Chabolas

De Madripedia
Saltar a: navegación, buscar

«Allí estaban las chabolas». El grito que lanza Amador, el protagonista de Tiempo de silencio, la novela de Luis Martín-Santos, refleja el estupor de aquel madrileño, perteneciente a la clase media, que a finales de la década de los cuarenta descubre la otra realidad de la ciudad. Frente a la ciudad burguesa, las chabolas, y que su realidad no era anecdótica lo refleja el diario Arriba de 9 de enero de 1945 cuando encabeza su portada con una noticia en la que señala que, en aquel Madrid, más de 400.000 personas vivían «en deplorable estado de miseria, superando su número ala parte urbanizada».

A esta situación, más dramática que nunca, se había llegado como consecuencia de la fallida política agraria del régimen franquista. Miles de españoles abandonaban el campo, confiando encontrar en la ciudad, en la gran ciudad, la solución a. su penuria; al llegar a la capital, careciendo de vivienda, hubieron de refugiarse en los núcleos de chabolas, agravando un problema que se arrastraba desde principios del siglo.

Quien busque conocerla situación de las clases más desfavorecidas, en los comienzos del siglo, debe recurrir tanto a la literatura social (el Baroja de La busca, el Bares de La forja de un rebelde) como a los estudios realizados por los higienistas de la época. Hausser, Von Pettenkoffer, Chicote, Adolfo Posada, Alberto Aguilera o Andrés Arteaga estudiaron, antes de la crisis económica de 1921, la situación existente, destacando las consecuencias de quienes vivieron en Madrid el obligado desahucio de los 10.000 habitantes que vivían en el bando que se vino abajo con la construcción de la Gran Vía. Además de las corralas infrahumanas, existían en aquel Madrid núcleos de chabolas y chozas en los entornos de Vallehermoso, Hernani, Elipa, Yéserías, Peñuelas, Prosperidad, tapias de la Moncloa, Bellasvistas y barrio de las Latas, en la carretera de Toledo. Descritos por Chicote en 1914, muchos de estos núcleos se encontraban en el interior del Ensanche. Posada dio datos estadísticos sobre su situación y sobre éstos se elaboraba, en 1915, un primer «Inventario de habitaciones insalubres en Madrid». Y comentando el incremento del problema, poco después López Baena publicaría en Hogar Propio un importante trabajo en el que detallaba el incremento del chabolismo.

Tras la Guerra Civil, la situación empeoró, aumentando el problema en poco tiempo de manera más que significativa. En 1944, Muguruza (director general de Arquitectura) publicaba un estudio sobre la situación de los suburbios en Madrid, destacando la «composición profesional de cada uno», eufemismo utilizado para señalar cómo los traperos se habían asentado en las inmediaciones de Villaverde, mientras que muchos jornaleros de Jaén residían en el Pozo del Tío Raimundo. Durante años se comentó (malintencionadamente, buscando con ello justificar la imposibilidad de controlar el tema) cómo los chabolistas construían su refugio en una sola noche, aprovechando la oscuridad, buscando «cubrir aguas» antes que, al amanecer, la Guardia Civil pudiera dar al traste con la edificación. Lo que no se señalaba es que aquellos desgraciados construían donde alguien —el propietario del suelo— les indicaba que podían hacerlo.

En Hogar y Arquirectura de mayo de 1961 y luego de noviembre de 1963 se señala como el precio del pie cuadrado de suelo donde construir una chabola pasó, en 1925, de las 0,15 pesetas a valer 9 pesetas en 1956; lo cual, para una chabola de apenas veinte metros cuadrados suponía un precio de casi 200 pesetas, a lo que había que añadir el precio de los materiales para construir la citada chabola, compra que el «propietario del suelo» imponía que se le realizara a él. Según los datos publicados, los hermanos Santos fueron quienes adquirieron (y revendieron a los chabolistas) el terreno agrícola de lo que se llamó Pozo del Tío Raimundo, alquilando en ocasiones aquellas infrahumanas viviendas por no menos de 200 pesetas/mes, al tiempo que por el «traspaso» reclamaban entre 7.000 y 8.000 pesetas.

Las chabolas, agrupadas en núcleos que nunca tuvieron menos de cien «viviendas», contaban con una superficie aproximada de veinte metros cuadrados, altura inferior a los 2,2 metros, muros de ladrillo, tabicón o tabla, tejado de rollizo, con (o sin, en ocasiones) pavimento de tierra aplanada, cerámica o cemento, solían contar con electricidad. Distribuidas a lo largo del cinturón existente (Paz Maroto comentaba, en Informaciones de mayo de 1943, la existencia de mas de 4.000 puntos negros en el entorno de la capital) los distintos núcleos de suburbios se agruparon, fundamentalmente, en tomo a Tetuán, Ventas, Vallecas, Usera y paseo de Extremadura. A partir de 1954, la política de la Comisaría de Ordenación Urbana propone la construcción de núcleos satélites en Manoteras, Canillas, San Blas, Palomerasy Villaverde; se edifican los poblados de absorción, dirigidos, mínimos y agrícolas , y paulatinamente, gracias a la política del desarrollismo,el problema se diluye poco a poco, si bien todavía en 1982 existían —según reconocía el Plan— veintiocho «bolsas de pobreza»

Referencia[ ]

  • SAMBRICIO, Carlos. Chabolas, en Enciclopedia Madrid S.XX


Copyright
Este artículo reproduce el capítulo homónimo de la Enciclopedia Madrid Siglo XX, cuyo autor conserva el copyright.
No es un artículo modificable ni está bajo licencias libres. Si eres el autor del mismo y quieres modificarlo, mándanos un correo