Historia

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Época Prehistórica y Romana[ ]

Existen hallazgos arqueológicos que prueban la existencia de población humana en las terrazas del río Manzanares desde el Paleolítico. Sin embargo, no existen evidencias de que existiera ningún poblamiento de entidad durante las épocas romana y visigoda. Sin embargo, en Carabanchel hubo una casa de postas (en latín, mansio) llamada Miacium, que estaba situada sobre la via que unía Titulcia con Segovia.

Dominación musulmana[ ]

La primera noticia histórica de lo que hoy es la ciudad de Madrid data de la época de dominación musulmana, concretamente de finales del siglo IX, cuando el emir cordobés Muhammad I (852-886) levanta una fortaleza en un promontorio junto al río Manzanares, en el lugar ocupado actualmente por el Palacio Real. La función de esta fortaleza será la vigilancia de los pasos de la sierra de Guadarrama para proteger Toledo, la antigua capital visigoda. También la de Ribat, es decir, punto de reunión e inicio de las campañas contra los reinos cristianos del norte. Por ejemplo, en el año 977, Almanzor comienza su campaña en Madrid. Cuando el califato de Córdoba se desintegra, Madrid pasa a formar parte del reino taifa de Toledo.

En los alrededores de esta fortificación, se fue creando un pequeño enclave conocido con el nombre de Mayrit (para los cristianos Magerit) el cual fue objeto de varios ataques de los reyes cristianos durante la Reconquista, por ejemplo, Ramiro II de León la intenta ocupar en 932.

Al rendirse Toledo a Alfonso VI de Castilla entre 1083 y 1085, la ciudad pasa a manos cristianas sin lucha, como otras varias poblaciones del reino toledano.

Conquista cristiana[ ]

La ciudad es repoblada con cristianos, sin que por ello se expulsase a su población judía y musulmana (si bien algunos de los edificios religiosos musulmanes son requisados; de esta forma, la mezquita mayor se transforma en iglesia bajo la advocación de Santa María).

De esta época temprana de dominación cristiana datan los cultos a los patrones de Madrid: el encuentro de una imagen de la Virgen en la muralla exterior el 9 de noviembre de 1085. Esta imagen es la de la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid. San Isidro nace hacia el año 1082 y muere el 30 de noviembre de 1172. Es el santo patrón de la Villa y fue gran devoto de la Virgen de la Almudena.

Madrid se va consolidando como villa castellana, como municipio libre vinculado a la corona (villa de realengo) y cuyos privilegios son confirmados en 1123 (Carta de Otorgamiento, dada por Alfonso VII) y 1222 (fuero promulgado durante el reinado de Alfonso VIII de Castilla, el cual pone bajo la jurisdicción de Madrid tres sexmos o departamentos rurales:

  • Sexmo de Vallecas, formado por Vallecas, Vicálvaro, Ambróz, Coslada, Rivas, Vaciamadrid, Velilla, Rejas, Canillas, Hortaleza, Chamartín, Fuencarral y Fuentelfresno.
  • Sexmo de Villaverde, formado por Villaverde, Getafe, Fuenlabrada, Torrejón de la Calzada, Casarrubios, Humanejos y Perales.
  • Sexmo de Aravaca, formado por Aravaca, Las Rozas, Majadahonda, Boadilla, Alcorcón, Leganés, y los Carabancheles Yuso y Suso (Alto y Bajo) a excepción del castillo y tierra circundante perteneciente a la Orden de Santiago desde 1206.

De esta manera, Madrid tendrá bajo su jurisdicción las tierras y montes de Madrid hasta parte de la Sierra. En esta época se construye la segunda muralla de Madrid (conocida como muralla cristiana).

Durante la primera mitad del siglo XIV aumenta la importancia de la localidad por su estratégica situación en las vías pecuarias que comienzan a estabilizarse y que comunican las submesetas norte y sur. De hecho, en las Cortes de Alcalá de 1348, Alfonso XI, fija en veinticuatro el número de ciudades con derecho estar representadas en las Cortes de Castilla, y la villa de Madrid es una de ellas; cuando Juan II reduce el número a dieciocho, mantiene su derecho de representación. También en este periodo, el arzobispo de Toledo y consejero privado del rey, don Gil de Albornoz, la convierte en cabeza de arciprestazgo, separando su administración eclesiástica de Alcalá de Henares. En la segunda mitad del siglo los monarcas de la dinastía Trastámara (Enrique III, Juan II y Enrique IV) frecuentan la villa para practicar la caza. El último de ellos mantiene una casa (en la actual calle de Santa Clara), que se convierte durante su reinado en una de las residencias habituales del rey de Castilla. Destaca el hecho de que las Cortes de Castilla se reunieran hasta tres veces en la villa de Madrid durante este periodo, prueba de la especial predilección de la dinastía Trastámara por la ciudad.

