Leyenda del convento de Santo Domingo
Cierto día del año 1478 se hallaban las monjas del convento de Santo Domingo rezando cuando de repente comenzaron a oír unos golpes y lamentos. Las monjas asustadas intentaron seguir rezando pensando que era el demonio quien provocaba los sonidos. Pero al ver que los lamentos no cesaban se refugiaron atemorizadas en el huerto. Al cabo de unas horas, las monjas regresaron al convento y comprobaron que los ruidos habían cesado. Las monjas no volvieron a oír más ruidos y olvidaron el suceso. Tres meses más tarde regresó un noble caballero a su casa situada cerca del convento de Santo Domingo y fue informado por su mayordomo que su esposa, María de Cárdenas, había muerto tres meses atrás siendo enterrada en el citado convento por orden del mayordomo, quien había recibido órdenes expresas del propio caballero que si su esposa moría en su ausencia, fuera enterrada en la cripta del convento.
María de Cárdenas sufría frecuentes ataques que la dejaban en estado cataléptico. Su marido sabía cómo tratarla con un remedio que le había recetado un físico. Sin embargo, en aquella ocasión, el estado de la mujer se prolongó durante más tiempo de lo habitual y, en ausencia del caballero, fue enterrada en la cripta del monasterio. Cuando el caballero regresó al cabo de tres meses, fue a rezar ante el féretro de su esposa y quedó horrorizado así como las monjas cuando vieron una mano que colgaba del ataúd. Doña María de Cárdenas había sido enterrada y cuando despertó del estado cataléptico se encontró encerrada en el ataúd. Las monjas comprendieron que los golpes y los lamentos habían sido producidos por la noble dama que pedía auxilio. El mayordomo fue encarcelado y las monjas redoblaron sus rezos por el alma de la difunta.