Nicolás María de Urgoiti
Nacido en Madrid el 27 de octubre de 1869, muere en la misma ciudad el 8 de octubre de 1951.
Siempre se sintió vasco, aunque no nacionalista. Su infancia transcurrió en San Sebastián, y en Madrid terminó la carrera de Ingeniero de Caminos, iniciando su actividad profesional en 1894 en la fábrica de papel Cadagua. En 1901 impulsó la fusión de una serie de fábricas que dio lugar a La Papelera Española, de la que fue director general. Promovió la integración del sector papelero con la Central Papelera (1914) y más tarde con la Sociedad Cooperativa de Fabricantes de Papel y los Almacenes Generales de Papel (1919).
Aunque siempre fue un empresario, no se consideraba exactamente tal. Lector voraz, destacó por su inquietud intelectual; y sus muchos viajes al extranjero le hicieron conocer innovaciones tecnológicas y empresariales que quiso poner en práctica en España, movido por un compromiso con la idea de la modernización de nuestro país.
Desde su posición, conocía muy bien el mundo del periodismo en España. Su enfrentamiento con la Sociedad Editorial de España, conocida como trust de los periódicos, de la que formaban parte El Liberal, El Imparcial y El Heraldo de Madrid, impulsó a Urgoiti a entrar también en ese campo. Tras intentar hacerse con alguna cabecera importante, fundó en 1917 el diario El Sol, que supuso una revolución en el panorama periodístico español, un modelo de calidad que inspiró al actual El País. En 1920 fundó La Voz como diario vespertino popular, buscando los ingresos que no le reportaba el prestigioso diario de la mañana. Como complemento, creó en el año 1924, la agencia de noticias Febus.
En 1918 creó la Compañía Anónima de Librerías, Publicaciones y Ediciones (CALPE), buscando no sólo asegurarse el futuro de La Papelera sino también renovar el mundo editorial español. Tanto CALPE como El Sol se consolidaron más lentamente de lo previsto. El final de la Gran Guerra y la reanudación de las importaciones de papel extranjero significaron para Urgoiti el comienzo de una serie de crisis que culminarían en 1925 con su dimisión como director de La Papelera. Durante la dictadura de Primo de Rivera, Urgoiti se centró en sus negocios editoriales y periodísticos.
Caído el dictador y durante la crisis que precedió al advenimiento de la República, Urgoiti perdió el control de El Sol, La Voz y la agencia Febus, fundada asociada a ellos. Creó entoncés la editorial Fulmen y la revista trisemanal Crisol, que apoyaba al nuevo régimen republicano. Fulmen publicaría en 1932 el diario Luz, que desaparecería en 1935.
En todas sus empresas periodísticas y editoriales contó con la colaboración de lo mejor de la intelectualidad española. En todas ellas, por ejemplo, participó Ortega y Gasset, con quien Urgoiti mantuvo una gran amistad.
Su salud se resintió enormemente. A finales de 1931 se recluyó en un sanatorio en la Cuesta de las Perdices con la cabeza totalmente perdida. Después de una mejoría pasajera, llegó incluso a intentar suicidarse y sus hijos lo internaron en un sanatorio de Suiza donde permanecería hasta 1939. Regresó a España y en 1944 se hizo cargo del Instituto Ibís.