Durante el siglo XV, la villa sigue creciendo hasta alcanzar unos 5000 habitantes a finales del siglo. Los hitos más importantes serán el reconocimiento de Madrid como ciudad con representación en Cortes y la expulsión de los judíos en 1492 con la posterior destrucción de la judería de Lavapiés.

Las Comunidades[ ]

Durante el año 1520, el malestar de las ciudades castellanas frente a Carlos I se va acrecentando. Durante las cortes convocadas primero en Santiago de Compostela y luego en La Coruña, varias ciudades, entre las que se encuentra Madrid, se niegan a votar los servicios que el rey reclama para financiar la coronación imperial en Alemania. Finalmente, las Comunidades de Castilla se alzan en armas en varias ciudades.

Madrid se une también al movimiento y junta tropas bajo el mando de Juan de Zapata. Éste, junto a los capitanes comuneros Juan Bravo (Segovia), Juan de Padilla (Toledo) y Francisco de Maldonado (Salamanca) representa a los castellanos sublevados ante la reina Juana I en Tordesillas, donde estaba recluida.

No obstante, la sublevación finaliza en junio de 1521, cuando, tras la derrota de las tropas comuneras en Villalar y un asedio, el ejército real entra en la villa.

La Capitalidad y los Austrias[ ]

Tras sofocar la revuelta comunera, Carlos I se muestra generoso con Madrid y le concede los títulos de Coronada e Imperial, comenzándose la transformación del viejo alcázar árabe.

En junio de 1561, cuando la villa ya contaba con 30.000 habitantes, Felipe II trasladó la corte de Toledo a Madrid, instalándola en el antiguo alcázar. Las razones que se dan para este traslado son muy variadas: entre ellas destacan la necesidad de separar la Corte de la influencia del poderoso arzobispo de Toledo, y la gran aflición de la joven reina Isabel de Valois, axfisiada entre los muros del recio alcázar toledano, y que urgía a su esposo a encontrar una nueva sede para la Corte. El microclima madrileño, más suave que el toledano, su situación geográfica y su magnífico entorno natural, hicieron de la villa una candidadata muy apropiada. Con este hecho, la villa de Madrid se convierte en centro político de la monarquía.

Como fruto de la llegada de la corte, la población de la ciudad empieza a crecer a un ritmo acelerado. Se levantan edificios nobiliarios, iglesias y conventos, siendo los más destacados los de fundación real, como el Monasterio de la Encarnación y el de las Descalzas Reales. Se derriba la vieja muralla y, en 1566, se levanta una nueva, la tercera de su historia. A la capital llegan gentes para cubrir las necesidades de la corte, así como un sinnúmero de pretendientes, aventureros, aspirantes a cargos, pícaros... que fueron reflejados en la literatura del Siglo de Oro. La política del rey da una fisionomía especial a la ciudad: declara que, por falta de espacios habitacionales adecuados para sus nobles y consejeros, quedan expropiadas las segundas plantas de las casas, que serán de posesión real. Esta normativa causa que todas las nuevas construcciones tiendan a tener una sola planta, con patio y rejería, con una segunda escondida a la vista de los viandantes y regidores del municipio. En 1562 Felipe II adquirió los campos y huertas de lo que luego será la Casa de Campo para coto de caza.

En 1601, Felipe III, siguiendo los consejos de su valido, el duque de Lerma ordena el traslado de la corte a Valladolid, donde permanece cinco años. En 1606, la corte vuelve a Madrid. Tras la vuelta de la corte, Felipe III toma algunas decisiones que serían significativas en el aspecto futuro de la ciudad: en 1616 ordena la construcción de la Plaza Mayor y en 1618 adquiere y amplia con jardines y fuentes los terrenos que actualmente conforman los Jardines del Retiro.

