Destrucción del patrimonio histórico-artístico de Madrid durante la Segunda República y la Guerra Civil

De Madripedia
Saltar a: navegación, buscar

Uno o más madripedistas están trabajando actualmente en extender este artículo. Es posible que, a causa de ello, haya lagunas de contenido o deficiencias de formato. Por favor, antes de realizar correcciones mayores o reescrituras, contacta con ellos en su página de usuario o la página de discusión del artículo para poder coordinar la redacción.

La Segunda República fue un periodo de grandes convulsiones políticas, que culminaron en el estallido de la Guerra Civil, durante cuyos primeros momentos, la ciudad fue el escenario de una explosión revolucionaria. Durante todo el periodo, el patrimonio histórico artístico de la capital sufrió destrozos, especialmente el perteneciente a la Iglesia Católica. Dos episodios fueron especialmente graves: la quema de conventos ocurrida durante los días 11 y 12 de mayo de 1931, apenas un mes después de la proclamación de la República, y los días inmediatamente posteriores al fracaso de la sublevación militar que, en julio de 1936, dio lugar a la Guerra Civil Española. Los responsables de los primeros fueron grupos anticlericales y presumiblemente pertenecientes a la extrema izquierda en tanto que de los segundos fueron responsables individuos pertenecientes a las organizaciones obreras.

Quema de conventos de 1931:

  • Colegio de Nuestra Señora de las Maravillas, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle), en la calle Bravo Murillo. Maravillas era un colegio religioso de segunda enseñanza. Aparte del colegio propiamente dicho, para alumnos de clases pudientes, los hermanos mantenían también un colegio para los hijos de las familias modestas del barrio, el Colegio de San José. Ambos resultaron destruidos tras ser incendiados el 11 de mayo de 1931.
  • Colegio de los Jesuitas en Areneros (actualmente c/ de Alberto Aguilera), el edificio ICAI-ICADE actual – 11 de mayo 1931. Poseía la Biblioteca del Instituto Católico de Artes e Industrias, con 20.000 volúmenes y obras únicas en España, más el irrecuperable archivo del paleógrafo García Villada, producto de una vida de investigación.
  • Iglesia de Santa Teresa11 de mayo 1931 - Incendiada.
  • Iglesia de San Francisco de Borja (c/ la Flor) – 11 Mayo 1931. - Incendiada - Contenía una biblioteca, una de las más importantes de España, con 80.000 volúmenes, entre ellos incunables, ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón, colecciones únicas de revistas, etcétera. Junto con la del Instituto Católico de Artes e Industrias, con 20.000 volúmenes y obras únicas en España, más el irrecuperable archivo del paleógrafo García Villada, producto de una vida de investigación, era la segunda biblioteca más importante del país tras la Biblioteca Nacional.

Inicio de la Guerra Civil Española:

En otros periodos, otros elementos del patrimonio sufrieron daños:

  • Estatua de Felipe III (Plaza Mayor): fue derribada, resultando gravemente dañada en la noche del 13 al 14 de abril, cuando aún no se había proclamado la República. Fue refundida por Juan Cristobal, copiando la anterior de José Crajera. Durante la guerra fue protegida mediante una obra de ingeniería. Tras el final de la guerra fue restaurada por Juan Cristobal. (fuente: Revista Madrid Histórico nº 1).
  • Parroquia de San Luis Obispo (c/ de la Montera) – Incendiada y destruida el 13 de marzo de 1935.

También sufrieron diversos desperfectos, pero sin llevar a ser totalmente destruidos:

  • el convento de los Paúles de la calle de García Paredes.
  • las Trinitarias de Marqués de Urquijo.
  • los Luises, en la calle de Cedaceros.
  • el de Jesús, en la plaza del mismo nombre.
  • otro de Carmelitas, en la calle de Ayala.
  • el Colegio Calasancio en la calle del General Díaz Porlier. A partir de agosto de 1936 fue utilizado como cárcel (Prisión Provincial de Hombres nº 1 o cárcel de Porlier), uso que prosiguió tras el fin de la Guerra hasta 1944, fecha en la que fue devuelto a los padres calasancios.
  • otro de monjas en la calle de San Bernardo.
  • el del Buen Suceso.
  • el de Caballero de Gracia.
  • otro de la calle de Evaristo San Miguel.

Bombardeos sobre Madrid.[ ]

Por otra parte, en 1936, Madrid y el Museo del Prado se convierten en un objetivo militar. Como en una siniestra paradoja, el bando militar fascista que se ha sublevado contra la república, y que utiliza con orgullo su nacionalismo aireando en la propaganda su encendido amor a la patria, se lanza a destruir una de las mayores riquezas de España. Bombas incendiarias de la Legión Cóndor nazi caen sobre el Museo del Prado (dicen que por error, como si el deseo de aterrorizar a Madrid y destruir la cultura no fuera deliberado).

  • Veintiocho bombas caen sobre la Biblioteca Nacional.
  • Hasta el estallido de la guerra, Ramón Pérez de Ayala había sido director del Museo del Prado; después, lo será Picasso. La actividad de los responsables del museo para salvaguardar el tesoro artístico es frenética, al igual que en la Biblioteca Nacional, que también es bombardeada y donde trabajaron para salvar miles de libros valiosos —la memoria de España— entre otros, su director, Tomás Navarro, y María Moliner, Juan Vicens, Jordi Rubio, Teresa Andrés. La excepcional aventura del salvamento de las riquezas del Prado está documentada en la película de Alberto Porlán, Las cajas españolas, de 2004, muchas de cuyas imágenes sobre la guerra civil eran inéditas en el momento de su estreno.
  • El gobierno republicano había creado la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, dirigida por Timoteo Pérez Rubio, para salvar el Museo del Prado. Pérez Rubio, el pintor que dirige la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, y su esposa, la escritora Rosa Chacel, organizan el traslado, junto a otros funcionarios. En el traslado participan también Rafael Alberti y María Teresa León, así como Josep Renau, director general de Bellas Artes En el Museo del Prado, empiezan a embalarse algunos cuadros; otros, se guardan en la cámara acorazada del Banco de España, pero la humedad los pone en peligro. María Teresa León nos hablaa en su hermosa Memoria de la melancolía de las cristaleras rotas y de los sacos terreros que llenaban el Museo, la falta de madera para hacer las cajas que guardarían los lienzos, la falta de camiones. Milicianos del Quinto Regimiento, trabajadores ferroviarios, voluntarios, todos colaboran en el traslado ordenado por el gobierno republicano. María Teresa León nos dice que cuando vieron marchar a los camiones empezó “la noche más larga de nuestra vida”. En el puente de Arganda los milicianos tuvieron que pasar los embalajes en sus hombros porque el andamiaje era demasiado alto

Véase también[ ]

Enlaces externos[ ]