Residencia de Estudiantes
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Historia[ ]
Fundada en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios fue hasta el año 1936, el primer centro cultural de España. El primer curso se inauguró el 1 de octubre de 1910. Su director fue Alberto Jiménez Fraud que buscó la ubicación de la primera sede en un pequeño edificio en la calle Fortuny, número 14. Sólo contaba en la primera época con quince dormitorios, un salón de reuniones, un comedor, una biblioteca, así como un pequeño laboratorio de anatomía microscópica. En 1915 se traslada a su sede definitiva en la madrileña Colina de los Chopos. La misión de la Residencia era complementar la enseñanza universitaria creando un ambiente intelectual y de convivencia para los estudiantes.
Primera época[ ]
En esta primera época coincidieron en la Residencia y se hicieron amigos tres importantes figuras de la cultura española del siglo XX: el cineasta Luis Buñuel, el poeta Federico García Lorca y el pintor Salvador Dalí. A este grupo de amigos hay que añadir los nombres del ingeniero José Bello, "Pepín Bello", el más longevo habitante de la institución y creador de muchas ideas que más tarde se atribuyeron a otros, del compositor Salvador Bacarisse y de José Moreno Villa. Otro asiduo a las reuniones que el grupo realizaba en la Residencia fue Rafael Alberti que dedicó algunas páginas de su autobiografía La arboleda perdida a narrar sus vivencias en la Residencia, incluida la del «pedómetro», artilugio dedicado a medir la intensidad de los pedos. También el científico Severo Ochoa fue residente y otros muchos miembros de la intelectualidad de aquellos años: Miguel de Unamuno, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d'Ors, Benjamín Palencia y tantos otros.
Los conciertos también abundaban en la Residencia y en uno de sus salones, hoy convertido en sala de conferencias, puede verse todavía el piano de cola en el que Federico García Lorca tocaba habitualmente. Era un asiduo de esas veladas musicales, que se desarrollaban en un día fijo de la semana, el poeta Gerardo Diego, que también sería crítico musical.
Había en la Residencia de Estudiantes una buena biblioteca, clase de idiomas y algunos laboratorios de ciencia experimental, en los cuales trabajaban hombres como Severo Ochoa, Juan Negrín, Blas Cabrera, Antonio Medinaveitia, Luis Calandre, Sacristán, el lingüista Tomás Navarro Tomás y otros.
Las instalaciones, el menú, la «disciplina» sugerida y nunca impuesta, así como la libertad de la que gozaban los residentes causaban admiración en todo aquel que la visitaba. Figuras intelectuales de primer orden eran invitadas a menudo a comer, a impartir conferencias, a intervenir en las tertulias, o a organizar exposiciones.
Por el salón de conferencias pasaron las más altas personalidades de la cultura española y extranjera. Alberto Jiménez logró que Henri Bergson hablara a los residentes. Posteriormente pasaron por la Residencia, Einstein, Howard Carter, Chesterton, Paul Valéry, Marie Curie, Ígor Stravinski, Paul Claudel, Louis de Broglie, Herbert George Wells, Max Jacob, Le Corbusier, Keynes... A la Residencia fueron el Rey, Julián Besteiro, Santiago Ramón y Cajal, Manuel de Falla, Unamuno, Eugenio d'Ors, Federico de Onís, Valle-Inclán, Manuel Machado, León Felipe, Zulueta y tantos y tantos otros.
Guerra civil y Edad de Plata[ ]
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936 la Residencia de Estudiantes perdió su carácter, pasando sus instalaciones a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a partir de 1939. En las décadas finales del siglo XX se acometió su restauración integral intentando de alguna forma recuperar el viejo espíritu. Entre las obras de esta nueva etapa conviene destacar la recuperación de numerosos documentos de la llamada Edad de Plata de la cultura española, es decir el período 1868-1936.
Laboratorios de la Residencia de Estudiantes[ ]
Parece que fue Nicolás Achúcarro, investigador de la histopatología del sistema nervisoso, quien organizó un primer Laboratorio de Anatomía Microscópica, dedicado a histología humana y dirigido por el luego prestigioso cardiólogo Luis Calandre. En 1912-1913 se creó el Laboratorio de Química General, que dirigió José Ranedo. Con el traslado en 1915 a su sede definitiva, la Residencia instaló sus laboratorios en el llamado precisamente Pabellón de Laboratorios, también conocido como el Transatlántico. Estos locales fueron pronto aprovechados para acomodar a otros grupos de investigación apoyados por la Junta.
En 1915 se creó un efímero Laboratorio de Química Fisiológica, dirigido por Antonio Madinaveitia. Pero fue el Laboratorio de Fisiología, creado en 1916 y dirigido por Juan Negrín, el que marcó un cambio cualitativo. Negrín, formado en Alemania, hizo investigación de nivel internacional y formó un amplio grupo de fisiólogos, farmacólogos y bioquímicos, entre ellos, los residentes Severo Ochoa y Francisco Grande Covián. El mismo año apareció el Laboratorio de Fisiología y Anatomía de los Centros Nerviosos, dirigido por Gonzalez Rodriguez Lafora, pero su funcionamiento apenas duró un par de años. Más duradero y muy relevante fue desde 1919-1920 el Laboratorio de Histología Normal y Patológica, dirigido por Pío del Río Hortega, que amplió la obra de Santiago Ramón y Cajal con aportaciones fundamentales sobre la histología del sistema nervioso. En 1920-1921 se creó el Laboratorio de Serología y Bacteriología, dirigido por Paulino Suárez, con carácter docente.
Un último laboratorio, que no suele ser citado por hallarse fuera del Pabellón de Laboratorios y porque dependía del Museo Nacional de Ciencias Naturales, fue el Laboratorio de Biología, dirigido por Antonio de Zulueta, introductor de la genética cromosómica en España y autor de contribuciones de relevancia internacional en este campo. Todo cesó con el comienzo de la guerra en 1936, que supuso de hecho el fin de la etapa fundacional de la Residencia de Estudiantes.
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Fuentes[ ]
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