Su hijo y sucesor, Felipe IV, manda construir, en 1625, la cuarta muralla de Madrid, que se mantendrá hasta mediados del siglo XIX. Durante el reinado de Felipe IV, vivió un excepcional período de esplendor cultural, con la presencia en la villa de genios de la talla de Cervantes, Quevedo, Góngora, Velázquez, Lope de Vega o Calderón de la Barca.

Durante la dinastía de los Hausburgo la villa sufre una transformación fundamental. El núcleo medieval (alrededor de la actual calle de Segovia) es trasladado hacia las cercanías del renovado Alcázar y son construidos todos los edificios necesarios para la administración de la Monarquía Hispánica: la Ceca (en la actual plaza de Oriente), el Palacio de los Consejos (actual Capitanía General), la Cárcel de Corte (actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores), etc. También se multiplican el número de iglesias parroquiales y capillas, de las cuales han sobrevivido importantes ejemplos como la iglesia de San Cayetano, la Capilla de San Isidro, la iglesia de San Ginés, etc. Entre los conventos, además de la Encarnación y las Descalzas Reales, se amplía el Monasterio de los Jerónimos y fijan sede en la ciudad la mayor parte de las órdenes religiosas de mayor implantación, como los dominicos (Basílica de Atocha), los franciscanos (actual capilla del Hospital de la Orden Tercera de San Francisco), jesuitas (Basílica de San Isidro y el Colegio Imperial) o el Convento de las Trinitarias (actual sede del Arzobispado General Castrense), además de las órdenes militares (Monasterio de las Comendadoras de Santiago, Monasterio de las Calatravas, etc.). También se dota al municipio de una nueva sede, con la construcción del Ayuntamiento de Madrid en la actual Plaza de la Villa, y diversas dependencias para los gremios en lo que se convertitía en la Plaza Mayor.

Los primeros Borbones[ ]

A la muerte de Carlos II, estalla la Guerra de Sucesión Española, en la que Madrid apoya desde el principio a Felipe de Anjou como Felipe V. Si bien la ciudad es ocupada por ejércitos angloportugueses que proclamaron rey al Archiduque Carlos de Austria con el nombre de Carlos III (1706) y, nuevamente, en 1710, se mantuvo fiel a Felipe V (tras su segunda entrada en Madrid, el archiduque Carlos hizo el comentario "esta ciudad es un desierto").

Felipe V comenzará una reforma incipiente del urbanismo de la capital. Las primeras transformaciones urbanas se iniciaron durante el corregimiento del Marqués de Vadillo (1715-1730) en la periferia suroeste de la ciudad. Bajo la dirección de Pedro de Ribera, se levanta el Puente de Toledo y su acceso y se planifica la orilla izquierda del Manzanares donde se levanta la iglesia de la Virgen del Puerto. Al mismo tiempo, se inicia la construcción del Palacio Real, cuyas obras comienzan en 1738 en el solar del antiguo alcázar, destruido por un incendio en 1734 (en cualquier caso, la excesiva austeridad del alcázar no era muy del agrado del rey, acostumbrado a las cortes francesas). La construcción del palacio corrió a cargo de Juan Bautista Sachetti y se prolongó hasta el reinado de Carlos III (en 1764), interviniendo en ella los arquitectos Sabatini y Ventura Rodríguez.

Tras las reformas de Fernando VI, que mandó construir el Convento de las Salesas Reales, accede al trono Carlos III, que sería conocido como el mejor alcalde de Madrid. Carlos III se propuso hacer de Madrid una capital digna de tal nombre, con la construcción de paseos, la creación de sistemas de alcantarillado e iluminación pública, el pavimentado de calles y ornando la ciudad con monumentos. Se inicia también la construcción de cementerios en las afueras de la ciudad en lugar de en las iglesias y conventos.

A pesar de ser conocido como uno de los mayores benefactores de Madrid, sus comienzos no fueron del todo tranquilos, puesto que en 1766 tuvo que superar el motín de Esquilache, un estallido tradicionalista instigado por la nobleza y el clero contra los aires renovadores que traía Carlos III con la excusa del decreto sobre indumentaria que ordenaba el acortamiento de las capas y la prohibición del uso de sombreros que ocultaban las caras.

