Merenderos de las Ventas del Espíritu Santo
Las Ventas del Espíritu Santo era uno de los extremos de Madrid, de hecho, en este punto del arroyo Abroñigal acababa el Término Municipal de Madrid.
En estos merenderos lo típico era ir a comer o merendar tortillas de escabeche, caracoles, callos a la madrileña y las ensaladas con lechugas cultivadas en las riberas del mismo arroyo, acompañado de la frasca de tinto.
Además de las meriendas lo más característico eran los bailes que se organizaban en los mismos al compás del organillo. El día grande de estos merenderos y sus bailes era el domingo. Pero, eran los lunes, el día de los auténticos fieles del baile, donde cada uno iba con su pareja. Ese día apenas se bebía alcohol, se tomaba el “chapurreado”, que era una botella con un poco de vino y el resto limón. Era el día de la aristocracia del chotis, la mazurca…
A poca distancia se encuentra el Cementerio de La Almudena, en lo que era la carretera de Vicálvaro, y no era infrecuente que a la vuelta del sepelio muchos se quedaran en estos merenderos para consolarse de la pérdida con una chuletada y unos tragos de tinto.
Otros de los asiduos, eran los aficionados a las corridas de toros, que se celebraban a pocos metros del arroyo Abroñigal, en la Plaza de Toros de las Ventas. Tras la corrida, una buena fuente de chuletas a la brasa acompañada de una ensalada con aceitunas negras, cebolletas y pimiento morrón, regado todo ello con dos o tres frascas de tinto.