Real Fábrica de Tapices
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Historia[ ]
La Real Fábrica de Tapices fue fundada en 1721 por Felipe V, siguiendo el modelo francés. Su intención era implantar una industria nacional que supliera las importaciones flamencas que hasta entonces habían surtido los palacios españoles, en un intento de potenciar la economía nacional, dentro de la política de fomento de la industria que se desarrollará durante el siglo XVIII, y ante la incapacidad de satisfacer la demanda existente para decorar los Sitios Reales, se decidió por crear una fábrica de tapices en 1719.
Para ello trajo una familia de Amberes a Jacobo Vandergoten, que puso al frente de la fábrica, situada extramuros de la ciudad, cerca de la Puerta de Santa Bárbara, razón por la cual recibió el nombre de Casa de Santa Bárbara.
Su hijo, Jacobo Vandergoten el Joven establece en 1734 una nueva fábrica, la de Santa Isabel, que trabajaba con otro tipo de lienzo.
La Fábrica se estableció en un edificio próximo al Portillo de Santa Bárbara, conocido como Casa del Abreviador, en los arrabales de la villa, donde permanecerá hasta 1882. En esa fecha Alfonso XII autorizó la demolición de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara para proceder al acuartelamiento y ensanche de Madrid, y ordenó que se construyera un nuevo edificio en la zona del Olivar y Huerta del Convento de Atocha.
Diez años después comienza una nueva etapa en la que se unen ambas fábricas en una sola bajo el patrocinio real. A partir de este momento la Real Fábrica de tapices vive su momento de mayor esplendor. Hasta entonces, los artesanos empleaban los cartones de pintores de corte junto a otros que los Vandergoten trajeron consigo. Ahora, se incorporan los diseños de nuevos pintores reales, de la talla de Mengs, Francisco Bayeu, Salvador Maella o Francisco de Goya.
El estilo de estos pintores, especialmente Goya, consigue llevar a los más alto la calidad de los tapices, creando un estilo completamente original que se desvincula definitivamente del estilo flamenco de sus primeros momentos.
La Real Fábrica de Tapices se encuentra ubicada en la manzana completa rodeada por las siguientes calles: Calle de Fuenterrabía, número 2; con vuelta calle Julián Gayarre, números 4 y 6; con vuelta calle Vandergoten; con vuelta calle Andrés Torrejón.
Su arquitecto José Segundo de Lema terminó la obra en 1888-1889, año en que se ocupó el nuevo edificio, donde continúa actualmente la actividad.
La evolución de la Real Fábrica se va a desarrollar en distintas etapas, que a su vez son reflejo de la propia historia de España, en la medida en que los avatares históricos influyen en la hacienda pública. Un aspecto fundamental durante toda la trayectoria de la Fábrica es su vinculación con la Corona desde su fundación.
Así, en los primeros momentos se pone al frente de los asuntos económicos un Intendente Real, que será quien establezca las contratas.
Paralelamente, la dirección artística corre a cargo de los pintores de la Real Cámara, y su fin era surtir de modelos a los maestros tapiceros y vigilar que la ejecución del tapiz se ajustara a la composición pictórica.
La relación entre las dos Instituciones se realiza a través del sistema de contratas o asientos, donde se establecen las condiciones que debe cumplir cada parte.
Así, la primera se efectúa en 1720, momento de la fundación; la segunda en 1744, cuando se unen las Fábricas de Santa Bárbara y Santa Isabel, pasando a denominarse Real Fábrica de Tapices, estableciéndose entre otros aspectos, la obligación de enseñar dibujo y el arte de tejer tapices y alfombras a los jóvenes españoles que lo desearan; en 1750 se formaliza la tercera contrata, asumiendo la Fábrica la conservación y restauración de todas las tapicerías y alfombras de los Reales Sitios; una nueva contrata se firma en 1838 asegurando la continuidad de la Fábrica en un difícil momento.
En 1860 la Corona cede a la familia Stuyck el uso del edificio, en régimen de alquiler, la propiedad de toda la maquinaria y se le permite una actividad mercantil con particulares.
Durante el siglo XIX y XX disminuyen progresivamente los encargos de la Casa Real, pero aumentan los de las nuevas clases acomodadas. Paralelamente, aumenta la producción de alfombras en detrimento de los tapices y reposteros, que pasan de moda.
Con la República entra en crisis, ya que se deja a la Fábrica sin el apoyo de la Corona. No obstante se mantuvo pasando a llamarse Manufactura Nacional de Tapices y Alfombras, gracias al apoyo de Azaña e Indalecio Prieto.
Durante la Guerra Civil, la Fábrica fue incautada, pero una vez finalizada volvió de nuevo a la familia Stuyck que continuó con la actividad. La creación de la Fundación del Generalísimo, después llamada Fundación de Gremios, supuso otro golpe para la Real Fábrica, ya que le privaba de una de sus funciones tradicionales, al servicio del Patrimonio Nacional.
En 1982 se le vuelve a conceder el título de Real Fábrica, y en 1996, a iniciativa de la Corona y del Ministerio de Cultura, la Manufactura se convierte en la Fundación Real Fábrica de Tapices, como una entidad destinada a garantizar la transmisión de los valores culturales de la Fábrica.
Decadencia[ ]
La guerra de la independencia marca el inicio de una larga etapa de decadencia. Con la restauración de Alfonso XII se recuperará en parte. Comienza una nueva etapa en la que los encargos privados adquieren mayor importancia, tendencia que se consolidará en el siglo XX. Los encargos de la Corona no son suficientes para sustentar la producción, por lo que la fabricación de tapices pierde importancia a favor de la restauración y fabricación de alfombras para particulares.
No obstante, estos no son suficientes para solventar la crisis económica que la Real Fábrica atravesaba. Durante la década de los 60 se enfrentan a un posible cierre. Es entonces cuando el Gobierno llevará a cabo un estudio para buscar soluciones que evitaran la pérdida el desempleo de sus trabajadores y mantuvieran vivo el trabajo artesanal que llevaban a cabo, que como muchos otros oficios, estaba en vías de extinción. Se constituye entonces la Fundación Real Fábrica de Tapices, una asociación cultural sin ánimo de lucro cuya labor actual está centrada en preservar y divulgar el importante legado histórico, tanto material como documental, que posee, a través de la producción de tapices con diseños de artistas contemporáneos, restauración de piezas antiguas, talleres, exposiciones...
Enlaces externos[ ]
Referencia[ ]
Decreto 80/2006, de 19 de octubre, por el que se declara Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, la Real Fábrica de Tapices.