De su reinado datan la Basílica de San Francisco el Grande (1761-1770); la Casa de Correos, actual sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid (1766-1768); la Real Casa de la Aduana, actual sede del Ministerio de Hacienda (1769), la Puerta de Alcalá (1769-1778) o el Palacio de Buenavista, actual Cuartel General del Ejército (1777).

Otros hitos son la apertura al público del Parque del Buen Retiro (1761); el inicio de las obras del Salón del Prado (1775) (lo que más tarde se convertiría en el Paseo del Prado con las fuentes de Neptuno, Apolo y Cibeles) o del Museo del Prado, concebido como Gabinete de Historia Natural (1785); la reconstrucción del Hospital General, en la actualidad Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1776) o la creación del Jardín Botánico (1781), sustituyendo al anterior de Migas Calientes. También se activa el proyecto de la Cuesta de San Vicente (1767-1777) y se construye la calle Real.

El reinado de Carlos IV, en medio de los cataclismos que asolan Europa no es muy significativo para Madrid. El único hecho de mención es el comienzo de la remodelación definitiva de la Plaza Mayor (1790).

La población de la ciudad creció con el progreso y paz vividos desde la llegada al trono de Fernando VI. En 1787 se realiza el pimer censo oficial de la ciudad, que da fe de la existencia de 156.672 habitantes en la ciudad.

Sin embargo, la ciudad, encorsetada por la cerca de 1625, no crece en consonancia. Eso hizo subir los precios de las viviendas, así como que se edificara en cualquier hueco disponible, aumentando de este modo la insalubridad y el hacinamiento. No obstante, la población más desfavorecida ni siquiera podía aspirar a un mísero cuartucho en el interior de la cerca, estableciéndose fuera de ella. Surgen de esta forma suburbios miserables al sur de la ciudad, como los de Injurias y Peñuelas, y alguno más decente, al norte, como el de Chamberí.

La Guerra de la Independencia[ ]

El 27 de octubre de 1807, Carlos IV y Napoleón firman el Tratado de Fontainebleau, por el que se permitía el paso de tropas francesas por territorio español para unirse a tropas españolas e invadir Portugal (país que se había negado a acatar la orden de bloqueo internacional contra Inglaterra). En febrero de 1808, Napoleón, con la excusa de que el bloqueo contra Inglaterra no se respeta en todos los puertos españoles envía un poderoso ejército al mando de su cuñado el general Murat. Al margen del tratado, tropas francesas entraron por Cataluña ocupando las plazas que encontraban a su paso. De esta forma, a lo largo de febrero y marzo de 1808, ciudades como Barcelona y Pamplona quedaron bajo dominio francés.

Mientras todo esto ocurría, tiene lugar el Motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808), por el que el príncipe heredero, Fernando VII, aparta a su padre del trono y ocupa su puesto. Sin embargo, cuando Fernando VII regresa a Madrid, la ciudad se encuentra ocupada ya por Murat, por lo que tanto el rey como su padre se encuentran virtualmente prisioneros del ejército francés. Napoleón, aprovechando la debilidad de los Borbones españoles, obliga a ambos, primero al padre y luego al hijo, a reunirse con él en Bayona. Fernando VII llega a Bayona el 20 de abril.

Ante la ausencia de los reyes, la situación se va haciendo más y más tensa en la capital. El 2 de mayo, la multitud comenzó a concentrarse ante el Palacio Real. El gentío vio como los soldados franceses sacaban del palacio a los integrantes de la familia real que aún se encontraban en el palacio y, al forcejear el infante Francisco de Paula con su captor, la multitud se lanzó al asalto de las carrozas al grito de ¡Que nos lo llevan!. Los soldados franceses dispararon contra el gentío. La lucha duraría horas y se extendería por todo Madrid. Mientras tanto, los militares españoles, víctimas de la confusión institucional reinante, seguían acuartelados y pasivos. Sólo el parque de Artillería sito en el Palacio de Monteleón se alza finalmente en armas contra los franceses, dirido por los capitantes Luis Daoíz y Torres y Pedro Velarde Santillán. Tras repeler una primera ofensiva francesa al mado del general Lefranc, mueren luchando heróicamente ante los refuerzos enviados por Murat. Poco a poco, los focos de resistencia van cayendo. Cientos de españoles, hombres y mujeres, y soldados franceses murieron en esta refriega. El lienzo de Goya La Carga de los Mamelucos refleja la luchas callejeras que tuvieron lugar ese día.

