suyo (la mayoría de las veces) discutían sobre algún tema. El Rey siempre tenía la última palabra, pero no es imposible comprender el poder que acumulaban: primero, porque el Consejo era el lugar donde el Rey pulsaba las posiciones de diversas facciones nobiliarias, eclesiásticas o cortesanas. Segundo, porque en épocas en las que el monarca no estaba capacitado (enfermedad, guerra, etc...), ellos eran los verdaderos gobernantes en su área de acción. Tercero, porque, en aquella época, el poder legislativo, ejecutivo o judicial no estaban estrictamente separados, por lo que los Consejos se convirtieron en una especie de Tribunales de Apelación; cuarto, porque, como ahora veremos, ciertos Consejos tenían unidas tareas mundanales y espirituales, por lo que solían tener las llaves del prestigio social (Consejo de Órdenes, por nombrar el caso más claro), de importantes ingresos económicos (Consejo de Cruzadas) o de clave política (Consejo de la Inquisición).
En este orden destaca la importante labor de los secretarios. Los secretarios de los Consejos eran los encargados de trasladar al Rey las deliberaciones de los Consejos y de trasladar a los miembros del Consejo las decisiones y resoluciones del Rey. No obstante, su poder iba más allá de esto, pues se convirtieron en los verdaderos gestores de la voluntad Real: de sus transcripciones dependía la exactitud con que el monarca percibía las declaraciones de los miembros de los Consejos, aceleraban o retrasaban la entrega de las deliberaciones al Monarca, daban su parecer al mismo (hay que recordar que ellos eran los que trataban a diario con él) y traficaban con la información privilegiada que tenían. Muchos autores de la época denunciaron sus tejemanejes y fueron protagonistas de no pocos escándalos políticos (especialmente con Felipe II).
- Consejo de Castilla:
Indudablemente el más importante, en tanto que se ocupaban de los asuntos del Reino más importante para Carlos I. Además, era el de mayor prestigio. Se ocupó de la Regencia de Castilla durante un tiempo, y aunque su número varió con el tiempo, en él se reunían representantes de las principales casas nobiliarias de Castilla, dos o tres eclesiásticos y un número variable de licenciados. Sus principales funciones eran el gobierno del Reino de Castilla, así como la administración de justicia, siguiendo la labor de ‘tribunal de apelación’ antes comentada. De hecho, esta segunda función fue la más común, provocando la queja de algunos autores políticos de la época como Covarrubias, que señalaba que este Consejo se ocupaba más de pleitos que del gobierno, a pesar de los esfuerzos por parte de Carlos I de impedirlo.
- Consejo de Estado:
Instrumento del Rey de España cuya finalidad era debatir sobre la política exterior del Reino. Presente ya en el Reinado de los Reyes Católicos, dentro del Consejo Real.
EL Rey decide crear un consejo propio para los asuntos externos del Reino debido a la gran actuación exterior que marcó su reinado. Empieza a funcionar en 1526 cuando Solimán el Magnífico amenaza Austria.
Es el único Consejo que no tiene presidente, pues es el propio Rey el que asume esa función. Sus consejeros no son especialistas en leyes sino expertos en relaciones internacionales, como el Duque de Alba o Nicolás Perrenot. Los consejeros eran, por tanto, miembros de la alta nobleza y del alto clero.
En tiempos de Felipe II en ocasiones el monarca no presidía los consejos y, en su lugar, enviaba a su Secretario Antonio Pérez.
Su misión era asesorar al Rey sobre la política exterior y tenía el control de las embajadas de Roma, Viena (dinastía familiar de los Austrias), Venecia, Génova, y de las principales potencias de Europa: Francia, Inglaterra y Portugal.
A diferencia del Consejo de Castilla, en el que el Rey escuchaba a los consejeros y ejecutaba las conclusiones que le presentaban, en el Consejo de Estado era el propio Rey el que exponía los puntos a debatir, escuchaba a sus consejeros y, posteriormente, el mismo monarca tomaba las decisiones que habían de tomarse.
- Consejo de Aragón:
Hay que destacar una serie de excepciones de este Consejo: primero, que la presidencia recaía en el vicecanciller de Carlos I, no en Carlos I, debido a que se perpetuó una pragmática de tiempos de los Reyes Católicos; segundo, que la composición del Consejo se hacia por territorios, no por familias nobiliarias; tercero, que este Consejo vio recortadas sus funciones judiciales, funcionando de modo similar al de Castilla sólo para asuntos de Mallorca y Cerdeña. Cuarto, destaca el hecho que este consejo fue el más ignorado por Carlos V, esencialmente por problemas de nombramientos.
