Arroyo de la Castellana
El arroyo nacía al norte de Madrid y discurría por los Prados de Recoletos, San Jerónimo y de Atocha, que tomaron el nombre de los conventos de Recoletos, San Jerónimo y Nuestra Señora de Atocha, respectivamente (hoy en su lugar se hallan los paseos de la Castellana, Recoletos y Prado). Tras su salida de la ciudad junto a la puerta de Vallecas tomaba dirección este hasta desaguar en el arroyo del Abroñigal -por eso también se le ha llamado arroyo del Bajo Abroñigal- a la altura de la confluencia de la calle de Méndez Álvaro con la M-30. El arroyo se encauzó en 1624 y en el plano de Texeira se pueden ver varios puentes para cruzarlo. En 1766, Carlos III ordenó que se construyera una mina para cubrir el arroyo evitando de esta manera las avenidas que se producían en sus márgenes, así como los daños que provocaba en los parajes contiguos, sobre todo en el Buen Retiro. Además se terraplenó el paseo y se plantaron nuevos árboles. Parte de las huertas que había junto a la puerta de Vallecas -las denominadas huertas del Prado- fueron compradas hacia 1774 para construir en su lugar el Jardín Botánico.