Virgen de las Maravillas

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Se halla en el convento de las Maravillas, en la calle del Príncipe de Vergara, 23.


Imagen que se veneraba en el convento de San Antón, más conocido por convento de las Maravillas, de carmelitas calzadas. Se cuenta que su primer dueño la trajo de Salamanca, pero como no tenía dinero para pagar el carro la empeñó por 40 reales. El segundo dueño, la guardó en una cueva durante tres años hasta que la cedió a una señora, que la vistió como se merecía con ayuda de varias personas, por lo que la Virgen les concedió algunos favores. Llegó esto a oídos del Vicario de la Villa el cual, después de echar nueve veces a suerte el lugar donde guarecerla, salió todas las veces el convento de San Antón.

Otra leyenda cuenta que ya se veneraba antes del siglo XVI en un pueblo llamado Rodoviejas (Salamanca). Debido a su estado deteriorado fue retirada del culto y obteniéndola un hombre llamado Juan González para venerarla en su casa. Su hijo la trajo hasta Madrid. Como no pudo pagar su tributo al llegar, dejó la imagen de la Virgen en prenda. Más tarde, la imagen pasó a manos de un alguacil de la Corte. Durante la noche se producían ruidos extraños y el alguacil pensó que era castigo por su falta de culto a la imagen y la devolvió a su antiguo dueño y luego pasó a manos de Ana del Carpio, esposa del escultor Francisco de Albornoz. Dicha señora la había comprado a unos gitanos que la tenían entre unos maderos destinados al fuego en la calle de los Gitanos (hoy Arlabán). El escultor Albornoz la restauró y tras tres años de permanece en su casa la ofreció a los carmelitas. El nombre de Maravillas se lo dio Ana del Carpio porque años antes de encontrar la imagen tuvo una visión de una Virgen que pedía asilo en su casa y en una mano llevaba una flor de las maravillas. La Virgen realizó varios milagros como el de la antigua calle del Lobo (hoy Echegaray), así denominada porque en una de las pocas casas que había por esta zona, vivía un cazador el cual tenía a la puerta una piel de lobo rellenada de paja. Cierto día un niño vació la piel y enfurecido su dueño le dio al crío tal cuchillada que le dejó por muerto. La madre le recogió y le llevó ante una imagen de una Virgen que un escultor tenía en depósito en su estudio y milagrosamente el chiquillo se salvó. Ana del Carpio decidió donar la imagen a una iglesia y tras un sorteo para elegir su destino, en 1627, se trasladó la imagen a la iglesia del convento de San Antón, en la calle de la Palma a la que acompañó volando sobre la misma una paloma (ver calle de la Paloma), que permaneció con la Virgen hasta que murió siendo enterrada por las monjas en el huerto del convento.


Este artículo incorpora material del Diccionario Enciclopédico de Madrid, de María Isabel Gea, publicado por Ediciones La Librería, autorizada su inclusión en Madripedia bajo licencia Reconocimento-CompartirIgual