Leyenda de Don Pedro I el Cruel
El rey Pedro I, conocido como el Cruel y como el Justiciero, murió en 1369 según unos autores, o en 1477, según otros. Su nieta, doña Constanza, priora del convento de Santo Domingo a lo largo de cincuenta años, pidió que los restos mortales de su abuelo fueran trasladados hasta el convento y fue enterrado en un sepulcro situado frente al altar mayor con una estatua yacente que no se ha conservado. Los Reyes Católicos mandaron realizar un nuevo sepulcro, negro y de gran valor que tampoco se ha conservado. En 1612 se trasladaron los restos a una hornacina al lado del Evangelio pasando posteriormente a los subterráneos del convento. Finalmente, en 1845 fue trasladado al coro, donde se hallaba enterrada su nieta doña Constanza. Cuenta la leyenda que el rey mató a un sacerdote junto al convento y que cada vez que el monarca pasaba por allí, se le aparecía el fantasma del clérigo profetizándole «que había de ser piedra en Madrid», vaticinio que dicen se cumplió con la estatua orante del rey que, tras el derribo del antiguo convento, fue trasladada al Museo Arqueológico. Cerca del convento se conservaban, hasta mediados del siglo XIX, dos sillares de granito que adornaban la fachada, en las que se leía la profecía de la víctima antes de morir. Posteriormente las piedras se aprovecharon en el portal del número 6 de la cuesta de Santo Domingo.