- Consejo de la Santa Inquisición:
De existencia irregular, en un principio fue creado por Carlos I en 1535 para eliminar la jurisdicción temporal que la Inquisición gozaba. No obstante, en 1545 el entonces regente Felipe volvió a conceder la jurisdicción temporal a la Inquisición, y el Consejo se reconvirtió en un órgano mediador entre la jurisdicción ordinaria y el Santo Oficio.
- Consejo de Órdenes:
Ya en tiempos de los Reyes Católicos, el rey Fernando eliminó la independencia de las órdenes militares convirtiéndose él mismo en maestre de las tres principales órdenes militares. Desde ese momento se detecta periódicamente una especie de reunión informal del Rey con los consejos del Maestre de dichas órdenes, a fin de administrar dichas instituciones. En 1523, el papa Adriano VI concedió las órdenes al Reino de Castilla, por lo que pasa a la jurisdicción real un importante patrimonio: dos ciudades, doscientas villas y un centenar de aldeas, repartidas en un territorio que, en el caso solamente de la Orden de Santiago, llegaba a ser el 4% del Reino de Castilla. Además se presentó el problema de que, al desaparecer la figura del Maestre, las Órdenes perdían el centro organizativo que las mantenía. Por todo ello, Carlos V decidió crear el Consejo de Órdenes, a fin de gobernar, administrar justicia y dar gracia en aquellos territorios.
Formado por los caballeros de las Órdenes, Carlos V aprovechó el Consejo para reducir gradualmente los privilegios de los que gozaban, especialmente por razones políticas pues muchos de ellos ayudaron a los Comuneros, pero escaparon del castigo en función de sus privilegios.
Al final, en tiempos de Felipe II, el Consejo de Órdenes se convertirá en una especie de Tribunal de Honor, pues el hábito pasará a ser un elemento de prestigio social y una garantía de limpieza de sangre, perdiendo todo su carácter de gobierno y justicia.
- Consejo de Cruzada:
El Consejo de Cruzada, en un principio, fue creado para administrar las tres bulas concedidas por el Papado (Cruzadas, subsidio y excusado) con el presunto fin de ayudar al Reino a la lucha contra el infiel y al mantenimiento de la flota de galeras del Mediterráneo. Este consejo, formado normalmente por eclesiásticos, se ocupaba de la recaudación y gestión de las dichas bulas, que suponían una importante fuente de financiación del Imperio.
- Consejo de Hacienda:
La creación de este Consejo en 1523 supuso una notable racionalización de la Hacienda castellana, que hasta aquel momento disponía de dos contadurías que continuamente se enfrentaban entre ellas (la Mayor, encargada de la recaudación de los impuestos y de su administración, y la de Cuentas, que se ocupaba de intervenir y verificar las cuentas de la anterior).
Este consejo estaba formado por tres consejeros, normalmente licenciados con experiencia en la burocracia de la Corte y cuatro asistentes (Tesorero, escribano de finanzas, contador y secretario). Así, sus competencias incluían el ejecutar los gastos, proponer nuevas fuentes de financiación, proponer presupuestos y pedir informes a los contadores (algo así como los actuales contables) de los demás Consejos. Obviamente, este Consejo de caracterizó por las continuas fricciones con los demás Consejos, agravados por el hecho que los miembros del Consejo de Hacienda raramente eran de importantes familias, al contrario que el resto de Consejos.
- Consejo de Indias:
Fue fundado en 1511 y reformado más tarde por Carlos V, en 1524. Estaba compuesto, básicamente por un Presidente, un Gran Canciller, doce consejeros, el personal subalterno habitual y algunos puestos específicos de este Consejo de Indias, como el de Cronista oficial de Indias, Cosmógrafo y un oidor de la Casa de Contratación -que era también Superintendente de la Recopilación de las Leyes de Indias-, con cuatro oficiales.
En cuanto a sus competencias, tenía suprema jurisdicción en todo lo relativo a mar y tierra del Nuevo Mundo, en lo militar y lo político, en la paz y en la guerra, en lo civil y criminal; supervisaba el funcionamiento de la Casa de Contratación de Indias, en Sevilla; proponía los puestos de virreyes, generales de armadas y flotas, arzobispados y obispados en Indias; entendía también en algunos pleitos de justicia
Su reinado en América[ ]
Durante su reinado, Hernán Cortés conquistó Nueva España (México), Francisco Pizarro conquistó el Imperio Incaico formando el Virreinato del Perú y Gonzalo Jiménez de Quesada conquistó el pueblo de los Chibcha, en la actual Colombia. Juan Sebastián Elcano dio la primera vuelta al mundo (1522), terminando el viaje que comenzó Fernando de Magallanes y sentando las primeras bases de la soberanía española en Filipinas y las Marianas.
