Colegiata de San Isidro

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Fachada principal de la Colegiata de San Isidro. A la derecha se sitúa el edificio del antiguo Colegio Imperial de la Compañía de Jesús.
La colegiata en un grabado de 1886. Las torres aún no estaban concluidas.

La Colegiata de San Isidro, también llamada Colegiata de San Isidro el Real, es un templo católico situado en el casco histórico, en el número 37 de la calle de Toledo. Fue la catedral provisional de la ciudad hasta 1993, año en el que abrió sus puertas la Catedral de la Almudena.

La colegiata fue construida en el siglo XVII como iglesia del antiguo Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, que se encuentra anexo al edificio. En ella descansan los restos mortales de San Isidro, patrón de la ciudad, y de su esposa, Santa María de la Cabeza.


Historia[ ]

La Colegiata de San Isidro se debe a un diseño de 1620 de Pedro Sánchez. Las obras, que comenzaron dos años después, fueron dirigidas por este arquitecto hasta 1633 y continuadas posteriormente por Francisco Bautista y Melchor de Bueras, quienes finalizaron la construcción en 1664.

La iglesia sustituyó a la parroquia de San Pedro y San Pablo, del siglo XVI, que fue demolida, junto al primitivo Colegio Imperial, siguiendo las instrucciones dejadas en su testamento por María de Austria (1528-1608), hija de Carlos I. La emperatriz legó su fortuna a la Compañía de Jesús con el propósito de que se construyera un edificio de nueva planta sobre el solar de la iglesia derribada.

El templo fue consagrado el 23 de septiembre de 1651, trece años antes de su conclusión, quedando adscrito a la citada orden religiosa e inicialmente advocado a San Francisco Javier. En 1767, con la expulsión de los jesuitas, se transformó en colegiata.

Dos años después, quedó bajo la advocación de San Isidro, coincidiendo con el traslado del cuerpo del santo desde la Iglesia de San Andrés, donde se custodiaba desde el siglo XVI en la Capilla de San Isidro. También fueron trasladadas las reliquias de Santa María de la Cabeza.

En 1885, con la constitución de la diócesis de Madrid, pasó a ser la catedral provisional de esta ciudad, rango que ostentó hasta 1993, cuando recuperó la categoría de colegiata.

En 1936, el edificio sufrió un incendio, que destruyó numerosas obras de arte, afectando a la estructura, especialmente a las cubiertas. Éstas fueron reemplazadas una vez acabada la Guerra Civil, al tiempo que se procedió a una reforma, que alteró algunos elementos del trazado original. Durante estas obras de remodelación, dirigidas por el arquitecto Javier Barroso, fueron culminadas las dos torres de la fachada original, que habían quedado inconclusas.

Descripción[ ]

Vista de la cúpula encañonada de la colegiata, desde la Plaza de Puerta Cerrada.

La Colegiata de San Isidro es uno de los edificios más representativos de la arquitectura religiosa madrileña del siglo XVII. Fue levantado en estilo barroco por arquitectos jesuitas, que siguieron el modelo jesuítico, definido en la Iglesia del Gesú, de Roma. Su planta de cruz latina de una sola nave, con capillas laterales, crucero y cúpula, denota esta influencia.

La fachada principal, que da a la calle de Toledo, destaca por su aire monumental. Realizada en piedra de granito, integra un cuerpo central de cuatro columnas corintias, presidido por un grupo escultórico con las efigies de San Isidro y Santa María de la Cabeza. Los capiteles que coronan las columnas son obra de Francisco Bautista, quien utilizó en los mismos elementos decorativos personales, como la doble hilera de hojas de acanto con molduras de ovas.

A ambos lados de este cuerpo central se alzan dos pares de pilastras, igualmente corintias, que configuran la vertical de las torres. Éstas son de planta cuadrada y presentan balaustrada intermedia. Están rematadas por chapiteles octogonales, que terminan en aguja, instalados durante la reforma del siglo XX.

Sobre el crucero se levanta la cúpula, igualmente diseñada por Bautista. Es el primer ejemplo de cúpula encañonada, un tipo de falsa cúpula trazada sobre un armazón de madera recubierto de yeso, que, dada su ligereza, facilita su apoyo sobre muros de escaso grosor.

La fórmula, ideada por Bautista como medida de abaratamiento de costes, se extendió rápidamente a otras construcciones madrileñas del siglo XVII.

Véase también[ ]

Enlaces externos[ ]