La represión es cruel. En el Salón del Prado y en los campos de La Moncloa se fusila a centenares de patriotas atendiendo al bando del Murat contra todo español que porte armas. Cuadros como El Tres de Mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, de Goya, reflejan la represión con que finalizó el levantamiento popular del Dos de Mayo.

Mientras tanto en Bayona, Napoleón, tras mantener aislados a los miembros de la Familia Real, el 6 de mayo de 1808 consigue que, tras amenaza de muerte, Fernando VII devolviera la corona a su padre, el cual previamente ya la había cedido a Napoleón, el cual la había otorgado a su hermano mayor, José Bonaparte, que se convierte en José I. Son las Abdicaciones de Bayona. El 7 de julio es coronado y presta juramento a las cortes reunidas en Bayona, encaminándose a continuación a Madrid, a dónde llega el día 20. Apenas diez días después abandona la ciudad, tras la derrota francesa en la batalla de Bailén.

Sin embargo, tras la derrota española en la batalla de Somosierra (30 de noviembre de 1808), las tropas francesas entran de nuevo en Madrid.

José I Bonaparte (1808-1813) trata de aplicar un programa reformista, con ayuda de los llamados afrancesados. Como parte de dicho programa, ordena el derribo de conventos, iglesias y zonas congestionadas de Madrid para transformarlas en plazas y vías públicas (por lo que el pueblo de Madrid le apoda el Rey Plazuelas). Así es como surgen las plazas de Santa Ana, las Cortes, Mostenses, San Martín o Ramales, ocupando los solares de conventos derrivados. Sin embargo, el proyecto más ambicioso fue la creación de una gran plaza junto a la fachada oriental del Palacio Real, a costa del derribo de gran número de casas y de algún que otro edificio singular (Casa del Tesoro y Convento de San Gil). Es lo que ahora conocemos como Plaza de Oriente. José Bonaparte no verá, sin embargo, el fin de este proyecto, que continuarían en 1817 bajo el reinado de Fernando VII. La creación de los primeros cementerios en las afueras de la ciudad (acabando con los enterramientos en iglesias y conventos) también se debe a José Bonaparte (Cementerios Generales del Norte y del Sur).

La liberación de la ciudad se salda con la destrucción de valiosos recintos, como el Palacio del Buen Retiro. Del antiguo palacio sólo quedaron en pie el Salón de Reinos (actual Museo del Ejército) y el Salón de Baile (actual Casón del Buen Retiro).

Siglo XIX y Restauración[ ]

La Guerra de la Independencia alumbró un nuevo país, a pesar de los últimos estertores absolutistas del reinado de Fernando VII, con un carácter liberal y burgués, abierto a las influencias que venían del resto de Europa. Madrid, la capital de España, experimenta como ninguna otra ciudad las transformaciones originadas por esta apertura y se llena de teatros, cafés y periódicos. Es el Madrid romántico, alterado frecuentemente por brotes revolucionarios y pronunciamientos (como por ejemplo, el pronunciamiento de Vicálvaro de 1854 del general O'Donnell, por el que se iniciaba el bienio progresista).

Pero no son solo cafés y teatros los que van cambiando la fisonomía de la ciudad. En 1836 se crea la Universidad Central, nacida como resultado del traslado definitivo de la antigua Universidad de Alcalá a la capital. En 1850 se inaugura el palacio de las Cortes, actual Congreso de los Diputados y el 9 de febrero de 1851 el ferrocarril Madrid-Aranjuez, el segundo tramo de la península. Hacia 1858 el suministro de agua de la capital se racionaliza, construyéndose el Canal de Isabel II, el cual trae el agua del Lozoya a Madrid.

Por lo que se refiere al trazado de la ciudad, Madrid no sufrió ninguna transformación significativa hasta mediados del siglo XIX, época en que se demolieron conventos y se abrieron nuevas calles y plazas, a raíz de la desamortización de Mendizábal (1834-1855). El primer crecimiento significativo de la ciudad se produjo hacia 1860, cuando la burguesía consiguió la demolición de la cerca de Felipe IV, gracias al plan Castro y la realización de los ensanches. A partir de la restauración de Alfonso XII, la ciudad va adquiriendo otro carácter, reflejado en las novelas y escritos de Benito Pérez Galdós y Pío Baroja. Madrid superaba ya los 400.000 habitantes y como consecuencia de la expansión de la ciudad, empiezan a crearse los primeros medios de transporte público. En 1871 se abren las primeras líneas de tranvía, que unen la Puerta del Sol con los barrios más alejados del centro.

