Calle del Calvario

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Entre las calles del Olivar y de Jesús y María. Se llamó así porque aquí terminaba el recorrido del Vía Crucis o Calvario que había sido instituido por San Francisco de Asís. El Vía Crucis partía del convento de San Francisco (donde hoy se levanta la basílica de San Francisco el Grande) y terminaba en esta calle del Calvario. Las estaciones estaban marcadas en un principio con cruces de madera, que posteriormente fueron sustituidas por otras de piedra de colmenar. Cuando la Villa creció por estos contornos, el Vía Crucis fue trasladado en 1613 al antiguo camino de San Bernardino (hoy calle de la Princesa). Como el llamado campo del Calvario estaba bendecido, se utilizaba para enterrar allí a los muertos, además de a los reos que habían sido condenados a morir descuartizados y lapidados. Por este motivo, cuando comenzaron las obras para abrir la calle, se encontraron con un buen número de esqueletos y huesos que fueron trasladados al desaparecido cementerio de San Sebastián (en la calle de Méndez Álvaro). Se dice que al pie de la novena cruz estaba enterrado el defensor de la llamada Torrecilla del Leal, ahorcado en ella por orden de Enrique de Trastamara, por su fidelidad a Pedro I.

Para evitar escándalos y profanaciones en el Vía Crucis del camino de San Bernardino, el Concejo dictó en 1622 una disposición por la cual las mujeres recorrían el Vía Crucis un viernes y los hombres otro viernes. En 1641 se prohibió la circulación de coches y caballos por el citado camino, para lo cual, todos los años por Cuaresma se levantaba en el camino palenques impidiendo así la circulación.


Este artículo incorpora material del Diccionario Enciclopédico de Madrid, de María Isabel Gea, publicado por Ediciones La Librería, autorizada su inclusión en Madripedia bajo licencia Reconocimento-CompartirIgual