Pedro de Mendoza, por su parte, concretó la primera fundación de Buenos Aires en la margen derecha del Río de la Plata. Poco tiempo después Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza fundaban Asunción que se convertiría en el centro motor de la conquista de la cuenca rioplatense. Todo esto contribuiría a sentar el primer imperio global de la Historia bajo el reinado de su sucesor, Felipe II, donde se decía que "no se ponía el sol".
Las jornadas africanas[ ]
Jeireddín Barbarroja, aliado con los franceses y almirante subordinado al sultán otomano Suleiman el Kanuni, hostigaba continuamente las costas españolas del Mediterráneo y expulsó a los españoles del Peñón de Argel. Ante esta situación, Carlos I organizó dos operaciones de diferente fortuna.
La primera fue la conocida como la Jornada de Túnez, en 1535, por la que se le arrebató Túnez a Barbarroja y la segunda, la Jornada de Argel, en 1541, que fracasó debido al mal tiempo.
Emperador de los romanos[ ]
Tras el fallecimiento de su abuelo el emperador Maximiliano I en enero de 1519, es elegido Rey de Romanos en octubre de ese año, en competencia con el rey de Francia Francisco I, lo que supuso un gasto enorme al que hizo frente buscanco dinero en Castilla y en banqueros alemanes (Jacobo Fugger o Fúcar,...). De este modo, reúne en su persona los territorios procedentes de la cuádruple herencia de sus abuelos: habsburguesa (Maximiliano I), borgoñona (María de Borgoña), aragonesa (Fernando el Católico) y castellana (Isabel la Católica). Regresó a Alemania para ser coronado rey y estuvo ausente de España hasta 1522. El 23 de octubre de 1520 fue coronado rey de romanos en Aquisgrán y tres días después fue reconocido emperador electo.
El ideal del Emperador fue el ideal humanista de la Universitas Christiana, la supremacía de la autoridad imperial sobre todos los reyes de la Cristiandad, al modo de las pretensiones de los Hohenstaufen. Frente a estos ideales universalistas mostraron su desacuerdo el rey francés Francisco I y el Papa Clemente VII. De ahí que estuviera constantemente en lucha con ambos durante su imperio.
La guerra de Navarra[ ]
Aprovechando la Guerra de las Comunidades de Castilla con una parcial desmilitarización del Reino de Navarra se produjo la tercera contraofensiva de los navarros para recuperar el reino en 1521. En esta ocasión, Enrique II de Navarra con apoyo del rey francés Francisco I, y con una sublevación casi unánime de los habitantes de Navarra, que consiguió la recuperación en poco tiempo. Posteriormente los errores estratégicos del general francés Andrés de Foix y la recomposición rápida del ejército español llevó a que tras una cruenta Batalla de Noáin fuera controlado de nuevo por parte de las tropas de Carlos I. Aún así se mantuvieron focos de resistencia en la zona del Baztán-Bidasoa produciéndose históricos enfrentamientos y asedios como en el Castillo de Maya, en la batalla del monte Aldabe o en el Asedio de la fortaleza de Fuenterrabía. Finalmente la vía diplomática, concediendo una amplia amnistía, y la renuncia de la Baja Navarra, que no llegó a controlar militarmente, llevó a conseguir el control de la Alta Navarra por el Emperador.
Las guerras con Francia[ ]
Sostuvo cuatro guerras con Francisco I de Francia, que también aspiraba a la corona imperial, y al que Carlos exigía la devolución de Borgoña.
- En la primera guerra (1521-1526), Francia, se apoderó del Milanesado y ayudó a Enrique II a recuperar el Reino de Navarra, tras su conquista en 1512. Sin embargo el monarca francés fue derrotado y hecho prisionero, junto al monarca navarro, en la batalla de Pavía. Francisco fue llevado a Madrid en donde firmó el Tratado de Madrid (1526), por el cual no volvería a ocupar ni el Milanesado ni apoyaría al rey de Navarra (pacto que denució meses después por firmarlo bajo coacción) y entregaría Borgoña a Carlos, además de renunciar a Flandes e Italia.
- En la segunda guerra (1526-1529) las tropas imperiales asaltaron y saquearon Roma (Saco de Roma), obligando al papa Clemente VII, aliado de Francisco I - tras la Liga de Cognac-, a refugiarse en el castillo de Sant´Angelo. Mediante la Paz de Cambrai, España renunció a Borgoña a cambio de que Francisco I renunciara a Italia, Flandes y el Artois, además de entregar la ciudad de Tournay. Coronado por el papa como emperador del Sacro Imperio Romano (1530), Carlos I continuó sus luchas contra Francia.
