Oposición al franquismo (1939-1948)

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La Guerra Civil terminó el 1 de abril de 1939 pero la paz tardaría cerca de cuarenta años en establecerse. La entrada de las tropas franquistas fue celebrada en aquella primavera de 1939 con inmensa alegría por aquellos que desde los primeros días del fracasado golpe de Estado habían formado parte de la quinta columna o simpatizaban con los sublevados. Sentimientos más contradictorios embargaban a las miles de personas que habían permanecido fieles a la República y veían desfilar por la Gran Vía a las tropas franquistas, de alivio por el fin de una larga e interminable Guerra Civil y de desengaño y frustración por la derrota y por las crecientes divisiones que en los últimos meses de la guerra acabaron desembocando en una guerra civil dentro de la Guerra Civil.

La represión se inició de inmediato y las tapias del cementerio de la Almudena se anegaron de la sangre de los fusilados, sólo allí fueron ejecutados, entre 1939 y 1944, 2.576 hombres y 87 mujeres, mientras miles de detenidos permanecían hacinados en las distintas cárceles habilitadas a lo largo y ancho de la capital. Los consejos de guerra se sucedieron sin interrupción en las Salesas hasta 1948. A pesar de todo, los militantes que quedaron en Madrid iniciaron de inmediato la reconstrucción de sus organizaciones en la clandestinidad, fueron los primeros pasos de una oposición a la dictadura que nunca cejó hasta su desaparición y el restablecimiento de la democracia. La primera reorganización efectiva del PCE en el interior fue obra de Heriberto Quiñones, quien junto con Calixto Pérez Doñoro y Luis Sedín López logró articular una organización que iba más allá de pequeños grupos dedicados sobre todo al apoyo de los presos. En Enero de 1942 trece de los miembros de la dirección del PCE organizado por Quiñones diez estaban en la cárcel. El 2 de octubre de 1942 Heriberto Quiñones, Calixto Pérez Doñoro y Luis Sedín López fueron fusilados. Jesús Bayón tomó las riendas del debilitado PCE, pero este nuevo intento fue desbaratado en unos meses. Entretanto, Esteban Pallarols, fugado del campo de concentración de Albatera, en Alicante, retratado por Max Aub en Campo de almendros, reorganizó la CNT; en febrero de 1940 fueron detenidos treinta y tres miembros de las Juventudes Libertarias; Pallarols también fue detenido y el 18 de julio de 1943 fue fusilado; Celedonio Pérez se hizo cargo de la dirección cenetista.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial y su evolución militar marcó la evolución política y las esperanzas de la dictadura y la oposición. En la oposición, la guerra mundial fue entendida como la continuidad y proyección a escala internacional de la Guerra Civil, la derrota del nazismo debería arrastrar al franquismo. En el interior la resistencia debía seguir los mismo pasos que las resistencias a la ocupación nazi, mediante la puesta en marcha de una estrategia guerrillera, el maquis, a la espera del desembarco de los ejércitos aliados. En esta estrategia Madrid, como capital del Estado, desempeñaba un papel simbólico de primer orden tanto para la dictadura como para la oposición. Organizar un foco guerrillero en Madrid fue uno de los grandes objetivos del maquis español, dirigido por el PCE.

Tras la caída de Bayón, Jesús Monzón protagonizó la segunda gran reorganización del PCE en el interior. Monzón reorganizó al PCE en Francia, y en septiembre de 1943 llegó a Madrid, donde creó la Junta Suprema de Unión Nacional en una bodega de la calle Jesús y María, en el madrileño barrio de Lavapiés. Mientras tanto, la CNT se reorganizaba una vez más en 1943 bajo la dirección de Manuel Amil, y las Juventudes Libertarias lo hacían a través de Gregorio Gallego, que formaron con otras fuerzas republicanas en noviembre de 1943 la Junta Española de Liberación, sin participación del PCE. La reorganización del PSOE en el interior estuvo encabezada por Sócrates Gómez cuando salió de la cárcel en 1943. La estrategia guerrillera encontró su primera formulación con la creación en la primavera de 1942 de la Federación de Guerrillas de Galicia-León, que de la mano de Jesús Monzón registró su mayor coherencia en la dirección de crear el Ejército Nacional Guerrillero a imagen y semejanza de las FFI (Forces Françaises de l'Interieur) francesas. En noviembre de 1943 José Isasa llegaba a Madrid para organizar la guerrilla en la zona Centro, de la que dependían las agrupaciones de Extremadura, a cargo de Jesús Bayón, huido de la cárcel junto con Ramón Guerreiro, quien se hizo cargo de la agrupación de Ciudad Real. El fracaso en octubre de 1944 de la invasión guerrillera del valle de Arán puso de manifiesto la errónea estrategia guerrillera emprendida por el PCE.

En enero de 1945 José Vitini, destacado miembro de la resistencia antinazi en Francia, llegaba a Madrid y organizó seis grupos de la guerrilla urbana en Madrid, cuya primera acción tuvo lugar el 1 de febrero de 1945 con el estallido de un artefacto en la Agencia de Ferrocarriles Alemanes, sita en la calle Alcalá, quince después otra explosión tuvo lugar ante la Delegación de Prensa, en la calle Montesquinza; el 25 de febrero asaltaron la sede de Falange en Cuatro Caminos, donde mataron a dos falangistas; fue un atentado que conmocionó a la dictadura. El 13 de marzo hicieron estallar una bomba en el germanófilo diario Informaciones. Finalmente, la policía detuvo a los responsables de la guerrilla entre marzo y abril de 1945, cuatro de los seis grupos quedaron desarticulados. El 23 de abril el consejo de guerra condenó a muerte a Vitini y otros encausados: fueron fusilados el 28 de abril. Con el fin de impulsar la guerrilla, el PCE envió a Madrid a Cristino García Granda, coronel de las FFI. En contacto con José Isasa, jefe de la guerrilla de la zona Centro, reorganizó la guerrilla, que desarrolló una intensa actividad entre septiembre y octubre de 1945, destacando el asalto a la subdelegación de Falange en Buenavista, hasta que a finales de ese mes eran detenidos buena parte de sus integrantes, siendo condenados a muerte el 22 de enero de 1946, la campaña de solidaridad desatada en Francia a favor de Cristino García Granda al ser un héroe de la resistencia antinazi no impidió que el 21 de febrero de 1946 fueran fusilados. José Isasa logró reorganizar de nuevo la guerrilla y en el verano de 1946 iniciaron sus atentados bajo la dirección de Pedro Sanz Prades. Las continuas detenciones y la desconexión de la guerrilla respecto de la realidad social había conducido a un callejón sin salida la estrategia de enfrentamiento armado defendida por el PCE. Se imponía un cambio de estrategia en la lucha contra la dictadura, la lógica del enfrentamiento direncto continuado desde el fin de la guerra sólo reforzaba al franquismo, cuya propaganda identificó con éxito a los guerrilleros con delincuentes. El momento crítico para el franquismo había pasado tras la derrota de la Alemania nazi tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el fin del aislamiento internacional en los años cincuenta. Una nueva era de la oposición al franquismo terminó por abrirse en el decenio de los años cincuenta, la lucha de masas.


Fuente de la primera versión: Artículo de la Madrid Siglo XX. Enciclopedia, autor Luis Enrique Otero Carvajal