Sector financiero

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En 1906, según José María Sanz, Madrid tenía sólo seis bancos de crédito real frente a diez de Barcelona y siete de Baleares. Así, al rebufo de la repatriación de capitales tras la pérdida de las colonias y con el empuje exportador que originó el Plan Villaverde surgieron el Banco Hispano Americano (encabezado por Antonio Basagoti, y creado en 1900 para fomentar el comercio con América) y el Banco Español de Crédito, constituido en 1902 como continuación del Crédito Mobiliario Español (Banesto, como más tarde se le conocería). En 1918 se crea el Banco Urquijo y en 1919 el Banco Central, fundado con la idea del marqués de Campo de agrupar en un banco a distintas casas de crédito provinciales. Un fuerte impulso tuvo lugar en los años veinte, al coincidir tres circunstancias; el nuevo papel del Banco de España como banco de banqueros tras la Ley de Ordenación Bancaria de 1921; la repatriación de la deuda pública española a causa de la Primera Guerra Mundial y, por ultimo, la ola de industrialización que cotizó sobre todo en la Bolsa de Madrid.

Durante los primeros decenios, ayudado por la estabilización de Villaverde y por una poderosa banca privada, el Banco de España llevó acabo una monetización indirecta de la deuda hasta convertirse en banco de bancos y prestamista en última instancia. Durante el siglo XX las cajas de ahorro perdieron paulatinamente el carácter de instituciones benéficas con el que habían nacido (como ocurrió en el Monte de Piedad de Madrid, fundado en 1702 por el sacerdote aragonés Francisco Piquer) convirtiéndolas su actividad de captación de depósitos en verdaderas instituciones financieras.

En noviembre de 1931, con la nueva Ley Bancaria, se inicia un proceso de estrechamiento del control del Gobierno sobre el Banco de España que culmina en 1962 con su nacionalización. Durante la posguerra se dictaron distintas medidas que culminaron con la Ley Bancaria de 1946, la cual introducía un fuerte grado de intervención del Estado, creaba el Instituto Español de Moneda Extranjera y la Dirección General de Banca y Bolsa, quedando la función del Banco de España prácticamente reducida a la de banco emisor. Más cercano aún, tenemos el efecto de la política monetaria de subastas decenales en la década de los sesenta; el impulso del mercado interbancario ha hecho concentrarse casi todas las tesorerías de bancos y cajas de ahorro en la capital. Es bien sabido cómo el mercado bursátil concentra en una altísima proporción las operaciones de emisión y de negociación de valores correspondientes a empresas españolas y domiciliadas en Madrid.

La bolsa es otra pieza clave dentro del sistema financiero español. De hecho la creación de la bolsa, la fundación del Banco de España y la concesión del monopolio de emisión de billetes, fueron hitos fundamentales para la iniciación de Madrid como centro financiero importante.

La liberación bancaria, impulsada por la transición ala democracia, se vio gravemente sacudida por la crisis internacional de 1973 que, aunque con retraso, se hizo sentir causando la quiebra de algunos bancos (entre otros, el Urquijo, que suspendió pagos en 1981). Se diseñaron estrategias para vencer la crisis y sanear el sistema, a la par que desaparecieron las trabas para el establecimiento de filiales de bancos extranjeros en España, lo cual estimuló la competencia. Ante la perspectiva de la integración en el mercado europeo de capitales como consecuencia de la integración en Europa comenzó una ola de fusiones para ajustarse a la competencia, entre las que destacan la creación en 1991 del Banco Central Hispano. Conforme se iba acercando el final del siglo, las medidas liberalizadoras iban siendo más notorias y una de las más significativas para la capital fue, en 1994, la Ley de Autonomía del Banco de España.

Constituye Madrid un centro financiero de tamaño medio, ya que si bien no alcanza la dimensión de los grandes centros europeos (Londres, París...) sí es el principal a nivel nacional al cumplir con la característica fundamental de estos lugares de tener elevada concentración de mercados y entidades financieras. El sector financiero, en sentido amplio, aporta el 9% del VAB de la Comunidad, frente al 6% que representa en España, esto significa que a las entidades financieras madrileñas les corresponde una cuarta parte del VAB del total de las españolas. La Comunidad de Madrid reúne el 11,4% del total de bancos y oficinas abiertos en España, sin ser la primera comunidad en número de sucursales, sí es la que registra el mayor crecimiento en los últimos diez años; de hecho, absorbe el 34,5% del crecimiento de la red nacional. En los últimos años, las cajas de ahorro han emprendido una fuerte expansión de sus redes al saturarse sus mercados más tradicionales, en Madrid se sitúan el 9,7% del total de oficinas de cajas de ahorro españolas, pero a pesar de ello, siguen siendo los bancos los que mantienen la supremacía, con una presencia mayoritaria de casi el 62% de las oficinas de la Comunidad frente al 37,5% que poseen las cajas y apenas el 0,5 de las cooperativas de crédito. La teoría de la localización de empresas nos lleva a la explicación de por qué las entidades financieras deciden colocarse en una plaza como Madrid, y esencialmente en su capital, cola que, además de factores generales, existen otros que son claves como la existencia de economías de escala; las cajas se han situado en Madrid por las oportunidades que les ha ofrecido la banca al por menor, la alta densidad de población, los superiores niveles de renta y la intensa actividad empresarial, así como los mayores ratios de productividad de las oficinas.

Los centros financieros intermedios como Madrid van a verse afectados por la integración monetaria en Europa y uno de los aspectos más sobresalientes es la importancia de las economías de escala externas de las que se desprende la necesidad de concentrar los esfuerzos por la promoción de un único centro financiero nacional. El euro, al hacer desaparecer las barreras de protección de los tipos de cambios nacionales, impulsa la competencia entre mercados, participantes y centros financieros. Las variables clave para la configuración de la política económica adecuada a la situación son la configuración de una regulación eficiente y una política fiscal sobre los rendimientos del ahorro lo suficientemente competitiva. El impacto de la Unión Monetaria sobre la localización de las instituciones financieras dependerá del tipo de mercado de que se trate. En un futuro ya cercano, habrá una tendencia ala concentración de la actividad en unas pocas «capitales de capital», algo que puede resultar incierto, pero que también será más prometedor, y si no queremos perder el tren o quedamos rezagados, hay que mejorar la eficiencia en la medida de lo posible. En el sector bancario europeo, está claro el margen de actividad que queda para los mercados regionales, y en concreto, el sector bancario de Madrid goza de una posición aventajada.

Referencia[ ]

  • IRANZO, Juan E. Sector financiero, en Enciclopedia Madrid S.XX


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