- La tercera (1535-1538) se produjo por la invasión francesa del ducado de Saboya, aliado de España, con la intención de continuar hacia Milán. Acabó con la firma de la tregua de Niza debido al agotamiento de ambos contendientes.
- La cuarta (1542-1544) concluyó debido a la reanudación del conflicto con los protestantes en Alemania. Agotados, los dos monarcas firmaron la Paz de Crépy, mediante la cual España perdió territorios del sur de Francia - como Verdún, etc...- y próximos a Flandes; una vez más Francia renunciaba a Italia y Países Bajos, entrando Milán en la política matrimonial mediante un previsible enlace hispano-francés.
La aparición del Protestantismo[ ]
Como Soberano, después de la imposición de la Corona Imperial por mano del pontífice (1530), Carlos se sentía obligado a dedicarse completamente a la solución de los problemas que el luteranismo había creado en Europa y en Alemania en particular, con el fin de salvaguardar la unidad de la fe cristiana contra el embate de los turcos. Antes, en 1523 había cedido las islas de Malta y Gozo, así como Trípoli a la Orden de Malta.
En el mismo año 1530 convocó la Dieta de Augsburgo, en la cual se enfrentaron luteranos y católicos sobre las llamadas Confesiones de Augsburgo. Carlos confirmó el Edicto de Worms de 1521, es decir la excomunión para los luteranos, amenazando la reconstitución de la propiedad eclesiástica. Como respuesta, los luteranos, representados por las llamadas "órdenes reformadas", actuaron dando vida a la Liga de Esmalcalda (1531). Tal coalición, dotada de un ejército y de una caja común, fue llamada también la "liga de los protestantes".
Es claro que los seguidores de la doctrina de Lutero asumieron la denominación "protestantes" en cuanto ellos, reunidos en "órdenes reformadas", en el curso de la segunda Dieta de Espira de 1529, protestaron contra la decisión del Emperador de restablecer el Edicto de Worms: Edicto que había sido suspendido en la precedente Dieta de Espira (1526)
Reconociendo que era necesaria una reforma y para intentar resolver el problema, el pontífice Pablo III convocó un Concilio ecuménico en la ciudad de Trento, cuyos trabajos comenzaron oficialmente el 5 de diciembre de 1545. Concilio del que ni el Rey ni el emperador vieron la conclusión, así como tampoco el papa que lo había convocado.
Tras la negativa de los protestantes a reconocer el Concilio de Trento, el emperador comenzó la guerra en el mes de Junio de 1546, con un ejército armado por el pontífice, al mando de Octavio Farnese, otro austríaco mandado por Fernando de Austria y otro de los soldados de los Países Bajos al mando del Conde de Buren. También apoyaba al Emperador, Mauricio de Sajonia que había sido habilmente apartado de la Liga de Esmalcalda. Carlos V consiguió una contundente victoria en la batalla de Mühlberg en el 1547, poco después los príncipes alemanes se retiraron y se subordinaron al Emperador.
A pesar de su victoria no logró el anhelado deseo de unificar política y socialmente el luteranismo con el catolicismo, por lo que tan sólo ocho años después, en 1555, se vio obligado a suscribir la "Paz de Augsburgo" por medio del cual se reconocía el inalienable derecho de los alemanes de adherirse a la confesión católica o al luteranismo. Dando fin, aunque sea de manera temporal, al largo conflicto surgido por la Reforma.
Abdicación y herencia de Carlos V[ ]
Después de tantas guerras y conflictos, Carlos V entró en una fase de reflexión: sobre sí mismo, sobre la vida y sus vivencias y, además, sobre el estado de Europa. La vida terrenal de Carlos estaba llegando a su conclusión.
Los grandes protagonistas que junto con él habían trazado la escena europea en la primera mitad del siglo XVI habían fallecido: Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia en 1547, Martín Lutero en 1546, Erasmo de Rotterdam diez años antes y el papa Pablo III en 1549.
El balance de su vida y de aquello que había completado no era del todo positivo, sobre todo en relación con los objetivos que se había fijado. Su sueño de un Imperio universal bajo los Habsburgo había fracasado; así como su objetivo de reconquistar Borgoña. Él mismo, aunque autonombrándose el primer y más ferviente defensor de la Iglesia Romana, no había conseguido impedir el asentamiento de la doctrina luterana. Sus posesiones de ultramar se habían acrecentado enormemente pero sin que sus gobernadores hubiesen podido implantar estructuras administrativas estables. Pero tenía consolidado el dominio español sobre Italia, que se aseguraría después de su muerte con la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559 y duraría ciento cincuenta años.