A principios del siglo XX, Madrid conservaba todavía más trazos propios de una antigua villa que de una ciudad moderna. Durante el primer tercio del siglo XX, la población madrileña casi se duplica y llega a superar los 950.000 habitantes. Las necesidades de infraestructura que dicho crecimiento trajo consigo fomentaron la absorción, siguiendo las vías de comunicación radiales, de núcleos de población, hasta entonces separados de Madrid: hacia el suroeste los Carabancheles (Alto y Bajo); hacia el norte, Chamartín de la Rosa, por la carretera de Valencia, Vallecas; por la carretera de Aragón, Vicálvaro y Canillejas y por la carretera de Burgos, Distrito de Fuencarral. Nuevos arrabales como las Ventas, Tetuán o el Carmen daban acogida al recién llegado proletariado, mientras en los ensanches se instalaba la burguesía madrileña.

El comienzo del siglo es una época de auge del terrorismo anarquista. El 31 de mayo de 1906 Alfonso XIII contraía matrimonio con Victoria Eugenia de Battenberg. Cuando la comitiva se disponía a salir de la calle Mayor, desde el número 88, el anarquista Mateo Morral arroja una bomba camuflada en un ramo de flores. La pareja real resulta ilesa pero la explosión provoca una masacre alrededor de la carroza. En 1912, el anarquista Manuel Pardiñas asesina de tres disparos ante la librería San Martín, en plena Puerta del Sol al presidente del gobierno, José Canalejas.

Los años veinte fueron años de prosperidad, reflejados en la apertura de la Gran Vía, con el fin de descongestionar el casco antiguo o el proyecto de urbanismo moderno de Arturo Soria en la Ciudad Lineal y por la extensión del ferrocarril metropolitano, cuyo primer tramo (Sol-Cuatro Caminos) se había unaugurado en 1919.

Segunda República y Guerra Civil[ ]

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La fisonomía de la ciudad cambió poco durante los años de la república, debido a la crisis económica y política. Sin embargo, sí que hubo algunos hitos significativos:

  • La Casa de Campo pasa a la jurisdicción municipal en 1931, tras su separación del patrimonio de la Corona (expropiado tras la abdicación de Alfonso XIII.
  • La construcción de la Ciudad Universitaria, cuyas obras habían comenzado en 1928. Mediante la creación de la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria de Madrid se le da el impulso definitivo para la terminación del proyecto.
  • El inicio del proyecto de enlaces ferroviarios de Madrid.
  • Inicio de la construcción de un conjunto administrativo sobre lo que habían sido los terrenos del antiguo hipódromo, situado en el Paseo de la Castellana, para albergar los Ministerios de Obras Públicas y Gobernación de la República (los Nuevos Ministerios).

La guerra civil dañó gravemente la ciudad, especialmente la zona noroeste: el barrio de Argüelles y la Ciudad Universitaria, escenarios de la batalla de Madrid en noviembre de 1936.

Dictadura franquista[ ]

Durante los años cuarenta y cincuenta, Madrid fue anexionándose hasta trece municipios limítrofes (en 1947, Chamartín de la Rosa; en 1948, Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo; en 1949, Barajas de Madrid, Hortaleza, Canillas, Canillejas y Aravaca; en 1950, Vicálvaro, Fuencarral, Vallecas y El Pardo; en 1954, Villaverde), pasando su extensión de 66 km² a los 607 km² actuales. El Plan de Ordenación del Área Metropolitana, aprobado en 1963, inició la tendencia a desviar la concentración poblacional de Madrid hacia municipios metropolitanos como, Alcorcón, Alcobendas, Coslada, Fuenlabrada, Getafe, Leganés, Móstoles, San Sebastián de los Reyes y San Fernando de Henares.

Democracia[ ]

Por su parte, el Plan General de Ordenación Urbana de 1985, siguiendo las mismas directrices, propuso actuaciones para mejorar la calidad de vida de Madrid: recuperación del río Manzanares.

Enlaces externos[ ]

Fuentes[ ]

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