Francisco Franco Bahamonde

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Francisco Franco (Ferrol, La Coruña 1892 - Madrid, 1975) segundo hijo de una familia de clase media, pese a su propósito de ingresar en la Escuela Naval, estudió en la Academia de Infantería de Toledo. Destinado a Marruecos en 1912, cuatro años después era ya comandante por méritos de guerra. Tras una estancia de guarnición en Oviedo, regresó a África en 1917 y asumió el mando de la primera bandera del Tercio de Legionarios. Convertido en uno de los más populares mandos del Ejército—el rey Alfonso XIII apadrinó su boda con Carmen Polo—, fue puesto al frente de la Legión en 1923 y tres años después era ascendido a general de brigada, entonces el más joven de Europa.

Tras la guerra de Marruecos, en 1928 Primo de Rivera le encomendó la dirección de la Academia General Militar, en Zaragoza, hasta que, con la llegada de la República, fue cerrada. Franco no quiso retirarse, como otros militares monárquicos, al amparo de la Ley Azaña, pero con los gobiernos de izquierda ocupó destinos de escaso relieve. En octubre de 1934, el ministro de la Guerra—el radical Diego Hidalgo—le encomendó oficiosamente la dirección de las operaciones militares contra los revolucionarios asturianos. Poco después, llegaba al ministerio el líder de la derecha, José María Gil-Robles, y Franco era designado jefe del Estado Mayor Central.

Con el triunfo del Frente Popular y el retomo de Azaña a la presidencia del Gobierno, Franco volvió a ser considerado desafecto al régimen y se le alejó de Madrid, nombrándole comandante militar de Canarias. Para entonces se había integrado en la junta de generales que conspiraban contra la República. Al producirse el alzamiento, abandonó las islas y se trasladó a Marruecos, donde hizo pública su sublevación contra el Gobierno (18 de julio de 1936) y asumió el mando del Ejército de África.

Tras cruzar el Estrecho, las tropas africanas iniciaron el avance hacia Madrid, a donde llegaron en octubre, pero que no consiguieron tomarla ciudad. Franco estaba al frente del contingente mejor organizado del Ejército rebelde y ello le daba enorme fuerza política. El 1 de octubre, la Junta de generales le encomendó la dirección de la guerra, como Generalísimo y la jefatura provisional del Estado. Establecido en Salamanca, se rodeó de un grupo de colaboradores entre los que destacaba su hermano Nicolás y acometió la tarea de unificar las fuerzas políticas de su bando. Lo logró mediante el Decreto de Unificación de abril de 1937, formando un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, cuya presidencia asumió.

En adelante, nada se opuso a su dictadura personal, apoyada en la lealtad de las Fuerzas Armadas y en un aparato burocrático y propagandístico omnipresente en la vida española. En enero de 1938 se convirtió en jefe de un Gobierno que integraba a miembros de las diversas corrientes políticas existentes en el seno del partido único. Finalizada la guerra en la primavera de 1939, al iniciarse a finales del verano la Segunda Guerra Mundial se le planteó a Franco un grave dilema. Durante el conflicto había recibido abundante ayuda militar y económica de Italia y Alemania, las potencias fascistas, y entre sus partidarios eran mayoría los que defendían una estrecha colaboración con el Tercer Reich. Pero el país estaba arruinado tras la guerra y Hitler, con quien Franco se entrevistó en Hendaya, no aceptó las exigencias económicas y territoriales —a costa de las colonias africanas de Francia—que demandaba el dictador español. En consecuencia, España se mantuvo al margen del conflicto, aunque el Generalísimo mostró su apoyo moral al Eje enviando la División Azul a combatir al frente ruso.

El final de la guerra mundial trajo el aislamiento internacional del franquismo. Franco reforzó su posición en el interior reprimiendo las actividades de la oposición (lucha contra el maquis a partir de 1944) y purgando a los altos mandos militares que mostraban simpatías monárquicas. La presión exterior, que se tradujo en la ruptura de relaciones con casi todos los países y en grandes dificultades económicas (economía autárquica), no evitó que el régimen se institucionalizara a partir de las primeras Leyes Fundamentales. Franco alteró el equilibrio de poder en perjuicio de los falangistas, identificados con el derrotado nazismo, y promocionó a jóvenes políticos católicos, en busca de una apertura exterior. El clima de la Guerra Fría facilitó el Concordato con el Vaticano y los pactos militares con Estado Unidos (1953) que, con la entrada en la ONU dos años después, supusieron el final del aislamiento.

El Plan de Estabilización primero y los Planes de Desarrollo después, abrieron paso a la década dorada del franquismo, la llamada etapa desarrollista de los años sesenta. Convertido en jefe de Estado vitalicio con la Ley de Sucesión (1947), Franco buscó institucionalizar definitivamente el régimen con la Ley Orgánica del Estado (1966) y designó sucesor suyo, como rey, al infante Juan Carlos de Borbón. Pero el progreso económico y, sobre todo, la modernización social y el crecimiento de la clase media y del proletariado urbano, minaban las bases del régimen. En 1969 el Generalísimo tuvo que proclamar el estado de excepción ante el crecimiento de la protesta obrera y estudiantil. En adelante, el orden público se convertiría en la preocupación fundamental de sus colaboradores.

Al cumplirlos ochenta años, la decadencia física de Franco era tan evidente que hubo de renunciar, en junio de 1973, a la presidencia del Gobierno, que encomendó a su hombre de confianza, el almirante Luis Carrero Blanco. Pero la muerte de éste en atentado terrorista, en diciembre, supuso el inicio de la descomposición del régimen. Influido por sus círculos más íntimos, Franco puso al frente del Gobierno a Carlos Arias Navarro, que buscó primero una política de apertura (espíritu del 12 de febrero) para dar luego marcha atrás cuando los sectores inmovilistas del régimen denunciaron una excesiva liberalización. En el otoño de 1975, el dictador cayó enfermo y, tras varias semanas de agonía, falleció en un hospital el 20 de noviembre.

Referencia[ ]

  • GIL PECHARROMÁN, Julio. Francisco Franco Bahamode, en Enciclopedia Madrid S.XX


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