Carlos V comenzaba a tener conciencia de que Europa se encaminaba a ser gobernada por nuevos príncipes, los cuales, en nombre del mantenimiento de los propios Estados, no intentaban mínimamente alterar el equilibrio político-religioso al interior de cada uno de ellos. Su concepción del Imperio había pasado y se consolidaba España como potencia hegemónica.
En las abdicaciones de Bruselas (1555-1556), Carlos I deja el gobierno imperial a su hermano, el rey de romanos Fernando (aunque los electores no aceptaron su renuncia formalmente hasta el 3 de mayo de 1558) y la de España y las Indias a su hijo Felipe. Regresó a España, y el día 3 de febrero de 1557 se retiró a un palacete erigido junto al monasterio de Yuste, en Cáceres, donde falleció año y medio después, el 21 de septiembre de 1558.
En su testamento reconoció a Juan de Austria como hijo suyo nacido de la relación extramatrimonial que tuvo con Bárbara Blomberg en 1545.
Semblanza del César[ ]
El embajador veneciano Gaspar Contarini hacía la siguiente descripción del Emperador a los 25 años de edad:
Cita: "Es de estatura mediana, mas no muy grande, ni pequeño, blanco, de color más bien pálido que rubicundo; del cuerpo, bien proporcionado, bellísima pierna, buen brazo, la nariz un poco aguileña, pero poco; los ojos ávidos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; ni en él otra parte del cuerpo se puede inculpar, excepto el mentón y también toda su faz interior, la cual es tan ancha y tan larga, que no parece natural de aquel cuerpo; pero parece postiza, donde ocurre que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores; pero los separa un espacio del grosor de un diente, donde en el hablar, máxime en el acabar de la claúsula, balbucea alguna palabra, la cual por eso no se entiende muy bien."
Matrimonio e hijos[ ]
El 11 de marzo de 1526 Carlos I se casó en Sevilla con su prima Isabel de Portugal, hermana de Juan III de Portugal (quien en 1525 se había casado con la hermana de Carlos I, Catalina de Austria). Con ella tuvo los siguientes hijos:
- Felipe II de España (*21 de mayo de 1527; †13 de septiembre de 1598).
- María de Habsburgo (*21 de junio de 1528; †26 de febrero de 1603), quien en 1548 se casó con el emperador Maximiliano II.
- Fernando (†1530)
- Juana de Austria (*26 de junio de 1537; †7 de septiembre de 1573), quien en 1552 se casó con Juan Manuel de Portugal, príncipe de Portugal.
- Juan (*20 de abril de 1539; †20 de abril de 1539)
Hijos extramatrimoniales[ ]
- Isabel de Castilla (*1518?), cuya madre parece haber sido la reina viuda Germana de Foix.
- Margarita de Austria o Margarita de Parma (*28 de diciembre de 1522 - †18 de enero de 1586), cuya madre fue Juana Van der Gheest.
- Juana de Austria (*1522 - †1530), cuya madre fue un dama de Nassau, al parecer de noble cuna.
- Tadea de Austria (*1523? - †ca.1562), cuya madre fue Orsolina della Penna. Se casó con un tal Sinidaldo di Copeschi.
- Don Juan de Austria (*24 de febrero de 1547; †1 de octubre de 1578), cuya madre fue Bárbara Blomberg.
Referencias[ ]
Bibliografía[ ]
- De Francisco Olmos, José María. Estudio documental de la moneda castellana de Carlos I fabricada en los Países Bajos (1517). Universidad Complutense de Madrid.
- De Casanova Todolí, Ubaldo. Las primeras Cortes Catalanas de Carlos I (Barcelona 1519-1520). Universitat de les Illes Balears.
- Solano Camón, Enrique. Aragón en la administración de guerra de la monarquía hispánica durante el siglo XVI. Universidad de Alicante.
- De Foronda y Aguilera, Manuel. Estancias y viajes del emperador Carlos V. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- De Viciana, Martín. Libro quarto de la Cronica de la inclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino. Universidad de Valencia.
- (en inglés) Charles V of the Holy Roman Empire en la Classic Encyclopedia, basada en la edición de 1911 de la Encyclopaedia Britannica
- María-José Redondo Cantera, Miguel-Angel Zalama Rodríguez, "Carlos V y las artes. Promoción artística y familia imperial", Valladolid, 2000, ISBN: 978-84-8448-015-0, Publicaciones de la Universidad de Valladolid.
Enlaces externos[ ]
Fuentes[ ]
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